El camino entre la Masacre Mutante y el crossover del año siguiente, la Caída de los Mutantes, es uno de reconstrucción del grupo pero también del equipo creativo. A Claremont se le nota un tanto aturdido mientras intenta recolocar las piezas después del traspiés de La Furia, con lo que aprovecha estos números para reordenar sus planes y dedicar tiempo a hacer suyos a los nuevos miembros del grupo. El primero de ellos será Dazzler, continuando la trama de la última merodeadora, Malicia y dejando claro que el personaje se les une más por necesidad que por «vocación».
Visto a toro pasado, su caso no era muy distinto a lo que le había pasado a Pícara o al mismo Rondador Nocturno, que se habían unido al grupo por pura supervivencia, pero el caso de Dazzler era especial, porque ya había tenido su propia serie regular durante años y no dejaba de ser un personaje «ya existente» que a juicio de las ideas preconcebidas de muchos lectores no pintaba nada en el grupo. Un caso parecido tendríamos con Longshot, que se une en el Annual 10 del grupo en una historia difícil de cuadrar con todo el asunto de la Masacre Mutante y que para colmo su naturaleza «extraña» -los primeros «x-babies»- le echaba para atrás a unos cuantos, que conocieran o no la miniserie original de Longshot, el personaje no les cuadraba en lo más mínimo. Y eso por no hablar de Elizabeth «Betsy» Braddock aka Mariposa Mental, una señora inglesa que se paseaba por ahí vestida de ROSA.
Y así, mientras rechinaban los dientes de los fans más reaccionarios del grupo por los nuevos miembros y la orientación de la serie, se publica Fantastic Four VS X-Men. La serie trataría sobre un enfrentamiento entre el cuarteto y los mutantes con las heridas recibidas por Kitty durante la Masacre Mutante como trasfondo, pero lo que más me llama la atención en el tema que tratamos en este momento es que Claremont tiene un gesto para con sus lectores más «descontentos» mediante una escena del primer número en la que Kaos se muestra molesto por lo irreconocible que está el grupo y reivindicándose como miembro original del mismo, a lo que Pícara le viene a decir que el que se fue a Sevilla perdió su silla y que ajo y agua, lo cual no creo que tranquilizara a absolutamente ninguno de los descontentos y mucho menos a los que, además de leer la Patrulla X, también trabajaban para Marvel Comics. Pero antes de hablar de estos quejicas y su plan de venganza terrible, creo tenemos que hablar sobre uno de los mayores problemas de la oficina mutante a la marcha de John Romita Jr.
Y es que no había dibujante oficial. En aquel momento, Ann Nocenti tenía unos cuantos dibujantes «de referencia» como Walter Simonson que echaban una mano de vez en cuando, y hasta Barry Windsor Smith colaboraba puntualmente con ellos en algún número porque se había empezado a creer que Tormenta era un personaje suyo. Otros nombres que sonaban eran los de Brett Blevins o Rick Leonardi, pero en aquel momento tenía que compartirlos con otros editores y tenían compromisos en otras series, por no hablar de que tanto Nocenti como Claremont habían puesto sus miras en Alan Davis, un dibujante británico que había despuntado en títulos como Capitán Britania, Miracleman u Outsiders pero que no parecía querer casarse con nadie porque andaba aceptando encargos indistintamente tanto de Marvel como DC. Así es como, mientras trataban de convencer a Davis, la serie tiene un baile notable de dibujantes hasta llegar a uno oficial que tardaría lo suyo en llegar.
Tampoco me quiero olvidar de otro de los dibujantes posibles de la serie, Arthur Adams. Adams ya había colaborado con Nocenti en uno de sus primeros trabajos como guionista, la miniserie de Longshot, y lo único que hizo que no fuera un candidato posible como titular de Uncanny X-Men fue su incapacidad para mantener el ritmo de publicación mensual, por lo que Nocenti lo mantenía como portadista, ilustrador de las reediciones de Classic X-Men, algunos annuals y demás proyectos especiales. Y así es como Adams acaba dibujando el número en el que Longshot se une el grupo, el susodicho annual número 10 en un baile de estilos gráficos y personajes que empezaba a desorientar a muchos lectores y, como decía más arriba, a muchos miembros del bullpen que se echaban las manos a la cabeza porque los chiflados de Claremont y Nocenti parecían prestos y dispuestos a cargarse la Uncanny sin haber compartido sus juguetes (o sus royalties).
Pero Claremont seguía a su bola, y su idea de cambiar por completo la serie se mantuvo firme. En aquel momento Rondador, Coloso y Kitty están fuera de la serie y van a seguir así, con Dazzler, Longshot, Pícara y Mariposa Mental en la Isla Muir cuidando de ellos hasta que se recuperen de sus heridas -y tardarán lo suyo, porque exceptuando a Kitty en 4F VS X-Men, todos debían de estar en coma porque ni asoman. Como decíamos, Uncanny está irreconocible y algunas voces del bullpen empiezan a dudar del plan de Claremont y Nocenti, que guardan celosos la gallina de los huevos de oro de la editorial y, no conformes con ello, aun así se atreven a tocar a los 4 Fantásticos, que son propiedad de «otros». De tal forma que el guionista de Vengadores y 4F del momento, Roger Stern, se junta con el editor Mark Gruenwald y da rienda suelta a su «contrataque», X-Men VS Avengers, una serie limitada en la que se viene a deshacer todo el trabajo de la oficina mutante con Magneto y se lo devuelve al lugar del que nunca debió salir, al de villano terrible dispuesto a lo que sea con tal de conquistar el mundo y esas cosas. Tras maquillar el contrataque con un crédito de coeditora a cargo de Ann Nocenti -que jura y perjura que no supo de la miniserie hasta que ya estaba escrita- la venganza ya estaba lista, solo necesitaba un dibujante de garantías y para ello eligieron a la nueva gran promesa de Marvel, Marc Silvestri, que dibujó los tres primeros números… Y entonces pasó algo.
No se sabe cómo ni porqué, aquel proyecto que supuestamente ya estaba aprobadísimo desde un principio y con el guión de los cuatro números de la miniserie completamente terminados -miniserie que, dicho sea de paso, ningunea bastante el hecho de que Magneto y Los Vengadores ya se pegaron en un número de Nuevos Mutantes no hacia tanto pero claro, el guionista de Vengadores quería dar su versión- y como decía, los tres primeros dibujados, alguien pisó el freno. Sí, de repente el mismísimo Editor in Chief Jim Shooter y su mano derecha Tom DeFalco aparecen de la nada y se encargan del guión del último número sin que nadie explique cómo ni porqué. No hay pruebas de que Nocenti y Claremont, que se pasaban el día metidos en el bullpen, se enteraran a última hora de la miniserie y entraran en tromba en la despacho de Shooter para protestar, aunque, siempre según el propio Shooter, las escenas de Claremont irrumpiendo en el susodicho despacho eran muy habituales.
Aun así, hay que tener en cuenta que estamos hablando del último año de Shooter como EiC, y ya estamos con el Shooter tiránico con cambios de humor y olor a azufre, con lo que perfectamente podría haber sido que Shooter no viera con buenos ojos que Stern y Gruenwald se cargaran todo el trabajo de redención de Magneto que Claremont y el mismísimo Shooter habían llevado a cabo. Porque claro, algunos igual se olvidaban de que Patrulla y Magneto se unieron en Secret Wars y a raíz de aquello Xavier y él volvieron a colaborar… ¡Y todo eso lo escribió el propio Shooter, con lo que esto empezaba a entrar en lo personal!
Sea como sea y mientras Fantastic Four VS X-Men está considerado como uno de los mejores cómics de su tiempo, X-Men VS Avengers a día de hoy tiene un status de «continuidad vaga» marcado por la chapuza del giro de 180º del último número, con lo que lo único reseñable de estos tebeos es que por la tontería Roger Stern pegó la espantada a DC dejando Vengadores/4F a medias y, ya entrando en el campo mutante que nos ocupa, es el cómic que motivó que Nocenti y Claremont se fijaran en Marc Silvestri, el dibujante que acabaría siendo el que marcaría definitivamente el estilo visual de la etapa australiana de la Patrulla X.