En los pasados meses hemos pitufado de muchas pitufadas y hoy toca hablar de todo un clásico por derecho pitufo en estos temas, los Pitufos Negros de Peyo. Un pitufo muy adelantado a su época que es todo un precedente para un pitufo tan manoseado como el de los zombis. Pero antes de comenzar a pitufar de forma normal, que pitufar así es una pitufada de mucho cuidado, quiero aprovechar para decir que Diógenes es un pitufo de pitufa, un pitufador de la peor pitufa y un pitufo que espero que caiga pitufado de la pitufa mas pitufada posible. Ala, ya me he quedado a gusto, demos paso a los Pitufos Negros.
Un día como cualquier otro en la aldea Pitufa, Papa Pitufo había organizado los trabajos para construir un puente sobre el rio. Pero con lo que no contaba nadie es con que el Pitufo Holgazán al alejarse para conseguir madera con la que continuar los trabajos seria infectado por la Mosca Bzz y que su picadura le transformaría en una peligrosa criatura con un único objetivo en mente, extender la infección a cualquier precio y no dejar un solo Pitufo libre en el bosque…
Cuando de niño leí esta historia de los Pitufos por primera vez (la primera de muchas) no tenia ni idea del curioso lugar que ocupaba este en la historia de la ficción. Y es que cuando Peyo creó esta primera historia en solitario de los Pitufos en 1959 (que mas tarde redibujo en 1963 para su publicación en álbum y debe ser la que todos conocemos) no solo había creado (técnicamente expandido a unos secundarios introducidos en Johan y Pirluit) a unos de los personajes del cómic infantil internacional mas populares de la historia, sino que se había adelantado casi una década a lo que hoy en día conocemos como el genero zombi.
Y es que casi una década antes de que George A. Romero rodase su famosa “La Noche de los Muertos Vivientes” (1968) Peyo ya había introducido en esta historia muchas de las claves del genero, el zombi como alguien infectado que se transforma en un ser irracional y violento que extiende la infección a mordiscos, los supervivientes cada vez mas escasos y desesperados que no ven salida a la situación, el “infiltrado” que oculta su infección y ataca a los demás… Todo eso ya estaba ahí, en un cómic infantil de apenas veinte paginas al que muchos ignorantes han acusado de racista por no saber ver mas allá de la superficie y que en realidad es una obra pionera dentro de un genero con el que no tiene absolutamente nada que ver y que no se como pudo influir, si es que lo hizo, en todo lo que supuso el genero zombi en la ficción. Pero lo que no le podemos negar a Peyo es que fue todo un visionario.
Pero independientemente de todo esto, los Pitufos Negros sigue siendo, sesenta años después de su publicación, una aventura muy entrañable (que de niño me provocó algo de mal rollo) repleta de acción, de humor y que sigue manteniendo intacta su frescura como el primer día. Todo ello envuelto en el encantador arte de Peyo, quien con un estilo que superficialmente puede ser considerado muy simple, se escondía un artista enorme capaz de dotar a sus personajes de una expresividad enorme, de narrar a la mil maravillas de ofrecernos detalladisimos escenarios que da gusto verlos y de introducir en sus historias, disfrazados en aventuras infantiles, temas bastante serios que uno no acaba de comprender del todo hasta años mas tarde (Tengo que reseñar el Pitufisimo en cuanto tenga ocasión). Todo un grande del cómic al que deberíamos reivindicar mas a menudo.
Y con esta pitufada terminamos una semana mas de esta pitufa que poco a poco vamos dejando atrás, aunque por si acaso mejor pitufar los consejos de Papa Pitufo y evitar pitufarnos. Yo por mi parte tras esto creo que voy a pasarme el fin de semana pitufando en la nostalgia y releyendo de nuevo la obra de Peyo, que han pasado ya muchos pitufos desde la ultima vez que los pitufé y esta pitufa me ha recordado que son mejores de lo que pitufaba.