La semana pasada perdimos a Dennis “Denny” O’Neil, una de esas personas clave en el mundo del cómic estadounidense, tanto en su labor como editor como en la de escritor, y sin quien la industria ahora mismo no seria la misma. Un pionero en muchos terrenos que quiso llevar el cómic de superhéroes un poco mas allá y lo consiguió, consiguiendo por el camino que muchos de nosotros leyésemos algunos de los mejores cómics de nuestras vidas. Por todo ello queremos dedicar esta semana a recordarle y honrarle y nada mejor que hacerlo a través de su obra. Y para eso quiero comenzar con un cómic que quizás no sea su obra mas importante o las mas influyente en el medio, pero que fue un cómic que ayudo a cambiar mi forma de ver el cómic, que me descubrió que las posibilidades del genero superheroico eran muchísimo mayores de lo que imaginaba y que jamas me he cansado de releer, The Question.
Tras la brevisima vida editorial de The Question, creado por Steve Ditko para la Charlton, que apenas duró un año a finales de los sesenta, el personaje languideció en el limbo editorial hasta que años mas tarde DC Comics compro el fondo editorial de Charlton, y tras un pequeño cameo en Crisis en Tierras Infinitas junto con sus compañeros de editorial, el personaje fue integrado en el Nuevo Universo DC para finalmente en 1987 tener una nueva oportunidad de la mano de un equipo creativo de lujo, Denny O’Neil y Denys Cowan. Pero O’Neil quería hacer algo diferente con el personaje, alejarlo de sus orígenes (ya que inicialmente era una versión algo menos radical del Mr. A de Ditko) y darle un nuevo enfoque que le permitiese contar otro tipo de historias. Y aunque dadas las circunstancias nada hubiese sido mas fácil que limitarse a comenzar de cero con el personaje (después de todo se encontraba en una nueva editorial, nueva continuidad décadas después de su ultima aparición) O’Neil encontró una solución muy elegante para transformar al personaje y al mismo tiempo respetar el trabajo de sus predecesores (sorpresa, se puede hacer porque la continuidad no es un lastre cuando se tienen talento y ganas) matar a Question.
Una muerte metafórica que en el cómic se tradujo como una experiencia cercana a la muerte que hizo que el personaje se replantease muchas cosas, que aprendiese unas cuantas lecciones y que se reinventase a si mismo mientras los lectores podían ir conociendo a este nuevo Question con el que O’Neil tenia tanto que contar. Un héroe atípico al que impulsaba un sentido innato de la justicia (forjado a partir de vivir demasiadas injusticias), luchar contra sus demonios internos y sobre todo una curiosidad inmensa que le llevaba a buscar la verdad por encima de todo, cualidades que bebían y mucho de las propias experiencias de O’Neil. Pero de todo eso tarde en enterarme porque al principio yo detestaba Question.
Porque para mi en aquellos años solo existían dos clases de cómic, el infantil (básicamente todo lo que publicaba Bruguera, tanto material propio como extranjero) y el superheroico, que para mi se caracterizaba por los colores brillantes, el dibujo claro y detallado las aventuras espectaculares. Y dentro de todo eso Question era una anomalía, lo publicaba Zinco junto con Superman o los Nuevos Titanes, y aunque llevaba un disfraz no parecía un superhéroe, protagonizaba historias que tenían poco que ver con lo que me gustaba en aquella época y como me sucedió con muchos dibujantes en aquellos años, el estilo de Cowan no encajaba con lo que para mi era la forma “correcta” de dibujar (la de autores como Byrne, Perez, los Buscema, etc)
Por suerte poco y con los años todos esos prejuicios se fueron quedando detrás y tras rebuscar mucho en las librerías pude redescubrir y apreciar este grandísimo cómic y a sus autores. Y aunque por aquel entonces los temas que O’Neil trataba en The Question no era nuevos ni para el cómic ni para el mismo (tardé aun un poco mas en descubrir su Green Lantern/Green Arrow) lo que descubrí allí me fascinó. Y es que esa corrupta ciudad de Hub City, que era casi un personaje mas en la serie, y esa desesperada e imposible lucha de unos pocos personajes por hacer lo correcto, permitieron a O’Neil tratar toda una serie de temas que yo por aquel entonces no creía que pudiesen tratarse en el cómic.
La corrupción política, los malos tratos, abusos sexuales, trafico de drogas, el lobby armamentístico, los traumas psíquicos de los veteranos de guerra… Todo eso y mas puso Denny O’Neil en frente de sus lectores, obligándonos a aceptar ciertas feas verdades de nuestro mundo, visto a través de los ojos de un protagonista que muchas veces era un mero testigo, que con su nueva filosofía zen y su obsesión por cuestionárselo todo, permitía a O’Neil diseccionar esos temas para mostrarnos esa cruda realidad (cuando la gente suele decir que antes no había contenido político en los cómics, o miente o este se encontraba tan bien escrito que ni se daba cuenta)
Fueron solo treinta y seis números y varios especiales, apenas tres años, pero en ese breve espacio de tiempo O’Neil, Cowan y compañía crearon uno de esos cómics revolucionarios e imperecederos por los que solo pasa el tiempo para hacerlos aun mas relevantes de lo que fueron en su día y que sin duda contribuyo a cambiar la forma de hacer cómics influyendo tanto a lectores que a partir de entonces buscaron algo mas como a futuros autores que quisieron seguir los pasos marcados por Question. Un cómic que pese a no tener la popularidad de sus etapas en personajes muchísimo mas conocidos como Batman, Green Lantern, Green Arrow o Iron Man, es uno de esos cómics imprescindibles que todo el mundo debería leer. Y a lo largo de toda la semana seguiremos recordando la vida y obras de este grande del cómic que aunque ya no se encuentre entre nosotros ha dejado detrás un legado inmenso que servirá para mantener viva su memoria.