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Webtoons, Substack y los vientos del cambio

Mientras hemos padecido este periodo estival lleno de campañas militares con grasa de cabra y sinsabores claremontianos (más algo de relleno de M’Rabo que no ha leído nadie), el mundillo ha seguido moviéndose, hasta el punto de que si bien poco antes del verano Marvel ya anunció que había firmado un contrato de distribución en exclusiva con Penguin Random House tal y como ya hizo en su día DC, en verano nos enteramos de que IDW también lo acababa de hacer, dejando a Diamond con las «migajas» de Image, Boom, Dark Horse, Dynamite y demás, que más o menos todos esperan que tarde o temprano acaben pasándose también al «enemigo»; simplemente el papel se muere y todos acaban recurriendo al distribuidor más grande porque es el que puede ofrecer el precio más barato.

«-¡Pues yo te lo distribuyo todo más barato! -¿Tú que vas a distribuir con esos andares de pato mareao? -¿Pato mareao yo? ¡Pues tu madre es coja y bien que se distribuye por todo el barrio!»

Mientras tanto, la DC de la nueva editora en jefe Marie Javins no ha parado quieta y ha empezado a publicar una serie de Batman en Webtoons, una web de cómics en un formato que a los pollaviejas les puede parecer kryptonita, pero a la chavalería le encanta porque es ideal para leerlo en el móvil; para el que no lo sepa, webtoons es un invento surcoreano de hace unos quince años que, sorprendentemente, sigue alguno de los parámetros presagiados por Scott McCloud en su Reinventing Comics, aquel ensayo en forma de cómic en el que reflexionaba sobre las posibilidades del cómic en el medio digital que ofrecía internet. Los cómics de Webtoons toman la idea de la «página infinita» en su mínima expresión, porque se limitan a hacerte cómics leídos de arriba hacia abajo que se van leyendo viñeta a viñeta a golpe de hacer scroll. Así y con la llegada de los smartphones, el formato se ha extendido tanto entre la chavalería (porque en las pantallas de esos móviles el formato se adapta como un guante, y si no que se lo pregunten a Marvel y sus Infinity Comics, que básicamente son lo mismo que los webtoons pero publicados dentro de la propia página de Marvel) que, en un momento en el que las editoriales están pasando auténticas penurias para seguir publicando mes a mes y los sueldos de los autores son desesperadamente bajos, los autores de webtoons de mayor éxito están cobrando como si fueran streamers de twitch (los de no tanto éxito igual les da para vivir y gracias, que la mayoría se comen los mocos).

Mort Weisinger was right!

Así, el formato de estos cómics es episódico y parece estar a medio camino entre el manga (o más bien, el manwha surcoreano) y las tiras de prensa occidentales, con historias autoconclusivas basadas en gags sencillotes. Es por esto que «Batman: Wayne Family Adventures» parte de una versión arquetípica de los personajes del cómic (Batman, Alfred y sus Robins) y los mete a vivir todos juntos en la mansión Wayne como si de una comedia de situación se tratara, dándonos historias de consumo rápido que aun así tienen sus momentos, ideales para ser compartidos como capturas en redes sociales y «memeables». Pero que le vamos a hacer, a esto ha llegado el cómic para poder sobrevivir hoy en día.

¡Pero hemos recuperado a Oráculo!

Porque se habla -y tristemente, con bastante razón- de que el papel está muerto, y hasta la prensa tradicional tiene que recurrir a montarse modelos de suscripción para sobrevivir en un mundo que parece ver el papel como algo completamente del pasado; toda la cadena de distribución de prensa se ha visto tremendamente perjudicada, y los kioskos tradicionales empiezan a tener problemas hasta para vender el Marca. La cosa está llegando a tales extremos que hasta los propios diarios deportivos en sus versiones digitales han tenido que ceder al clickbait más de lo normal y empezar a hablar de las mujeres de futbolistas, introducir artículos «offtopic» sobre los temas de moda -ya sea cotilleo o la propia pandemia- y en general estirar el chicle con tal de seguir provocando el click fácil que permita que la web se siga nutriendo exclusivamente de publicidad y no tener que cobrar a sus lectores por suscripciones o contenidos en exclusiva. Cuando hemos llegado al punto de que ni siquiera los Youtubers mamarrachos de «alto nivel» se han librado de tener que recurrir a sistemas de mecenazgo, suscripciones de servicios de streaming y demás para seguir forrándose el riñón, ¿cómo podemos esperar que el cómic mensual de grapa pueda seguir como estaba?

Bueno, tampoco nos quejemos mucho que gratis es gratis.

Aunque todo esto tampoco es una revelación para nadie, porque quieras que no iniciativas como DC Universe o Marvel Unlimited ya se volcaron en lo digital, llegando hasta a regalar códigos de la versión digital en cada ejemplar de grapa. Las editoriales están en pleno sálvese quién pueda hacia lo digital, y hasta el todopoderoso manga con su monstruoso porcentaje de cuota de mercado mundial -el tebeo ese de nazis que le gusta tanto a M’Rabo se vende mucho más que Los Vengadores, os lo aseguro- ha empezado a tener movimientos tan sorprendentes como el de Shueisha publicándote gratis en internet el último número de One Piece, Dragon Ball Super o Doctor Stone. Por eso el movimiento de DC hacia los webtoons es algo normal, a pesar de que webtoons es una plataforma privada que a largo plazo -si no lo está haciendo ahora mismo- es competencia directa para la propia DC.

De momento a DC no le va mal en Webtoons, pero ojo que Archie también le sigue de cerca.

Pero ni DC ni Marvel disponen ahora mismo de la plataforma necesaria para publicar esos cómics y llegar a tanta gente como pueden llegar a través de Webtoons, no digamos ya las «humildes» como Dark Horse o la propia Astiberri. Panel Syndicate, con todo lo bueno que es todo lo que se publica en esa web, no creo que ni se acerque al volumen de tráfico de Webtoons, con lo que ahora mismo el cómic digital empieza a estar en una situación parecida a la que tenía Netflix hace unos diez años, cuando era la única plataforma de video en streaming exitosa -que no la única ni la pionera, ojo- y todos tenían que «alquilarle» sus contenidos mientras corrían a crear su propia plataforma con la que sablear nuestro bolsillo. Con suerte puede que lleguemos a tener una plataforma «democrática» de cómic digital sin tener que caer en manos como las de Webtoons o de la propia Comixology (esta si que no por favor), pero lo más probable es que el catálogo de Marvel Unlimited acabe en Disney+ y el de DC en HBO max. Pero claro, nos estamos olvidando de Substack…

La revolución. Y en exclusiva, oiga.

 

No deberíamos tener que estar hablando de Substack, porque Substack es una plataforma para crearte listas de correo, algo que en los tiempos de las redes sociales debería estar más que superado; ¿quién carajo usa el email para algo que no sea trabajo o recibos? Y aun así la mayor parte de la gente prefiere tratar temas laborales a través de redes sociales, aplicaciones de trabajo en grupo y demás, los emails empezaban a sonar a algo del pasado, a spam rancio y demás, una reliquia del internet pretérito en el que la gente se comunicaba por «correo electrónico» y se apuntaba a listas de correo, listas de correo como Substack. Y de repente Substack mete un servicio de listas de correo por suscripción a través del que puedes distribuir relatos, novelas o cómics y todo el mundo se vuelve loco, porque de la noche a la mañana Scott Snyder, Jonathan Hickman -que bien le ha venido el parón krakoano- Chip Zdarsky, Kelly Thompson o James Tynion IV reciben una «beca» de la empresa con un contrato exclusivo jugosísimo para que se monten su propia «editorial virtual» en Substack. Muchos de ellos ya tenían su propia lista de correo gratuita y la han derivado a Substack, llegando hasta a abandonar sus proyectos en las dos grandes para dedicarse de lleno a esta nueva aventura, pero… ¿Dónde nos deja eso a los lectores?

 

¿Y Batman? ¿Es que nadie ha pensado en el pobre Batman? ¿Qué hará sin su guionista?

¿Tiene sentido suscribirse a un autor si solo nos interesa uno de sus cómics, no puedes suscribirte a sus series por separado? La cosa está todavía verde y no se sabe por donde tirará, pero lo importante es que parece que por fin todo el mundo del cómic se ha dado cuenta de que, lejos del pánico, tiene que cambiar o morir. El futuro está completamente abierto y no sabemos cómo acabará todo esto, pero por lo menos las cosas por fin se están moviendo y parece que hay futuro. Vete tú a saber por donde, pero hay futuro.

Pero por favor que sea un futuro sin popups clickbaiteros, que bastante los hemos sufrido ya.
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