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Copiar, plagiar, tal vez soñar…

Copiar es sano, copiar te sirve para aprender, copiar disimula tus fallos y tu inseguridades, copiar te permite pasar a cosas más importantes y solventar la papeleta de un trabajo pesado y obligatoria. Pero plagiar está muy mal.

¿Plagiar? ¿Yooooo? ¡Si para eso uso negros!

Virgilio escribió su Eneida mirando a Homero y nadie se quejó, porque en el fondo venía a ser una variación del original barriendo para casa. Cervantes se quejó bastante más cuando empezó a ver Quijotes apócrifos que copiaban sus personajes en situaciones totalmente contrarias al concepto que tenía el escritor de su obra original, por lo que se vio obligado a escribir una secuela y zanjar el asunto. Y es que a muchos escritores no les hacen ni pizca de gracia las «fanficciones», porque tienen miedo que el autor de la copia pueda acusarlos en un futuro de copiar su copia porque han contado una idea parecida. Pero claro, todo esto en torno a la literatura, en la que la copia está permitida pero no así el plagio literal; en las artes gráficas o en la música está bastante más mal visto.

-¿Neil, decías que te gustaba que tus hicieran fanfiction? Te voy a enseñar una cosa que se llama rule 34, salao…

Y es que el plagio musical empieza a partir de la reproducción de ocho compases seguidos, y para evitarlo en muchos casos se hacen pequeños arreglos con el objetivo de poder vender la misma canción con cuatro apaños (hace no mucho por aquí hubo un caso de una verdader mafia de estos «arreglos musicales» que organizaban conciertos nocturnos en televisión para cobrar derechos de autor, una maravilla) mientras que en el dibujo y la pintura… Como que la cosa está bastante más complicada.

Cualquiera saca una foto así y no pasa nada. Pero como lo dibuje…

De entrada, los hay que ya te quieren acusar de plagio por copiar una composición. Claro está que nadie te va a acusar de plagio por un primer plano frontal de un personaje, pero si metes un contrapicado de varios personajes mirando hacia arriba, todos van a ver una referencia a la portada que realizó Kevin Maguire para el primer número de la JLI. Lo mismo pasa si metes un personaje en 3/4 y en cuclillas ocupando toda la portada con ciertas libertades anatómicas, remite al número uno del Spiderman de McFarlane al igual que un tipo saltando a contraluz con un rayo de fondo es The Dark Knight Returns. Cuando una obra se hace muy famosa, sus elementos acaban tan grabados en la memoria colectiva que cualqueir referencia a la misma es reconocida al instante y claro, a partir de ese momento cualquier reutilización de sus elementos es calificado como homenaje… O plagio.

Ojo, que en DC hay portadas homenajeadísimas, pero tienden a hacer siempre las mismas.

Así, es habitual ver recreaciones de la portada del número uno de bastantes series de Marvel (en DC no se hace tanto, más que nada porque plagiar a Bob Kane no merece la pena y homenajearlo es hasta inmoral) y así es como hemos visto a menudo recreaciones del nº15 de Amazing Fantasy, a Jim Lee recreando a su estrafalaria manera el nº1 de X-Men (de Uncanny, vaya) y tantas y tantas portadas. Son referencias claras, directas y perfectamente permitidas, pero por supuesto también tenemos casos en los que los autores plagian viñetas enteras, portadas, diseños y demás elementos no tan conocidos, esos que el personal no reconoce a la primera dando por supuesto que son un homenaje y claro, cuando lo descubren…

Si os interesa ver más «inspiraciones» de Ibañez con Franquin aquí tenéis para hartaros.

Cuando lo descubren tienen dos opciones, alegrarse de «captar la referencia» o cabrearse por considerarlo un plagio. Durante los 70 en Creaciones Ilustradas era el pan nuestro de cada día el copiar el Rip Kirby de Alex Raymond y demás tiras de prensa, así como en Bruguera Ibañez se volvía loco calcando viñetas de Franquin. Esto, que muchos autores podrían considerar legítimo y parte del aprendizaje de cada profesional -recordemos que robar está permitido, pero robar para hacer algo inferior es crimen capital- para muchos lectores era algo completamente inadmisible, casi una estafa, un engaño. En los propios correos de Conan Mariano Ayuso cargaba contra el dibujante del cómic que te acababas de comprar, llamando a Gary Kwapisz «consumado copión», y así es como multitud de sus lectores fueron incapaces de valorar nada del trabajo de Kwapisz sin tener en cuenta el hecho de que joder, ¡es que le ha copiado esta y esta otra viñeta a John Buscema! Ignorando por completo, eso sí, que en Marvel era política habitual el tener un artista de referencia al que todos los jovenzuelos copiaban para mantener el estilo de la serie. Tela.

A medidados de los 80 los fans de Conan se dividían entre los fans de Buscema y los de Barry Windsor Smith, y lo único que les unía era el odio a Kwapisz.

Entonces, ¿por qué está bien visto entre los autores el plagio puntual y tan mal visto entre los lectores? Pues la respuesta es muy sencilla, a Juan Gimenez le importaba una mierda que Walter Simonson echara mano de su forma de dibujar mujeres o armaduras espaciales, igual que a Jim Lee le podía dar absolutamente igual que tantos y tantos lo imitaran a principios de los 90. Que estamos hablando de que hasta veteranos como Herb Trimpe trataron de evitar pasar hambre a golpe de copiar y copiar a Jim Lee, el artista de moda, y ni por un solo momento vimos a Jim Lee poniendo el grito en el cielo porque «le estaban robando su trabajo». Porque es lo normal, porque es lo que significa crear tendencia. Uno te va a copiar, sí, y normalmente en la copia lo hará peor, con lo que a tí te hará parecer hasta mejor. Del mismo modo, si el que te copia es bueno, sabrá copiar algo determinado y compensar tus fallos, con lo que conseguirá sacar algo mejor de lo que tú podrás echar mano para mejorar. Pero claro, también hay otros casos…

Nunca soporté este personaje, oiga.

La semana pasada hubo bastante revuelo por una editorial modesta que, además de publicar los cómics de Star Trek en España, también publica cómic patrio y por eso se puso a defender cual gato panza arriba una portada plagiaria de un cómic realizado por uno de sus autores novatos. El cómic no destacaba en lo más mínimo y seguramente de otra forma nadie habría hablado de él, con lo que es de esperar que, después de habérselo currado durante horas, el autor pensara que tenía que echar el resto en la portada. Lejos de hacer una portada como mejor pudiera y supiera, imagino que la inseguridad se lo comió vivo -es normal, en esto del arte tu mayor crítico siempre eres tu mismo- y decidió copiar como un oligofrénico, sin el menor de los complejos. Copió, calcó y plagió hasta elaborar un collage de distintos que lo suyo debió de costarle -no es broma, seguramente habría tardado menos dibujándolo él mismo directamente- y lo coronó en la portada con una cabeza de Rei Ayanami, el personaje de Evangelion. Naturalmente, internet reconoció el rostro del popular personaje y, cual cólera divina, disparó con todo lo que tenía contra una editorial de la que hasta ayer no habían oido hablar, contra el autor desconocido y contra todo lo que se moviera. Un usuario (como borró el montaje original supongo que prefiere no ser citado) hasta elaboró una reconstrucción de todas las piezas plagiadas, y así es como en un desconocimiento tremendo de cómo funciona el cómic amateur y la autopublicación, muchos exigieron el despido del autor y su defenestración pública.

Con lo fácil que es copiar de la realidad, que escandalizas menos a la muchachada…

La cosa todavía sigue encendida porque el pasado fin de semana la editorial anunció su propósito  de no publicar el cómic, decisión que no acabo de entender porque al fin y al cabo no sería el primer cómic que sale a la venta y, gracias a algún youtuber o aguililla de esto de internet que se compre el cómic para proceder a despellejarlo -eso les gusta mucho hacerlo- y escandalizarse mucho y reírse con toda la crueldad que le permite su «justa» cruzada, sus seguidores vayan como borregos a comprar el cómic para poder reirse y hasta regalarlo a sus amigos como broma, porque el cómic ya no es un cómic, es un meme, es el Ecce Homo de Borja. Y sí, estoy hablando de como los Rob Liefeld del mundo han conseguido que durante toda la historia del arte hablen de ellos, que hablen de su obra, aunque sea mal, y es que el mayor miedo que puede tener un artista es que le resulte indiferente al público. Ojalá se publique este cómic, y la gente lo compre, y lo lea mucha gente y le acabe gustando lo suficiente a la gente como para que pueda mejorar más todavía haciendo una continuación o lo que haga falta para aprender a valerse por si mismo sin tirar de «referencias».

En definitiva, que copiar está bien, está permitido, ¡PERO NUNCA COMO GREG LAND!

 

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