Aprovechando que hoy se estrena LA película del Escuadrón Suicida, quiero echar la vista atrás para homenajear la etapa del grupo que James Gunn ha utilizado como principal inspiración, la de John Ostrander y Luke McDonnell. Un cómic que en su época me dejo descolocado porque no se parecía a nada de lo que había leído hasta entonces y que aunque su andadura en España fue trágicamente corta dejó un recuerdo imborrable en mi memoria. Así que para ello nada mejor ver que nos ofreció aquella primera minisaga de presentación de los personajes que Ediciones Zinco publicó en un especial que acabe destrozando de tanto releerlo y por la que parece que no han pasado los años.
Hace mas años de los que quiero calcular Ediciones Zinco publicó los dos primeros números de la serie regular del Escuadrón Suicida como especial Legends pese a que la única relación que tenia este cómic con la miniserie de Byrne era que esta versión del grupo había debutado allí. Y pese a que allí. ya se había visto que este peculiar grupo compuesto principalmente por villanos no era nada convencional no estaba preparado para lo extremadamente violento que resulto ser. Y eso que por aquella época ya había visto a Lobezno destripar a varios soldados del Club Fuego Infernal, habia visto al Vigilante de DC tratar sin compasion a los criminales a los que ajusticiaba y quizás había leído ya el Castigador de Steven Grant y Micke Zeck que se estaba publicando como complemento de Marvel Héroes el mismo año en que salió este especial del Escuadrón Suicida.
Un cómic que Ostrander y McDonnell comenzaron de una forma que nunca había visto en un cómic por aquellos años. Una escena que comenzaba en un día cualquiera en un concurrido aeropuerto en el que un par de hombres de actitud sospechosa se paseaban por allí y parecían estar planeando algo. Un algo que pronto se revelo como una masacre en toda regla cuando mas personas con poderes comenzaron a teletransportarse al aeropuerto y comenzaron a asesinar sin piedad a toda persona a su alcance. Y pese a que esto no era exactamente un cómic para adultos y no se veía ni una gota de sangre, la violencia era tan brutal y todo lo explicita que se podía hacer en un cómic así que uno dificilmente podía quedarse indiferente.
Pero el golpe de gracia de este momento venia al revelarnos que toda esta masacre sin sentido no había sido mas que una demostración organizada por el presidente Marlo de Qurac para mostrar las habilidades del grupo terrorista Jihad a potenciales clientes a los que vender los servicios de sus super agentes al mejor postor, siendo el aeropuerto falso y las personas asesinadas presos políticos sacados de sus cárceles y actores contratados que no tenían ni idea en que se habían metido. Y aunque en casi medio cómic aun no habíamos visto ni rastro de los protagonistas de este, Ostrander y McDonnell ya nos habían dejado claro en que clase de mundo se iba a mover su Escuadrón Suicida.
Y tras ese comienzo frenético tocaba tomarse un respiro para conocer por fin al Escuadrón Suicida y como iba a funcionar este. La acción se trasladaba entonces a la prisión de Belle Reve, reformada para acoger prisioneros superpoderosos y donde el alcaide de la prisión trataba de despistar a la periodista Vicky Vale sobre el autentico propósito de la misma. Y es que la prisión servía de residencia y cuartel general al Escuadrón. Un peculiar grupo que Ostrander y McDonnell nos presentaron de una forma muy pausada, alternando la sesión informativa que el Coronel Flagg le estaba dando a los nuevos miembros del grupo para que les quedase claro cual era su lugar allí. con la presentación a Amanda Waller de las conclusiones de las evaluaciones psiquiátricas que los doctores LaGrieve y Herrs habían realizado a los componentes del Escuadrón.
Y la conclusión en esencia era que la mayoría de los miembros del Escuadrón eran bombas de relojería, personas que deberían estar internadas por su bien y por el de los demás y que aunque en teoría podían cumplir lo que se esperaba de ellos, nadie sabia lo que las misiones podían acabar provocando en unas personas que ya estaban al borde del precipicio, incluyendo el propio Coronel Flagg. Una escena en la que podíamos ver a Amanda Waller en toda su gloria, esa mujer que parecía una simple funcionaria gubernamental y que en el fondo era una de las personas mas despiadadas y sin escrúpulos que me he encontrado en un cómic, y que pese a tener en el fondo buenas intenciones (impedir amenazas y salvar vidas inocentes) sus métodos la asemejaban demasiado a menudo a los de una villana y que no le importaba lo que pudiera suceder a los miembros del Escuadrón siempre que fuesen capaces de llevar a cabo su misión.
El resto de este primer numero consiste en los preparativos de la misión. Que dado que cuentan con información que asegura que Marlo va a utilizar a la Jihad para atacar Estados Unidos y que su objetivo probable es el presidente, su misión. consistirá en atacarles preventivamente en su inexpugnable base y acabar con ellos a cualquier precio para impedirlo. Algo que no sera fácil no solo por lo complicado del objetivo y lo peligroso de sus adversarios, sino porque como queda patente casi en cada pagina los miembros del grupo son tan inestables que sera un milagro si no se matan entre ellos antes de llegar a Qurac. Y pese a que la mayor parte de este primer numero, tras ese explosivo comienzo, ha consistido en tener a un montón de gente en salas de reuniones hablando y con un montón de texto (que se note que es un cómic de los 80), es un cómic apasionante y difícil de soltar.
Para el segundo numero ya entramos en la acción de lleno no sin antes descubrir que la falta de escrúpulos de Waller a la hora de cumplir sus objetivos como sea no parece tener fin, ya que uno de los miembros de la Jihad es en realidad Nightshade, miembro del Escuadrón infiltrada en el grupo terrorista y que se vio obligada a participar en la masacre del aeropuerto ya que nadie de su equipo la aviso de que esa demostración iba a ser completamente real. Una falta de escrúpulos compartida por Flagg que aunque no llegaba a los niveles de su jefa poco le faltaba, y que nos recordaba que en este cómic no había héroes.
Pero Ostrander y McDonnell no prescinden aun del ritmo lento y pausado que ha seguido el cómic tras la masacre del primer numero, aumentando la tensión poco a poco a medida que Nightshade utiliza sus poderes de teleportación para infiltrar a los miembros del Escuadrón en la fortaleza y estos se preparan para ejecutar a sus objetivos. Tensión que aumenta cuando se revela de forma poco sorprendente que los villanos son traicioneros, y que Plastique es una oportunista que quiere librarse del yugo de Waller para ofrecer sus servicios a la Jihad sin tener en cuenta que su jefa siempre esta un paso por delante de ellos, ya que el coronel al frente de la Jihad es otro de sus agentes, Nemesis el maestro del disfraz.
Y de pronto la tensión se rompe y entramos de lleno en la acción, cuando Briscoe, el piloto del Escuadrón abre fuego contra la fortaleza desde su helicóptero, poniendo en alerta a todo el personal de la misma para que el Escuadrón aproveche el caos reinante y ejecute a sus objetivos. Un momento en el que comienza una una orgía de violencia que ira cada vez a mas, digna de una película de la Cannon, con un Escuadrón desatado.
Uno tras otro los miembros de la Jihad van cayendo como moscas ante los despiadados ataques del Escuadrón, algo que no es especialmente sorprendente si tenemos en cuenta que se trata de villanos que están acostumbrados a hacer frente a gente como Batman o Flash, por lo que un puñado de terroristas, incluso superpoderosos no son una amenaza realmente seria para ellos.
Pero el momento de genialidad de este cómic es cuando nos encontramos al Capitán Boomerang, a quien han enviado a buscar a su compañera de equipo Mindblogger, encontrándose con ella y al darse cuenta de que Rustam, el líder de la Jihad, se encuentra detrás de ella con una ametralladora se queda quieto sin hacer nada, dejando que sea asesinada por la espalda solo porque antes de partir para su misión. ella le había humillado y mintiendo sobre lo sucedido al reunirse con el resto del grupo. Una escena que no solo servía para dejar claro que muchos de los componentes del Escuadrón eran ratas traicioneras dispuestas a apuñalar a sus compañeros a la menor oportunidad, sino para convertir al Capitán Boomerang en uno de esos personajes que uno adora despreciar y en una de las estrellas de la serie.
Y todo ello envuelto en el arte de un Luke McDonnell que aunque no era una estrella ni uno de esos dibujantes espectaculares y mas “bonitos”, es un dibujante que a mi personalmente me encanta, especialmente como cuando aquí le entintaba Karl Kesel, y cuyo estilo encajaba como un guante con el tono sórdido y violento de esta serie (su etapa con Denny O’Neill en Iron Man es otro cómic suyo a reivindicar). Un dibujante al que se le daba de miedo dibujar la violencia, bordeando la fina línea que hubiese provocado que esto dejase de contar con el sello de aprobación del Comics Code, pero exprimiendo al máximo los limites de este para hacer de esta etapa del Escuadrón Suicida algo memorable.
Dos números que son un ejemplo perfecto de como comenzar una serie atrapando al lector desde el primer momento, mostrándonos a este peculiar grupo compuesto por villanos despreciables, “héroes.” decente que trataban de convencerse de que el fin justificaba los medios y gente rota por dentro que no sabían hacer otra cosa que esperar la siguiente misión. y confiar en no regresar de ella. Un grupo en el que podía suceder cualquier cosa, para quienes no había método demasiado extremo para cumplir con sus objetivos y de cuyas misiones no estaba garantizado que todos fuesen a volver con vida. Y aunque se ha intentado repetir la formula, tanto en posteriores encarnaciones del grupo como en la competencia con grupos como la Fuerza de la Libertad o algunas versiones de los Thunderbolts, ninguna ha sido capaz de estar a la altura de esta pequeña joya hiperviolenta y única en su genero con la que John Ostrander y Luke McDonnell hicieron historia.
Y tras haberme vuelto a leer estos cómics por enésima vez y haberlos disfrutado de nuevo como aquel crio asombrado, solo espero que James Gunn, quien se ha declarado en numerosas ocasiones un rendido admirador del trabajo de Ostrander (hasta el extremo de darle un pequeño cameo en la película), haya sido capaz alcanzar en su película una mínima parte de la calidad que tuvo este cómic, que de ser así podríamos estar ante una película realmente grande, que a DC no le vendría mal tener alguna de esas en algún momento.