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Australia es lo que te pasa mientras vas haciendo otros planes: La Patrulla X en Australia (XI)

Ya estamos en Australia, sí, pero siento decepcionaros: en realidad la etapa australiana esta dura bien poco. Se podría dividir en dos fases, una que iría desde el arranque hasta Inferno (1988) y otra que iría desde Inferno hasta la venganza de los Cosechadores y la crucifixión de Lobezno. Y aun así, se suele decir que las grandes historias de la Patrulla X en Australia son la del Nido y la de Genosha, las dos pre Inferno porque todo lo demás, curiosamente, ya entra dentro del dominio completo de Bob Harras. Ya sea por mala leche o porque es como la gente lo siente, se pone a estas dos historias como las únicas que funcionan realmente de la etapa australiana, afirmando que Claremont estaba en decadencia y patatín y patatán, obviando que justo en ese momento también está escribiendo auténticos clasicazos en Excalibur con Alan Davis y en Lobezno con John Buscema; lo que es más, ambas series se basan mucho en temas tratados en el primer número australiano.

Y no te creas que lo del Lugar Peligroso es una mención casual, ¡antes de un año estarán usándolo que da gusto!

Y es que aunque la Madripur de Lobezno ya había sido presentada en Nuevos Mutantes y la propia Excalibur deriva directamente del Capitán Britania de Marvel UK, el planteamiento australiano tiene a Roma como una de las figuras principales y Madripur como uno de los puntos principales de la acción con el atraco de los Merodeadores a un banco de allí y el secuestro de Jessan Hoan, personaje que acabaría convirtiéndose en uno de los principales de los primeros números de dicha serie, más si tenemos en cuenta el serial paralelo de Lobezno que Claremont y Buscema llevaron a cabo en Marvel Comics Presents, más trabajo todavía. Y es que para el final de 1988 Claremont está haciendo juegos malabares con las tres series, y así es como muchos perciben una bajada de la calidad en Uncanny y se preguntan cómo Inferno, publicada justo en diciembre de aquel año, es tan «chapucera». Y sin embargo, en este primer año, tampoco deberíamos quejarnos…

En Excalibur Claremont no se estaba pegando con su editor y su dibujante, así de simple.

Porque Excalibur se presenta como todo un éxito de crítica y público, y hasta su crossover con Inferno está muy bien considerado. La serie de Lobezno pasa más desapercibida por ser algo más diferente de aquello a lo que nos tenía acostumbrados Uncanny, con un Lobezno en el sudeste asiático más cercano a Conan -probablemente por el dibujante- que a lo que muchos lectores demandaban, pero aun así no se puede negar que los números que escribe Claremont de la serie son excelentes. Y, paralelamente a todo aquello tenemos la susodicha saga del Nido y la de Genosha, que continúan la evolución de algunos de los nuevos miembros del grupo y el debate filosófico sobre si eso de matar está bien, si a veces es un mal necesario y demás; el viaje oscuro que os comentaba la semana pasada que había iniciado el grupo mucho antes aquí tiene toda su expresión en Kaos, que aunque en un principio duda mucho en matar a los eslyzoides del Nido (algo totalmente potenciado por un Claremont que se esforzará en mostrarnos en todo momento que los eslizoides creen activamente ser sus huespedes hasta el momento en el que se transforman), para el final de la saga no parará de hacerlo y será su relación con Madelyne Pryor lo que lo acabará haciendo caer en desgracia.

Para Claremont Kaos era su oportunidad de escribir a una especie de Cíclope novato que iba perdiendo su impecabilidad moral.

Por su parte, la historia de Genosha explora por fin la personalidad de Carol Danvers absorbida por Pícara, haciéndola tomar el control de su cuerpo y revelando el pasado en operaciones de espionaje entre Carol y Logan, el cual nunca llegó a detallarse demasiado y creo que a día de hoy ha sido hasta retconeado porque en fin, ya se sabe, Carol siempre fue piloto y jamás le permitirían ser espía o escritora, ¡faltaría más! Pero bueno, dejando esto de lado, la presentación de Genosha no deja de ser un primer vistazo a un plan a largo plazo de Claremont en la serie, las llamadas Mutant Wars, el crossover gordo tras Inferno que nunca se llevó a cabo y en el que iban a enfrentarse Apocalipsis, el Club Fuego Infernal de Magneto, el Club Fuego Infernal de Sebastian Shaw, los Merodeadores, Legión controlado por el Rey Sombra, Factor X, Excalibur, Los Nuevos Mutantes y La Patrulla X. Y la idea era empezar con un crossover de las series mutantes durante tres meses, establecer un nuevo status quo que durara un año más y tener otro crossover al final que pusiera todo patas arriba, estableciendo una nueva Patrulla X y poniendo el conflicto genoshano como telón de fondo… Pero nada de eso pasó.

Sí, la cancelación de esta saga se debió principalmente a Jim Lee y Rob Liefeld, a los que Harras les dejaba hacer lo que les venía en gana.

Y es que aunque Bob Harras en 1988 era bastante receptivo a estos planes durante aquel primer año como editor, a partir del crossover que arrancó su segundo año empieza a ser mucho más restrictivo; todos los esfuerzos de Claremont evolucionando todas las subtramas y cabos sueltos paralelos de los últimos años de repente empiezan a ser frenados por un Harras que quiere una serie «más simple, más accesible» y acabar todo deprisa y corriendo. Y bueno, ya me extenderé más adelante sobre los números posteriores a Inferno con el regreso de Nimrod, la resolución del asunto Pícara/MsMarvel y demás, porque ahora lo que me interesa es haceros notar que el 244 es el primer número postInferno, y para el 247 Claremont ya está empezando a desmembrar el grupo, con el 248 trayéndonos la muerte de Tormenta y la llegada de un dibujante llamado Jim Lee. Y sí, la calidad de la serie baja tremendamente con la llamada saga de los Cosechadores, sobre todo porque a partir de aquí Uncanny tendrá una esquizofrenia tremenda, conun baile de dibujantes que no ayuda en absoluto y con Claremont tratando de avanzar sus tramas a largo plazo mientras intenta satisfacer con historias cortas (uno, dos o tres números) más o menos intrascendentes las exigencias de Harras y de, cada vez más, Jim Lee.

Pues sí, en realidad lo de Australia duró un suspiro y el resto fue descarrilar…

Y aun así y como ya digo, en aquel Uncanny X-Men 248 se ve como Claremont arranca la saga de los Cosechadores extendiéndose sobre su figura, explicando quienes eran aquellos ciborgs que presentó en el arranque de la etapa australiana, contándonos su alianza con Donald Pierce y Dama Mortal para vengarse del grupo y dejando cada vez más claro que el «Plan Omega» fue un error tremendo, porque por mucho que te escondas al final te vas a seguir pegando con los malos y ellos van a ser los primeros en darse cuenta de que sigues vivo mientras tus aliados seguirán en la mayor de las ignorancias. Todo esto con la estrella creciente de un dibujante que en general no solo es más limitado que Marc Silvestri, si no que no se le puede definir de otra forma que como torpe en lo narrativo; de hecho, su primer número es bastante destacable en este aspecto porque, aun teniendo como uno de sus antecesores nada más y nada menos que a Rob Liefeld, destaca por lo mal contado que está. Pero bueno, ya hablaremos largo y tendido de esto, que de momento creo que nos toca tratar un pequeño detalle que nos hemos dejado por el camino…

Oh, sí, Inferno…

Y es que si empezamos esta serie de posts hablando del maltrato a la pobre Madelyne Pryor, creo que es de obligado cumplimiento el contar cuál fue su apresurado final. El crossover conocido como Inferno está lejos de lo que llamaríamos «Australia» y en si mismo se merecería su propia serie de posts, pero que creo que es justo aclarar un poco cuál fue el desenlace que se le dió el personaje, qué es lo último que haría Claremont con Mister Siniestro y los Merodeadores y, en general, llorar todos juntos por lo que podría haber sido y nunca fue… Por culpa de Bob Harras y Jim Lee.

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