Esta semana ha concluido la miniserie del sello Black Label de Batman – Three Jokers en la que Geoff Johns por fin iba a resolver uno de los cabos sueltos de su etapa en la Liga de la Justicia de hace unos cinco años (ya le ha costado). Un cabo suelto que ya muchos casi habíamos olvidado y pensábamos que se iba a quedar ahí colgado indefinidamente, pero no tendríamos que haber dudado de la tenacidad de Johns.. Y si bien la miniserie en si ha resultado ser un tanto insulsa insustancial (con un dibujo cojonudo, eso si) como poco da para un articulo y para dejar claro de una vez por todas que Geoff Johns puede ser muchas cosas (para mi personalmente de vez en cuando es un gran guionista) pero que con esta miniserie se ha consagrado como el amo y señor del reciclaje, del reciclaje de Alan Moore para ser mas exactos. Así que cuidado porque a partir de aquí hay SPOILERS por todos lados sobre esta miniserie.
Pero primero tenemos que remontarnos hasta el 2015, mas exactamente al numero 42 de la Justice League, en el que Batman se había sentado en el Sillón Mobius de Metron y con ello había adquirido todos los conocimientos del universo o algo así. Un poder que puso a prueba preguntándole a la silla que quien había matado a sus padres, respondiéndole esta que había sido Joe Chill (algo que podría responder cualquiera con acceso a Internet o a la hemeroteca de un periódico local ya que Chill esta en prisión condenado por el asesinato de los Wayne) para después preguntarle algo mas complicado, el verdadero nombre del Joker. Y esta respuesta si que dejo sorprendido a Batman…
Unos meses mas tarde, en el numero 50 de la misma serie supimos por fin que era lo que el Sillón Mobius le había respondido a Batman cuando este le pregunto por el verdadero nombre del Joker, que no había solo uno, que había tres Jokers, una respuesta que había desconcertado tanto a los lectores como al propio Batman. Y aunque parecía que esto se iba a resolver de forma mas o menos rápida al final entre unas cosas y otras hemos tenido que acabar esperando unos cinco años para obtener la respuesta a este misterio. De forma poco sorprendente la respuesta ha sido algo anticlimatica.
En los tres números que ha durado esta miniserie, que ha tardado tanto en publicarse que al final es casi imposible encajar en la continuidad, y dado que se ha publicado en el sello Black Label probablemente ahora no sea mas que un Elseworlds (hasta que a alguien le de por recuperar elementos de esta en el futuro) nos hemos encontrado con Batman revelándole a sus aliados (bueno, solo a Batgirl y Red Hood) que aparentemente existen tres Jokers y que esto ha sido así durante mucho tiempo pese a que nadie, ni siquiera el propio Batman, se habían dado cuenta de ello.
Tres Jokers que homenajean a las tres versiones mas populares del famoso villano. El Criminal, que básicamente seria el Joker original de Bill Finger y Jerry Robinson, el asesino despiadado que aterrorizaba a Gotham. El Payaso, el Joker que durante un par de décadas se convirtió en un bromista que no mataba a nadie y se enfrentaba a Batman utilizando bromas grotescas. Y por ultimo el Comediante, que básicamente seria el Joker que en los 70 reinventaron Denny O’Neill y Neal Adams combinando elementos de las dos versiones previas devolviéndole a sus raíces homicidas y que popularizaron autores como Steve Englehart y Marshall Rogers o Alan Moore y Brian Bolland entre muchos otros, básicamente el Joker que conocemos todos.
Tres Jokers que aquí hemos visto trabajar juntos por primera vez poniendo en marcha un retorcido plan, crear un nuevo y definitivo Joker, replicando el accidente que creo al original (y que este, sea cual sea de ellos tres, repitió con sus dos compañeros), con numerosas victimas secuestradas a lo largo y ancho de la ciudad y que incluían a ciudadanos anónimos como al mismísimo Jason Todd (quien se libró por los pelos de pasar por el proceso) o incluso a Joe Chill, ya que según estos Jokers la nemesis definitiva de Batman debía ser el hombre que le creó (si, los Jokers saben que Batman es Bruce Wayne) aunque esto ultimo, sin duda queriendo homenajear de aquella manera al origen del Joker de Tim Burton, también se frustró en el ultimo momento.
Una idea que en teoría debía reforzar esa idea de que da igual quien sea el Joker (y que al final nos quedamos con uno solo) pero que Johns no ha sabido ejecutar bien y que al final se ha quedado en una miniserie estirada que nos cuenta en tres números algo que se podría haber contado en un simple especial y que al igual que sucedió con Doomsday Clock al final de esta solo podemos salvar el trabajo del dibujante, Jason Fabok en este caso, que esta impresionante.
Pero dejando a un lado lo insulso que ha resultado todo, que cinco años de misterio se han quedado en un bluf enorme, y que a lo largo de la miniserie nos han soltado momentos absurdos como ese Jason Todd repentinamente enamorado de Barbara Gordon (un amor no correspondido, pobrecillo) y que a estas alturas parece claro que nada de lo que nos han contado aquí es canónico (no recuerdo que en la Joker War de James Tynion se hiciese la mínima mención a esto y en teoría deberiaser cronológicamente posterior a esta miniserie) lo que realmente ha quedado claro con esta miniserie es que Geoff Johns es a Alan Moore lo que Wally Tortolini fue a la Liga de la Justicia Internacional.
Para quienes no le conozcan Tortolini era un periodista sensacionalista que literalmente rebuscaba en la basura de los demás para conseguir información que publicar en el periodicucho en el que trabajaba y que acabo haciéndose con las armas de números villanos de tercera con las que creo el caos. Vamos, un personaje habitual para la JLI. Y aunque Johns que sepamos aun no ha viajado a Northampton para llevarse la basura de Alan Moore y ver si encuentra alguna idea, no podemos negar que es quien con mas fervor se ha dedicado a aprovechar las ideas que el ingles dejo tras su paso por DC.
En su etapa en Green Lantern ya vimos como una historia corta de los Green Lantern Corps que Moore realizo junto con Kevin O’Neill le sirvió a Johns como fuente de inspiración para crear años de historias como la War of Light, Atrocitus y compañía (lastima que no aprovechase también lo del miembro de los Corps que era ciego y usaba una campana en lugar de un anillo) Años mas tarde reincidió en esa linea de inspiración dándonos Doomsday Clock, esa secuela innecesaria de Watchmen que aun hace que Diógenes grite de rabia en sueños y que curiosamente, y como ha terminado con los Tres Jokers, también se retraso tanto que acabo por no encajar en la continuidad de DC y acabo formando parte también de ese limbo de historias que acaban quedando descolgadas de la realidad del Universo DC.
Y aquí nos encontramos con un poco de lo mismo cuando nos damos cuenta de que esta miniserie no es tanto la resolución de aquel misterio que se planteo en la JLA hace un lustro sino una secuela apócrifa de la Broma Asesina. Esto podemos apreciarlo cuando observamos que pese a que hay tres Jokers en la historia al final en quien se pone mas énfasis es en el Comediante, el mismo que asaltó a Barbara Gordon en su casa y que le disparo dejándola paralitica. Un Joker que en esta historia se pasea disfrazado como en esa famosa escena, que sigue utilizando su cámara de fotos, en una historia en la que se nos recuerda una y otra vez el trauma sufrido por Barbara tras lo sucedido. Un Joker que como no podía ser de otra forma al finalizar la historia es el único que queda en pie y aunque se juega con la idea de si sera el original o uno de sus sucesores creados por este, todo indica que efectivamente este Joker es el autentico.
Una naturaleza de secuela que por si no era lo suficientemente evidente, se muestra también en la estructura de pagina utilizada por Jason Fabok a lo largo de casi toda la historia, la rejilla de 2×3 viñetas precisamente como en la Broma Asesina, en los números flashbacks hacia aquella historia, e incluso hacia el echo de reescribir ciertos elementos de aquella historia. Y es que aquí Johns y Fabok nos revelan que la esposa del Joker que aparecía en los recuerdos de este cuando aun no era siquiera un criminal de poca monta oculto bajo la mascara de Reed Hood, no falleció como se nos contaba allí, sino que por miedo a su marido pidió ayuda a la policía y estos la ayudaron a desaparecer de la ciudad y fingir su muerte (que majos ellos), lo que llevó al hombre que se transformaría en el Joker al borde de la locura.
Una esposa que ha vivido desde entonces en la otra punta del país, aparentemente convencida de que su marido falleció y ajena al autentico destino de este, mientras cría al hijo de ambos. Algo que Batman sabe porque (y lo dice literalmente) es Batman, y nos revela que el siempre supo la autentica identidad del Joker (debemos asumir que esto se lo pregunto al Sillón Mobius como prueba de que de verdad lo sabia todo) que la averiguo pocos días después de su primer enfrentamiento y que ha mantenido ese secreto para proteger la identidad de su esposa a hijos y que ni ellos ni nadie sepan jamas de su existencia. Un momento que Johns trata de utilizar para recalcar de nuevo la idea de que el autentico nombre del Joker no es importante.
Así que tenemos una miniserie bonita de ver, en la que al igual que en Doomsday Clock se desperdicia el talento de un gran dibujante en una historia fallida que aporta poco o nada a los mitos de Batman y que probablemente no tendrá repercusión alguna en el futuro de ninguno de sus protagonistas. Un cómic que difícilmente puedo recomendar (Diógenes aun se caga en mi por decirle que se lo leyera) y que espero olvidar lo antes posible. Pero lo que si nos ha quedado claro es que Geoff Johns es un gran fan de Alan Moore, que tiene una forma curiosa de mostrar esa admiración y que sin duda tarde o temprano veremos publicada la Cosa del Pantano de Geoff Johns (y algún dibujante cojonudo que estaría mejor haciendo otro cómic) en el que se nos revelara que igual aun se le puede dar otra vuelta de tuerca a la Lección de Anatomía, que sabemos que lo acabará haciendo un día de estos.