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X-Men Elsewhen: Un fanfic… De John Byrne

A ver, ésto me lo habéis pedido y ya he remoloneado bastante, pero es que me daba mucha pereza porque quieras que no es un autor al que respeto y admiro a pesar de que muchas veces es un pelín energúmeno. Y esto se ha notado a lo largo de su carrera en una barbaridad de ocasiones, sobre todo cuando tocaba un tema referente a los mutantes en general y Chris Claremont en particular. Vamos a refrescar la memoria del personal y luego ya vamos al lío…

Según Byrne, Fénix era maldad pura. Según Claremont, una persona corrompida por fuerzas externas y un poder excesivo. Y así se pegaron durante cuarenta años…

A principios de los 80 Uncanny X-Men ya era el gran éxito de crítica y público de Marvel, y el duo creativo de Chris Claremont y John Byrne parecía algo irrompible. Habían arrancado la nueva década con la culminación de la Saga de Fénix Oscura, una historia de corrupción y sacrificio en la que Jean Grey se suicidaba con tal de evitar que sus inmensos poderes acabaran consumiéndola y transformándola en el monstruo devorador de estrellas que había sido unos números antes. La Patrulla X se había enfrentado a la Guardia Imperial Shi’ar en la luna en un juicio por combate por la vida de Jean y en última instancia habían perdido cuando Jean se dió cuenta de que los alienígenas tenían razón, que ella era un peligro y jamás podría controlar ese poder aunque lo suprimiera. Una tragedia en toda regla que dejó a los lectores de la época profundamente devastados… Pero no tanto como cuando unos pocos meses después John Byrne anunció que se marchaba, que estaba hasta las narices de Chris Claremont y que a otra cosa mariposa.

A otra cosa en realidad no, que anda que no se puso pesado el notas…

Claremont se quedaría en la serie once años más y mediante una caracterización como no se había visto hasta entonces en el género acabó transformando Uncanny en algo mucho más grande de lo que había sido con Byrne, mientras éste último se convertía en la gran superestrella de los 80 con series como Alpha Flight, Fantastic Four, Superman o The Avengers, además de meterse en un millón de proyectos más. Aun así y durante todos los años siguientes Byrne seguiría quejándose amargamente de Claremont, proclamando que el verdadero autor del éxito de X-Men era él y en general despotricando de todo lo que había hecho su antiguo compañero en la serie mientras iban lanzándose puyitas el uno el otro a través de sus cómics. A finales de los 90 y con Claremont fuera de la serie, Byrne lanzaría X-Men: The Hidden Years, miniserie que venía a servir de precuela de la etapa de Claremont en la serie, enmendándole la plana en numerosas ocasiones y dejando claro que Byrne seguía un tanto herido por haber perdido su pulso con Claremont por el control de la serie.

 

Byrne también correría a hacer los diálogos de X-Men cuando Jim Lee y Whilce Portaccio forzaron la salida de Claremont, pero no duraría mucho porque a esos dos no había quien los aguantara.

Pero a pesar de que las ventas de Hidden Years habían sido bastante decentes, la llegada de Joe Quesada a Marvel se tradujo en la cancelación de la serie, algo que Byrne se tomó como algo personal (hacer la serie de la Patrulla X original había sido su sueño desde que era un chavalín) y que provocó que hiciera el juramento de no volver a trabajar jamás para la editorial durante los últimos veinte años. Y así es como su carrera fue haciendo un lento fundido en negro, cerrándose las puertas de las dos grandes y su estilo siendo cada vez menos comercial, hasta el punto de que a día de hoy el propio Byrne afirma que ninguna editorial le paga lo suficiente como para que dibuje un cómic y esté en un estado de semirretiro forzoso. No obstante y por aquello de que el diablo cuando se aburre mata moscas con el rabo, el dibujante canadiense no tardaría en cansarse de hacer comissions para fans y poco a poco empezó a crear su propia versión de Uncanny X-Men, su fanfiction de los cómics que él habría hecho si le hubiera ganado el pulso a Claremont. Su punto de inicio es un tanto curioso porque aunque la acción empieza más o menos donde dejó la serie, arranca con una breve secuencia tras la muerte de Jean Grey para luego dejar claro que Jean sigue viva, pero sus recuerdos han sido borrados y su mente se ha retrotraido al estado de una niña de cinco años.

Cebulski quiso publicar Elsewhen cuando estaba empezando, pero Byrne se negó. Cabezota.

Los cómics, publicados en el foro de su página web sin color ni tinta, llamaron la atención del nuevo editor jefe de Marvel CB Cebulski, que llegó hasta a hacerle una oferta para publicarlos, pero Byrne se negó en redondo; ya fuera porque no le pagaban lo suficiente o porque no quería romper su juramento, Byrne mantiene su obra como fanficción y no parece querer verla publicada en papel. Y así es como lleva ya casi cuatro años dibujando lo que el ha bautizado como X-Men Elsewhen, una mezcla entre obra de amor y ajuste de cuentas que sigue posteando página a página en su foro, solo para sus incondicionales, los cuales no dejan de agasajarlo porque no dejan de ser eso, sus fans. Y una vez hecha esta aclaración histórica vamos a, por primera vez en toda la historia de Brainstomping, reseñar una obra de fanficción (aunque las tonterías románticas de niños besándose de M’Rabo sean una excepción en todo esto).

Lobezno no lo llama elfo, lo llama «crawler». Porque sí.

La caracterización verbal prescinde de los claremontismos, logicamente, pero también de acentos o frases sueltas en otros idiomas que Byrne parece ir recuperando poco a poco a medida que se va dando cuenta de que no son claremontismos y ya estaban presentes en el Giant Size X-Men 1 y los números de Len Wein; no obstante y según va pillando carrerilla, en los siguientes números empezará a tomar más y más de los diálogos de Claremont sin ningún complejo. Así, tenemos a una Kitty más inocente e infantil que la original -Byrne no tenía los mismos planes para ella que Claremont- pero a otros personajes veteranos tampoco se les ve mucho más maduros; una cosa que me sorprende de todo esto es que Lobezno sea uno de los más perjudicados, con un comportamiento errático y muy alejado del «profesional» que conocemos, abandonando toda rivalidad con Cíclope (que ahora es infalible) y con el que acaba haciendo auténticas barbaridades. Por otro lado, Byrne tampoco parece saber muy bien que hacer con Kurt, Ororo y Peter, demostrándose así lo mucho que le interesan más Cíclope, Xavier o la propia Jean que los nuevos miembros.

Y repetirse como el ajo, porque madre mía…

Pero tras varias historias autoconclusivas «de precalentamiento» y con algún villano en la sombra, pronto empezamos a ver su primera gran historia de continuará, recuperando a uno de los enemigos favoritos de Byrne que, según sus propias palabras, Claremont no quería utilizar jamás porque los consideraba «cutres»: los centinelas. Para ello utiliza una idea que ya se usó en los cómics de los 80 poniendo a Sebastian Shaw, el Rey Negro del Club Fuego Infernal, al frente de una conspiración gubernamental para construir centinelas bastante más duros y que no tuvieran ningún reparo en acabar con vidas humanas para completar su objetivo, emprendiendo un ataque indiscriminado contra mutantes de todo el mundo, capturando a mutantes como la Bruja Escarlata o Franklin Richards y poniéndose en la diana de casi todos los superhéroes del mundo. No deja de ser una suerte de remake de la historia de los centinelas de Thomas y Adams (ésa en la que participó un poquito Chris Claremont, pero que no se entere Byrne) pero a la que le han subido todas las apuestas al incluir en el saco a ciento y la madre.

Eso sí, Byrne se pega unos homenajes finos. Y nosotros que los disfrutamos.

A medida que avanza Elsewhen y cuando Byrne se deja de intentar ajustar todo tipo de cabos sueltos y espinitas clavadas -llega hasta a usar a Willie Evans, un mutante que apareció por primera vez en los 4F de Marv Wolfman y que supuestamente iba a formar parte junto a Kitty y Calibán de un prototipo de los Nuevos Mutantes que nunca se llegó a dar porque Shooter vetó el proyecto- la serie empieza a coger ritmo y Byrne demuestra que su personalidad como autor sigue intacta tras todos estos años, a pesar de que pide a gritos un buen editor que le obligue a pulir ciertos detalles (algunos diálogos son tremendos y a veces la trama se mueve de forma muy errática) y que, por supuesto, estas historias se contradigan con tantos tebeos que amamos con locura y que con Elsewhen pretende enmendarles la plana… Hasta lo enfermizo.

Uh, ésto yo ya lo he visto mucho mejor escrito en Classic X-Men…

Porque aunque ésto sea algo que hace para disfrutar él mismo y que invita al resto de la humanidad a ver sin que él tenga obligación de hacerlo, lo cierto es que John Byrne es un retentivo anal de cojones y es incapaz de dejar las cosas estar, de pasar página. Llegado cierto punto Elsewhen empieza a parecer el día de la marmota, rehaciendo páginas enteras de la Saga de Fénix Oscura -y hasta va más allá, rehaciendo el origen de Fénix con Cockrum hasta sus propias páginas de los 4F en las que «resucitó» a Jean Grey- con un revanchismo pasmoso contra Claremont que va en detrimento de la trama, de la que en algunas ocasiones parece olvidarse porque está demasiado ocupado con su venganza. Trama que, dicho sea de paso, avanza de forma tan vertiginosa que parece construida en una sola secuencia, sin que los personajes puedan pararse un segundo a comer en veinte números seguidos, hasta el punto de que el paso del tiempo solo ocurre entre viñetas (algo muy byrneano, por otro lado) pero que acaba haciendo de Elsewhen una lectura bastante más farragosa y difícil de seguir que cualquier cosa que haya escrito Claremont. Y lo que es peor, aunque en un principio con el villano de la historia de la Tierra Salvaje parece tener la intención de abrir camino hacia historias diferentes, pronto volverá una y otra vez sobre Fénix y el Imperio Shi’ar, no siendo capaz de salir de ahí, y haciendo que los números avancen a borbotones como si esto fuera un manga shonen de esos.

Que digo yo que si necesitaba hacer un remake pues haberlo hecho. Que nadie se le iba a quejar tampoco, copón.

En definitiva, que es un Byrne aturullado y que necesita que alguien le eche el freno, porque desde luego que yo no esperaba que lo hiciera mejor que Claremont, pero por lo menos pensaba que el guión tuviera cierto nivel y no cayera en tantos errores de aficionado que Byrne en su trabajo profesional jamás ha cometido. Si tomamos como referencia los 28 números -¡VEINTIOCHO!- publicados hasta ahora de Elsewhen y lo extrapolamos a lo que se publicó en Uncanny, nos colocaríamos en el número 171 de la serie, cómic en el que en la etapa original ya se habrían enfrentado al Nido, Magneto ya habría empezado a caerse del caballo, Tormenta acababa de ser proclamada líder de los Morlocks y es precisamente el número en el que Pícara se une al grupo. En el otro lado, el de Elsewhen, tenemos que la mansión es destrozada un porrón de veces de forma constante casi hasta la parodia, toda la trama del Fuego Infernal que coleaba tras la muerte de Jean es liquidada con una historia de centinelas muy parecida a la de Thomas y Adams y lo peor de todo, que la evolución de los personajes prácticamente es nula; con la excepción de Lobezno, que le ha dado un jamacuco y le han borrado por completo la memoria, convirtiéndolo en una versión infantilizada de si mismo, todos los demás están más o menos igual y Jean hasta es revertida otra vez al 98 de Uncanny, «a las navidades de tres años antes». En fin, que supongo que Byrne se lo está pasando bien y lo celebro, pero si esto es lo que él habría hecho de ganarle el pulso a Claremont… Pues como que me alegro muchísmo de estar en ésta línea temporal, aun con todo lo que nos ha caído encima desde entonces.

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