No es la primera vez que hablo por aquí del grandísimo trabajo que ha estado realizando Jeff Lemire con su universo superheroico de Black Hammer, construyendo a partir de las ideas y conceptos creados por Marvel y DC pero explorando todos esos temas con una libertad de la que los autores casi nunca disponen y con un respeto, reverencia y cariño enormes por todas esas ideas y sus creadores. Y hoy toca hablar de otro capitulo de este particular Universo, uno en el que partiendo de una idea suya, Lemire ha cedido las labores de guionista a Tate Brombal, quien junto con Gabriel Hernández Walta y Jordie Bellaire nos han permitido ahondar un poco mas en la compleja historia de Mark Markz, el héroe marciano mas conocido como Barbalien y su complicada adaptación a vivir entre personas que en muchos sentidos no son como el pero que en otros tienen demasiado en común.
Para Mark Markz a veces es demasiado complicado compaginar su doble vida como oficial de policía en Spiral City con la de el superhéroe conocido como Barbalien. Un secreto al que se le une otro mas mundano pero que para muchos es tan terrible como su origen extraterrestre, que Mark es gay. Y en la Spiral City de los ochenta, en una epoca en la que personas como el son criminalizadas mientras que al mismo tiempo el es uno de los encargados de hacer cumplir esa criminalización, esas vidas paralelas empiezan a ser demasiado para Mark. Una serie de complicaciones a las que añadir que desde su lejano hogar le están buscando y les da igual llevarle de vuelta vivo o muerto…
Como sucede con todos los personajes que pueblan el universo superheroico de Black Hammer, Barbalien también es un claro y obvio homenaje a un personaje clásico, en este caso J’onn J’onzz de DC, aunque combinado aquí con elementos del Marte de Edgar Rice Burroughs, otro homenaje nada disimulado ya que el sobrenombre del personaje no es otro que Warlord of Mars. Pero lejos de quedarse en la superficie y limitarse a ofrecernos refritos de personajes e historias pasadas, como sin duda hemos encontrado en demasiadas ocasiones, en el universo de Black Hammer (como en Astro City ) nos encontramos con elementos que nos resultan tremendamente familiares pero enfocados desde un punto de vista en ocasiones radicalmente diferente, y ahí reside la grandeza de este universo de cómics.
Y Tate Brombal, Gabriel Hernández Walta y Jordie Bellaire han seguido aquí esta senda para mostrarnos una visión diferente de este personaje a ratos tan familiar y también tan alienigena. Es cierto que no es la primera vez que se explora la complejidad de las vidas de los habitantes de otros mundos que viven en la tierra llevando una doble vida que no solo esconde su identidad superheroica sino también sus orígenes, desde clásicos como Superman al propio J’onn J’onzz. Pero en este cómic esta dualidad se ha llevado un paso mas allá, ya que Barbalien es mas que un “Forastero en tierra extraña” que vive entre los humanos ocultando su origen marciano, sino que incluso entre sus compañeros y amigos humanos tiene que esconder también el secreto de su homosexualidad, algo que incluso en su mundo le aleja de los demás y que le hace vivir una vida de secretos dentro de secretos que están empezando a pasarle factura..
Para ello los autores han colocado a Mark Markz en un momento complicado de la historia de Spiral City paralelo a la historia del mundo real, cuando la crisis del sida estaba en lo mas alto, se trataba al a comunidad LGTBI peor que nunca y estos rechazaban seguir siendo tratados como ciudadanos de segunda clase. Un escenario muy conflictivo que sirve para explorar esa múltiple identidad de Barbalien como héroe alienigena, policía blanco y gay y sus intentos para tratar de reconciliar esos aspectos de su vida tan conflictivos entre si en un mundo (mundos mas bien) que le rechazan y aceptan por todas partes al mismo tiempo. Unos elementos que están haciendo de este cómic una lectura muy interesante y que ha conseguido convertir a Tate Brombal en uno de esos autores cuya carrera pienso seguir de cerca.
Un cómic en el que la otra mitad de su equipo creativo esta formado por Gabriel Hernández Walta, quien ya había trabajado con Lemire en el grandísimo Sentient de TKO (aunque aquí Lemire solo de la idea que luego ha desarrollado Brombal) y que aquí da buena muestra de todo su talento. Tanto si son las calles de Spiral City como las antiguas ciudades de Marte, Walta se desenvuelve igual de bien recreando ambos mundos, siendo capaz de transmitir una sensación de autenticidad, sin necesidad de recurrir a un estilo fotorealista, incluso cuando lo que nos muestra son mundos de pura fantasía. Mundos agrietados y sucios, en los que tenemos la sensación de que ha vivido mucha gente durante mucho tiempo, gente que por como se mueven, y luchan y viven también transmiten esa sensación de estar vivos.
Y Walta de nuevo ha colaborado con la colorista Jordie Bellaire (que sigue siendo una pena que no se prodigue mas como guionista, que se le da igual de bien) quien ya le había coloreado a Walta en cómics como Magneto, Visión, Doctor Extraño, Occupy Avengers, etc, y que demuestra aquí una vez mas que forman un equipo perfecto, embelleciendo el trabajo de Walta y recordándonos que su forma de representar la luz a través del color tiene pocos rivales.
A estas alturas creo que ya sobra el tener que recomendar todo lo que venga de Black Hammer, tanto los cómics escritos por el propio Jeff Lemire como los realizados por Jeff Lemire como los realizados por sus colaboradores como es el caso que hoy nos ocupa, ya que cada una de estas series mantiene un nivel de calidad tan alto en todos los sentidos que para si quisieran muchos de los cómics de superhéroes de las dos grandes. Pero por si acaso por supuesto que recomiendo la lectura de este Barbalien: Red Planet, que es todo un placer disfrutar de cómics como este que con un sabor muy clásico nos ofrece la clase de historias que no siempre podemos encontrar en los universos superheroicos mas populares.