For All Mankind venía a contarnos la teoría de Ronald D. Moore -el creador del remake de BattleStar Galactica- sobre que lo único que habría hecho falta allá en los 70 para que la carrera espacial continuara era simplemente que los yanquis siguieran picados, que no hubieran llegado a la Luna los primeros y que no pudieran dar la carrera por ganada. Y es a partir de ese What If–?, de la Unión Soviética llegando antes al satélite, de donde salía la primera temporada de For All Mankind, con los desesperados intentos de EEUU -y Richard Nixon- por llegar a la Luna y de tratar de adelantar en algo a sus enemigos comunistas. Dicho lo cual y recomendando la serie a todos los amantes de la «astronauta ficción», aviso de que a partir de aquí destripo algunas cosillas…
Y es que aquella se desarrollaba hasta 1973 y nos contaba los esfuerzos de la NASA en poner una base en la Luna -algo que en la realidad todavía no han conseguido ni 50 años después, los desdichados- la segunda se desarrolla en su totalidad en 1983, con la base lunar Jamestown -que nombre más gafe, por dios- mucho más desarrollada de lo que la vimos en la temporada anterior y con una tripulación de en torno a diez personas. Pero claro, con Reagan en la Casa Blanca y la Unión Soviética teniendo su propia base en la luna, la desconfianza entre las dos colonias no tarda en ir aumentando hasta que un día empiezan los conflictos; primero los rusos se ponen a explotar la mina que los yanquis habían encontrado (pero amablemente apartan el equipo estadounidense y usan el suyo propio), luego los yanquis, incapaces de saber como echar a los rusos, se llevan armas a la luna y ahí empieza la primera guerra espacial de la historia.
Recuerdo que en mi post sobre la primera temporada me quejé mucho de que no nos dejaran ver en ningún momento la perspectiva soviética, pero en esta temporada esto es hasta una mejora; a ratos vemos como la paranoia yanqui les hace meter armas y colar dispositivos nucleares en el lugar más extraño, llegando hasta a engañar a sus propios astronautas para colarlas, viniendo todo de una enorme desconfianza hacia unos soviéticos que, más allá de okupar una mina, lo único que hacen es amenazar con tomar represalias si EEUU sigue llevando armas a la luna, sacando solo la cosa de madre cuando empiezan a matarle cosmonautas; en resumen, que si lees entre líneas te puedes dar cuenta de que para esas alturas la URSS ya está en decadencia, que la mayor parte de su tecnología la está robando de EEUU y que sigue tratando de jugar a grande a pesar de que no tiene cartas ni para jugar a chica, llegando la cosa al delirio absoluto de mostrarnos dos transbordadores enfrentados cara a cara apuntándose con los misiles… Y me da que el transbordador soviético iba desarmado.
Aun así, y como pasaba en la primera temporada, la estrella de la serie son los personajes. Y es que puede que la serie ya no pueda llamarse «Mad Men con astronautas», pero sí que podría decirse perfectamente que es «The Americans con astronautas». La evolución de la sociedad marcada por una carrera espacial constante continúa separando esa línea temporal de la nuestra, y así los derechos de la mujer aumentan dramáticamente y para principios de los 80 casi todo el gabinete que controla la NASA está compuesto por mujeres, la diversidad racial es mayor y la concienciación sobre los roles de hombres y mujeres en el hogar ha cambiado lo suficiente como para que Gordo tenga que cocinar y encargarse de los hijos mientras su exmujer Tracy se dedica a vivir su carrera. Por su parte, Ed y Karen ahora son propietarios del bar de astronautas y la segunda se ocupa de gestionarlo mientras el primero «misteriosamente» ha abandonado todas sus ambiciones espaciales y se limita a un puesto administrativo y jugar al golf.
Y no es que su entorno se haya quedado inmutable, no; en 1983 John Lennon sigue vivo y luchando por la paz, el Papa Juan Pablo II fue asesinado en el atentado que sufrió y el que Reagan fuera elegido presidente con cuatro años de adelanto provoca que EEUU no renuncie al monopolio del canal de Panamá y fuerza al país a posicionarse del lado de la Unión Soviética, provocando un incidente que amenaza con reeditar la crisis de los misiles cubanos. Teléfonos móviles y videollamadas empiezan a ser aparatos habituales en todas las casas, con diseños horrendos, sí, pero a años luz de lo que nos atrevíamos a soñar en el mundo real (porque las videollamadas de Blade Runner eran bastante más lamentables, no se puede negar).
Poco más que añadir; las semillas que se plantaron en la primera temporada han ido germinando en la segunda y amenazan con explotar en la tercera, con muchos personajes secundarios pasando a tomar mayor protagonismo y empezando a darnos la sensación de que en este universo no todo saldrá mejor, y que la guerra fría puede que no acabe para los 90 y el conflicto entre la URSS y EEUU se extienda hasta el planeta rojo. Pero eso tendremos que verlo ya dentro de un año y pico, allá por finales de 2022 o vete a saber, en 2023… ¿Os he dicho ya que odio Apple+? ¡Malditos servicios de streaming, yo este pensaba ignorarlo por completo, pero entre esta y Mythic Quest me tienen enganchado!