Después de una semana recibiendo el odio de M’Rabo, me he acordado de un tiempo en el que yo era tan niñato como él y odiaba cosas, como cuando odiaba a Superman. Sí, yo odiaba a Superman, y lo peor es que lo odiaba con razón. Ya he comentado por aquí alguna vez mi trauma weisingeresco con el Superman preCrisis, pero de lo que no he hablado es de lo que realmente me traumatizó durante lo que me pareció una eternidad, lo que me enfrentó de lleno a Superman y me convirtió en un marvel zombie infantil: Superman III.
Sí, ya sé que algunos de vosotros oís Superman III y decís «que mojón de película, menuda pochez, pero no es para tanto», pero lo mío es peor, mucho peor. Porque yo fui torturado con Superman III, maltratado y vejado por esa película infame, hasta el punto de que su sola mención me empezó a producir dolor físico, una migraña abominable y hasta náuseas; Superman III era repugnante y para colmo de males yo no había visto Superman I o II para saber que había algo decente del personaje, con lo que ni películas ni cómics me congraciaban con el personaje, mucho menos los anuncios de los dibujos animados de Superman Family en los que lo veías llevando a su lado a un chucho con capa, la idea más ridícula que mi cerebro infantil podía concebir… ¡Y yo sin saber que Mort Weisinger y sus esclavos habían creado ese personaje conmigo como público en objetivo, dando por sentado que éramos todos idiotas! Pero volvamos a Superman III…
Había un niño, un niño que no era yo. Ese niño, menor que yo, era fan de los superhéroes -podíamos llevarnos bien-, fan de Superman. La jodimos. Yo en aquel momento no tenía ningún problema con Superman, había sufrido la mala experiencia de aquel cómic pero poco más, estaba a la espera de que maravillaran con el personaje que gustaba tanto a tanta gente. Pero aquel niño tenía una película, una película para todo el verano, y la iba a poner durante todo el verano. Y yo tenía que verla porque, maldita sea, el niño necesitaba supervisión y alguien tenía que quedarse con el y claro, el cabrón no podía ver Barrio Sésamo o algo parecido, no, tenía que ver Superman III, porque era la única cinta que tenía y había que amortizarla bien. Que supongo que en su casa tendría Superman I y II, pero el cabrón se había traído Superman III y se esforzaba en dejar claro que le encantaba Superman III, con lo que probablemente y gracias a ese verano, Superman III sea la película que he visto más veces en toda mi vida. Y la odio, la odio muchísimo, hasta el punto de que me he pasado décadas sin ver la película y, cuando en su día hice un repaso a todas las películas de Batman y me planteé el hacer lo mismo con Superman, lo que me echó para atrás fue la idea de tener que volver a verme Superman III… Mucho más que ver otra vez Superman IV, que con la tontería tardé muchísimo en ver y hasta la disfruté con la perspectiva del paso del tiempo. Pero, más allá de haber sido torturado con una película mediocre, ¿qué problema le veía yo a Superman III?
Pues de entrada hay que tener en cuenta que mi análisis original de la película lo hice en mi más tierna infancia, con lo que hay montones de cosas que no entendí pese a que la película es más simple que el asa de un cubo. Y yo podía ser un niño idiota, pero en lo tocante a esta película era el mejor crítico de cine de la historia; de entrada no entendía a que venía la secuencia inicial de la película, llena de gente pegándose porrazos sin que Superman hiciera prácticamente nada. Se suponía que te tenían que hacer gracia, pero tampoco la tenían; luego, cuando pasaban al tío de los bigotes -sí, a Richard Pryor interpretando a Gus Gorman- no entendía por qué la señora del paro le atendía tan mal. Aquel señor parecía que tenía problemas y la señora de la ventanilla pasaba de él, le trataba fatal, así que cuando luego se encontraba un anuncio en una caja de cerillas, pensé que era un anuncio de pedirle ayuda a Superman o algo, no un jodido curso de informática. Y Gus Gorman va al curso de informática y consigue trabajo con ordenadores del tirón -que bien funciona el INEM/SEPE de Metrópolis, oiga- y allí se pone a hacer cosas con ordenadores que no entiendo pero creo que roba dinero con el ordenador o algo, cosa que no entendía como podía hacerse. Y a todo esto, no hemos hablado de lo que hace Superman…
Superman está de Clark Kent en el Daily Planet y sale Lois Lane prácticamente para decir «estoy aquí» mientras hacen un bingo en el despacho de Perry White. Que yo lo del bingo no lo entiendo para nada, ¿que pinta la señora con el carrito y los carteles enormes del bingo? (supuestamente sirve para que luego dos trabajadores del Daily Planet ganen un premio en un viaje a sudamérica). Para mí todo era completamente surrealista (que lo es), había cosas metidas por meter sin pies ni cabeza. El caso es que en esa escena Lois dice que se va a las Bermudas y Clark dice que se va a Smallville, y se va allí en autobús sin volar ni nada, aunque viajar en autobús en los 80 era una tortura casi mayor que pasarse todo el verano viendo Superman III. El caso es que Superman va allí, ve un incendio en una fábrica y lo apaga tirándole un lago congelado entero (luego me enteraría de que esa escena está especificamente para explicar por qué se saca de la película a Jimmy Olsen y cómo Superman descubre una forma de cargarse al pseudobrainiac del final de la película), lago que al caer sobre la fábrica se derrite y se convierte en un chaparrón. Y se va Superman y hala, directo a Smallville a una reunión de viejos alumnos -de la promoción de 1965, poco menos no está diciendo que Clark tiene casi 40 años- en la que se reencuentra con Lana Lang que es muy pesada y tiene un niño idiota.
Mientras tanto, el señor de los bigotes conoce a un millonario chungo que le dice que haga cosas, el emborracha a un guardia, hace cosas con un ordenador y los semáforos se vuelven locos por todos lados, los muñecos del semáforo se pegan y entonces hacen algo chungo en una boda en sudamérica. Y entonces el señor millonario y su hermana prusiana se enfadan y deciden darle kryptonita a Superman, que no le sienta mal, pero luego Superman se vuelve pasota y se pone a hacer cosas chungas como reventar un petrolero o mover la torre de Pisa y se le ensucia el traje tanto que parece el de Superman & Lois o peor, el traje de Zack Snyder (vale, yo de crío solo pensaba que tenía el traje sucio, ¡pero no me negaréis que el look de Christopher Reeve sin afeitar y con el traje sucio es el mismo de Superman & Lois!). Y así es como acaba borracho perdido y pegándose contra Clark Kent en una chatarrería, cosa que no entiendo en absoluto porque le sale Clark Kent del cuerpo y se gritan y se arrean de lo lindo hasta que Clark Kent estrangula al Superman sucio y hala, vuelve a ser Superman limpio. Que así, entre nosotros, son escenas como esta las que hacen que treinta años después la gentuza vea lógico que Superman mate, porque si para ganar a su yo malvado borracho y sucio con depresión la forma que tiene de derrotarlo es estrangularlo, supongo que la próxima vez que vea a Lex Luthor tendrá que hacer lo mismo. No sé, a mí de crío el ver a Superman estrangulando a alguien me parecía la mar de perturbador.
Y entonces hay un videojuego de matar a Superman, pero Superman esquiva todo lo que le tiran y llega donde esta el tio de los bigotes, el millonario, su hermana prusiana y una rubia tonta que no se que hace pero no ha parado de salir por toda la película sin hacer nada. Y tratan de matar a Superman con un super ordenador gigante, pero el de los bigotes le salva con un hacha, pero el ordenador le tira una pelota de luz y lo deja clavado en la pared y entonces también a la rubia y Superman se va y el ordenador hace robot a la hermana prusiana y yo ya no sé que pasa con el tio de los millones porque la hermana trata de matarlo y Superman vuelve y tira a la hermana por un agujero y entonces el ordenador lo atrapa con cables que deben de ser lo menos de adamantium -yo en aquel momento no conocía el adamantium, así que vamos a decir que eran más duros que el acero con el que se hace un petrolero- y Superman saca un termo de café -que era idéntico a una máquina de moler café eléctrica que se vendía por aquellos años- y los cables de la máquina se lo tragan para hacerlo robot pero el termo de café estalla -¿recordais la escena de la fábrica?
Pues aquella escena de la planta química estaba simplemente para decir que eso es un ácido que al evaporarse lo corroe todo, con lo que debería corroer a Superman, pero yo que sé- y se carga el ordenador, por lo que Superman escapa y salva a todos y se lleva al bigotes a trabajar a una mina en la que Superman aprieta un cacho de carbón hasta convertirlo en diamante y luego se lo da a Lana Lang y provoca que su marido -porque Lana estaba casada- se de nosecuantas tordas. Y luego todo acaba en el Daily Planet con una nueva máquina de bingo electrónica que funciona fatal y Lana convertida en la nueva secretaria de Perry White, preparando la rivalidad Lana vs Lois para la gran pantalla. Pero yo del Lois VS Lana en aquel momento ni la más remota idea, así que para mí aquello no tenía ni pies ni cabeza pero me alegraba porque joder, éra la última escena antes de los créditos finales y entonces el niño cabrón por fin se levantaba y se iba a jugar a otra cosa y yo podía salir a la calle tranquilamente. Puto Superman.
Con esto de que lo de los servicios de streaming hace tan fácil eso de ponerte cualquier peli, hace poco me puse Superman III. Afortunadamente, las sensaciones fisiológicas han desaparecido -afortunadamente- pero he de reconocer que mientras escribía este artículo, algunas de ellas han vuelto. La película es mala, no entiende la mayor parte de lo que está haciendo y hace enormes volteretas de guión para explicar una historia más simple que el contrato de un plantador del algodón de principios del siglo XIX, pero lo más insultante de ella es que ni Richard Lester ni los Salkind -director y productores de la misma- hicieron el menor esfuerzo al producirla; ambos tienen mejores películas en su haber y probablemente ésta sea su peor película hasta aquel momento. Es más, descartan por completo el proyecto original de Donner -en el que salía Brainiac- y hasta el que escribió el propio Ilya Salkind -un horror en el que Superman se casaba con Supergirl y en el que salía Dudley Moore haciendo de Mr Mxyzptlk y sí, también Brainiac- que la Warner rechazó porque salía demasiado caro. Así, y porque Richard Pryor manifestó su condición de fan de Superman durante una entrevista con Johnny Carson, los Salkind decidieron reescribir todo el guión para incorporar a Pryor en la película aunque no pegara ni con cola y, supongo que, dando por hecho que por ser negro no podía hacer de Mr Mxyzptlk -aunque yo diría que se parecía tanto como Dudley Moore- se inventaron el personaje de Gus Gorman, el informático que crea el superordenador del final de la película.
¿Era imposible, como algunos dicen, hacer una película de Superman con Richard Pryor que no diera ascopena? Rotundamente sí, Pryor no solo era un gran cómico si no que había demostrado que tenía grandes posibilidades dramáticas, pero hasta el propio Pryor en sus memorias admitió que el guión le pareció un desastre y que solo hizo la película por dinero; la reescritura a última hora para convertir una película de Superman en un vehículo para Pryor -que para entonces ya era una estrella y ni falta que le hacía la «promoción»- fue una auténtica catástrofe que se quedó en tierra de nadie, con un villano que era una pálida imitación de Lex Luthor porque Gene Hackman se negaba a volver a trabajar con los Salkind tras el feo que le habían hecho a Richard Donner. Y no, tampoco le echaría la culpa a los guionistas -David y Leslie Newman- porque ambos habían trabajado ya en las películas anteriores y eran los responsables de guiones como «Bonnie & Clyde» o «¿Qué me pasa Doctor?», pero al ser los guionistas «in house» de Salkind ellos escribían lo que les pedían y ya.
Pero más allá de las culpas -que se llevarían en su mayor parte los Salkind porque iban a lo que iban- Superman III sigue siendo un absoluto desastre que la única razón por la que no se le recuerda como tal es por la hecatombe que supuso poco después el estreno de Superman IV, una película que multiplicaba por diez todas las carencias de su antecesora excepto una; que no la tuve que soportar casi a diario durante un verano entero de mi infancia. Que digo yo que al niño ese le podían haber regalado El Retorno Del Jedi o algo así, que en 1983 anda que no se estrenaron películas que podrían haber aguantado mejor múltiples visionados y que no se habrían convertido en un maldito purgatorio infantil…