Hoy llegamos al final de otra semana de confinamiento cuyo recuento deje de hacer hace tiempo, mas que nada porque cualquier tiempo pasado encerrado junto con Diógenes se hace eterno y mas desde que le ha dado por dormir dentro de una vieja nevera convencido de que ahí dentro no se infectara y no deja de gritar desde dentro amenazando al virus con demandas judiciales. Yo por mi parte tengo una nueva entrega de esta entrañable serie de enfermedades y epidemias varias con la que estoy amenizando estos días de encierro, saliendo en esta ocasión del mundo del cómic para regresar al de la televisión. Mas concretamente al sexto episodio de la primera temporada de Rick y Morty en el que el mundo una vez mas llego a su fin… (Con SPOILERS de todo el episodio)
El día que su instituto celebra un baile, Morty tiene una idea que es cualquier cosa menos inocente, que su abuelo Rick le fabrique algún tipo de poción de “amor” que haga que su amada Jessica (que pasa mucho de el) se enamore irresistiblemente de el. Por suerte para el, y por desgracia para Jessica y para el mundo, Rick no es alguien que se detenga a pensar en las implicaciones morales de sus actos y le fabrica dicha poción solo para conseguir que cierre la boca y le deje trabajar en paz. Lo que ninguno imagina es que ese sencillo y poco escrupuloso acto tendrá unas consecuencias tan dramáticas…
Rick Potion #9 fue uno de los episodios que definitivamente me engancho a la serie no solo por lo delirante de su propuesta sino sobre todo por ese siniestro final con consecuencias e implicaciones que se han ido dejando notar a lo largo de toda la serie y que me dejaron claro que aquí valía todo. Tras esa muy cuestionable idea de Morty de drogar a Jessica y considerarlo amor (que para ser justos a esa edad dudo mucho que Morty este pensando con la cabeza) y que la combinación de dicha poción con el virus de la gripe provoca una infección que se transforma en una epidemia de rapidísimo contagio que provoca en sus victimas un “amor” irresistible hacia Morty, el nivel de enajenación no para de ascender.
Cada plan de Rick para invertir los efectos de esta plaga es peor que el problema que trata de resolver, provocando primero que todos los infectados (a esas alturas toda la población del planeta excepto su familia) se transformen en gigantescas Mantis Religiosas, y su intento de convertirles de nuevo en humanos solo consigue transformarles en abominaciones dignas de una película de David Cronenberg (de quien acaban recibiendo su nuevo nombre). Pero cuando parece que ya es difícil rizar el rizo y que simplemente aparecerá una solución mágica que devolverá todo al estatus quo para que la serie siga como siempre llega el giro final.
El nuevo plan de Rick básicamente consiste en rendirse, en dejar de intentar encontrar una forma de anular las mutaciones que han transformado a la humanidad en criaturas monstruosas y largarse de ese mundo sin molestarse siquiera en intentar localizar a su hija y su nieta (y a Jerry) para mudarse a una realidad paralela en la que el y Morty han muerto en un accidente para poder ocupar así el lugar de estos (tras ocultar sus cadáveres) y seguir sus vidas como si nada hubiese sucedido.
Este siniestro final en el que Rick y Morty acaban viviendo con dobles dimensionales de su familia (en la escena postcreditos descubrimos que los originales siguen vivos en su mundo de origen sobreviviendo en esa nueva y extraña sociedad en la que les han dejado) y que dio pie unos pocos episodios mas tarde a uno de las mejores momentos de la serie, no solo nos dejan claro la casi absoluta amoralidad de Rick, a quien parece darle igual sacrificar a su familia porque siempre puede buscarse otra (y que nos hace preguntarnos si no habrá hecho eso ya anteriormente en el pasado), sino que en esta serie casi todo es posible y que podemos esperar que suceda cualquier cosa (como las temporadas siguientes atestiguaron).
Y tras recomendar una vez mas el visionado de esta divertida serie, podemos dar por terminada esta enésima semana de cuarentena que esperamos que algún día terminara. Para la próxima semana es muy probable que regrese a uno de los clásicos de este encierro, la mala salud de Superman, ya que parece ser que cuando uno escribe a un personaje prácticamente invencible, lo mas recurrente es darle alguna debilidad muy humana y hacerle enfermar cada dos por tres. Pero hasta entonces solo nos queda retomar fuerzas el fin de semana para poder soportar los dos artículos sosos de Diógenes con los que nos encontraremos a la vuelta.