Todo lo bueno se acaba, y The New Mutants 29 es el principio del fin de la etapa Sienkiewicz, porque tristemente es la última historia que dibujará en solitario. La siguiente saga -del 32 al 35- vendrá dibujada por Steve Leialoha, para luego, y tras cierto paréntesis asgardiano, reencontrarnos con Sienkiewicz pero esta vez junto a Mary Wilshire. Aviso ya de entrada que estos cómics solo los voy a repasar por encima, porque quieras que no esta es una serie de posts sobre la etapa de Sienkiewicz y, aunque luego nos encontremos curiosidades como a Rick Leonardi entintado por Sienkiewicz, como que creo que lo mejor será terminar con Sienkiewicz como dibujante y entintador sin «adulterar». Y que narices, si alguien se queda con las ganas, que siga leyendo Los Nuevos Mutantes, que son la mar de disfrutables y por algo estamos ante una de mis series favoritas. Pero vamos con el número 29…
O no, porque me toca hablar de la serie limitada Beauty & the Beast, publicada en 1985 con portadas de Bill Sienkiewicz y guionizada por Ann Nocenti (editora de estos Nuevos Mutantes, sí) con dibujo Don Perlin. A alguno le sonará por su edición de forum en el número 12 de la colección Extra Superhéroes, al resto no le sonará en absoluto porque pasó sin pena ni gloria. Lo importante de todo esto es que los personajes protagonistas eran La Bestia (sí, Hank McCoy) y Dazzler, la entrañable cantante disco mutante que todos conocemos y que hasta hacía bien poco había tenido su serie propia y hasta una novela gráfica, y que a pesar de todos los esfuerzos de Jim Shooter en aquel momento era uno de sus más notables fracasos. Tanto ella como Hank protagonizarían una serie de cuatro números en la que ambos se vieron envueltos con un coliseo de gladiadores clandestino en Hollywood que enfrentaba a gente con poderes, y los dos acabaron enrollándose y siendo muy felices hasta que llegó el siguiente guionista y se olvidó de su romance. Y bien que hizo.
La cuestión es que los gladiadores de aquella historia han vuelto a la carga y para mantener su negocio en pie han decidido secuestrar a Roberto y Amara, por lo que así tenemos el presente cómic de Los Nuevos Mutantes arrancando con medio cómic de Illyana y Sam en traje de baño persiguiendo a los secuestradores sin tener mucho éxito. Otra vez se le nota la acumulación de trabajo a Sienkiewicz y se echa de menos su explosión creativa de los primeros números, pero esto es lo que hay y para colmo nos pilla de lleno en la fase más megalómana de Jim Shooter, por lo que este cómic no solo va a cargar con referencias a la serie limitada ya mentada y a la serie principal de X-Men, si no que también va a contar con referencias a Secret Wars II y al Todopoderoso. Arrea.
Tras varios intentos infructuosos de ponerse en contacto con sus compañeros perdidos, Sam e Illyana acaban en la puerta de la novia del primero, Lyla Cheney, ladrona y cantante intergaláctica que curiosamente estos días tiene como telonera -o corista, o yo que sé- a Dazzler, que en cuanto escucha la historia de Sam se da cuenta de que los raptores son los mismos gladiadores a los que ella se enfrentó en su día. Mientras tanto, Roberto y Amara son forzados a pelear por un tal Alexander Flynn -uno que en su día decía ser el hijo del Doctor Muerte, una larga historia- bajo la amenaza de matar a unos críos si no lo hacen. Tras una mención a Magnum PI -esto son los Nuevos Mutantes, ¿qué te habías pensado?- Bobby se ve forzado a pelear.
Ajeno a todo esto Magneto sigue tan feliz con su novia Aleytis Forrester, pero el canalla de Xavier -que odia la felicidad ajena y es un canalla- los interrumpe y le pide que a Magneto -que de por sí ya está bastante mal de lo suyo- que reuna a los mutantes y a sus X-Men para defenderlos de la inminente llegada del Todopoderoso a la Tierra, que él no puede liderarlos porque después de lo de Legión también se ha quedado muy mal de lo suyo. Y allí que va Magneto a buscar a los Nuevos Mutantes, que no lo conocen de nada ni saben quién es más allá de lo que han leído en las noticias de que hunde submarinos y cosas así.
Lyla, Dazzler y los demás llegan a la Arena con la intención de infiltrarse como espectadores, pero pronto queda claro que quienquiera que haya reconstruido los juegos de gladiadores no es el tal Flynn, si no alguien con un problema serio de sobrepeso al que le interesan mucho Los Nuevos Mutantes. Por supuesto, no tardan ni un suspiro en saltar al ruedo y pegarse con todos los gladiadores, pero en mitad de toda la bronca aparece Magneto y nos cuelgan un cliffhanger de que todo continuará en Secret Wars II #1… Y lo peor es que no es un crossover que te puedas saltar por la patilla, no, en el crossover pasan cosas gordas e importantes. Ugh.
Porque sí, a Jim Shooter por aquellos años se le iba la olla lo más grande, y su ego ya había crecido hasta semejante tamaño que su Secret Wars II destrozó cómics a diestro y siniestro. No bastaba con que el crossover en sí fuera mediocre tirando a malo, si no que trató de forzar que el Todopoderoso y sus tonterías aparecieran en momentos concretos de las demás series, con Secret Wars II #1 recreando tanto el contacto de Xavier con los Vengadores y Magneto como la entrada de este último en la pelea de gladiadores. Tenías que leerte ambas series para entender lo que estaba pasando y lo que es peor, en el propio cómic de Shooter se contaba como Los Nuevos Mutantes, gracias al Hombre Molécula -«gracias» es un eufemismo de «por su puta culpa»- descubren el lado «Niña Oscura» de Illyana que la pobre muchacha se ha esforzado tantísimo en ocultar. Y sí, con eso empezará el número siguiente, sin que nadie entienda muy bien de dónde han salido Kitty y Rachel Summers -sí, lo explican en Secret Wars II, y son parte del equipo que monta Magneto para enfrentarse al Todopoderoso, al Hombre Molécula y a Jim Shooter- o como es posible que Magneto se lleve a Illyana y Sam de la bronca de gladiadores y deje a Amara y Roberto plantados. La etapa de Magneto como profesor empezaba la mar de bien, y todo gracias al mendrugo de Jim Shooter…