Allá por principios de los 80, en Marvel no se les ocurrió otra cosa que inventarse una superheroina de la música disco. Habían hecho un superhéroe motero, un equipo de futbol americano con poderes y claro, la fiebre del sábado noche pegaba muy fuerte en aquel momento, con lo que así nació Alison Blaire, más conocida como Dazzler. Nada nuevo, ¿no? Pues… No exactamente.
Porque Dazzler fue creada con bastante más ambición, con vocación «transmedia» mucho antes de que se inventara algo así. La idea nacía de la parte corporativa de la editorial con el objetivo de que el personaje fuera más allá de la viñeta creando una «cantante virtual», para lo cual negociaron con una discográfica la creación de un disco del personaje y corrieron a vender el personaje a Hollywood, consiguiendo que Bo Dereck -un sex symbol de aquellos tiempos del que ya no se acuerda nadie menor de 45 años- se interesara por el personaje; el mismísimo EiC (Editor en Jefe) de Marvel Jim Shooter escribiría un tratamiento de guión para la película y todo iría de rechupete… Pero por una o por otra cosa, toda la parte transmedia fracasó.
Pero por el contrario, extrañamente el horrendo cómic de Dazzler si que funcionó y aguantó unos tres años (más una novela gráfica de calidad parecida escrita por el mismísimo Jim Shooter), probablemente por ser la primera serie de Marvel que se vendió únicamente en el mercado de venta directa. Dazzler se arrastraría como personaje de tercera fila hasta que Chris Claremont -un tipo de buen corazón y mejor escritor, todo hay que decirlo- se apiadó de ella porque la chica al fin y al cabo era mutante y, ya que le habían obligado a meterla durante la Saga de Fénix Oscura, pues habrá que ser coherente y meterla la grupo antes de que a alguien se le ocurra crear un nuevo Factor X con ella o yo que sé. Y bueno, se podría decir que el resto es historia, pero todos sabemos que Dazzler ha seguido siendo un cero a la izquierda durante sus cuarenta años de existencia. Pero a alguien le pareció que la idea no era tan mala…
Empezaban los 90 y en Marvel habían echado a patadas a Jim Shooter y ya nadie debía de acordarse de Dazzler, porque ni Jim Lee ni Whilce Portaccio se habían acordado de ella en sus recientemente robados X-Men (si son gentuza se dice y no pasa nada, yo no me voy a cansar de repetirlo). Sin embargo, el nuevo EiC de Marvel debía de aburrirse entre tanto cheque de royalties y debía recordar su primer cómic, uno que guionizó el mismo y así le salió. Según versiones, ni siquiera fue cosa suya si no de Stan Lee -que para entonces estaba también contando billetes, así que tanto da- con lo que esta vez, esta vez sí, hicieron el disco. Pero nada de hacer un grupo virtual ni historias, no, eso no son los monos ni los gorilas, esto va a ser una cantante de verdad, con un disco de verdad y canciones de verdad. Con ustedes la estrella de los 90, la nueva generación de la música y los superhéroes, NIGHTCAT:
¡A tope con la Nightcat, oye!
¿Qué? ¿A que os encanta? A M’Rabo le ha encantado, pero es que a él todo lo que suene ochentero le vuelve loco. Lo cierto es que para 1991 Nightcat igual sonaba un poco retro -aunque mayores horteradas lo petaron en aquellos tiempos- pero el personaje y su estética pegaban muchísimo con los superhéroes lamentables que se inventaron por aquellos tiempos como Night Trasher, unos cuantos miembros de X-Force, Darkhawk o The New Warriors, sin ponernos a rebuscar en la basura con Wolfpack o Thunderstrike. Vamos, que ya en aquel momento Marvel generaba material para derribo sin cortarse un pelo, pero lo bueno que tenía la burbuja especulativa era que absolutamente todo se vendía, así que Nightcat tenía que venderse por narices, ¿no?
Pues no, no lo hizo. Y esta vez no vendió ni el cómic ni el disco, nada de nada, un fracaso absoluto. Que entiendo que el disco no vendiera cuando va de pop bailón y le pones una portada que a los ojos de tu verdadero público objetivo parece metal noruego, no tiene sentido que trates de vender a tu nueva cantante -Jacqueline Tavarez se llama ella y su personaje, por cierto- como la nueva Paula Abdul y la portada de su disco evoque guitarras y motosierras pero con gatitos, pues no. Respecto al cómic, pues sí, dicen que está escrito por Stan Lee en una época en la que eso ya no garantizaba nada -o más bien sí, que debía haberselo escrito otro señor- con argumento de Jim Salicrup y Barry Dutter, que no eran precisamente primeras espadas de Marvel. En el apartado gráfico teníamos a un Denys Cowan que habría hecho mucho mejor en seguir dibujando Deathlock y un jovencísimo Jimmy Palmiotti entintando. Y un dato curioso, sí, el editor era Bob Budiansky, pero el ayudante del editor es el incombustible Tom Brevoort, que ya estaba dando guerra por aquel entonces.
Sobre el cómic es mejor no decir nada, sobre todo cuando sus primeras líneas son «La hembra de la especie. Hermosa. Apasionada. Sensual. Y mortal.» Es un producto de su época y ahí deberíamos dejarlo, no es cuestión de cebarse. Después de todo, la idea de crear un cantante o un grupo «virtual» había funcionado en el pasado y volvió a funcionar, así que Joe Quesada podría perfectamente haberlo intentado en 2001 o Axel Alonso en 2011, ¿no? Quiero decir, perfectamente ahora mismo CB Cebulski puede ver un clip de youtube de Hatsune Miku y pensar en que esta vez sí, esta vez podría salir bien…
¿Que qué pinta esto aquí? Yo que sé, una de las canciones de Nightcat es «Don’t Change, Don’t Change» y supongo que me he liado…