La semana pasada teníamos a David Haller, Legión, dejando en coma a los pobres Friedlander y Corsi -que siguen transformados en superguerreros cheyennes- y, tras la llegada de los Nuevos Mutantes y Xavier a la Isla Muir para investigar el caso, Legión también acabó tumbando a Moira McTaggert y a la pobre Rahne. Y todo esto sin despertarse él mismo de su propio coma, con lo que no es de extrañar que al principio de éste cómic Xavier se sienta un pelín acojonado. Porque no nos engañemos, estamos ante la versión mutante de El Exorcista…
En realidad, este cómic no deja de ser una especie de Proteo 2.0; volvemos a tener a Moira con un mutante capaz de manipular la realidad -o casi, porque Legión es telépata, telequinético y piroquinético, poco le falta- y donde en su día teníamos a la Patrulla X, ahora tenemos a los Nuevos Mutantes teniendo que resolver la papeleta como buenamente pueden. Eso sí, el enfoque Sienkiewicz hace que este «remake» sea tonalmente tremendamente distinto respecto al original de Byrne, con un Sienkiewicz que le deja espacios de sobra a Claremont para desplegar su verborrea hasta llenar media página con las letras de Tom Orzechowski -auténtico héroe en todo esto, sobre todo teniendo en cuenta que en aquellos tiempos todavía se rotulaba a mano-. Que por cierto y ya que estamos, vamos a hablar del «clickbait» en los tiempos pre internet…
Resulta que Xavier habla varias veces a lo largo de este cómic que está en las últimas, que esta muriéndose y sus poderes no están en plena forma, y la única razón que nos dan para ello es una nota de Ann Nocenti diciéndonos que miremos los números 192 y 193 de Uncanny X-Men. Y si miramos esos cómics -aparte de ver un enfrentamiento entre la Patrulla X y Magus, el padre de Warlock, al que poca o ninguna referencia se hace en Los Nuevos Mutantes- nos enteramos de que lo que le pasa a Xavier es que unos racistas le han pegado una soberana paliza hasta prácticamente matarlo, salvándose solo gracias a la intervención de Calisto y sus morlocks. A raíz de todo esto y como consecuencia de sus heridas, Xavier estará cada vez más y más perjudicado hasta que otro perturbado lo revienta durante el juicio de Magneto y Lilandra acaba teniendo que llevárselo a su galaxia para poder curarlo. Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión, y lo que quería resaltar es el hecho de que Nocenti (y Claremont) podrían haber sido más legales con el lector y decirle que a Xavier le habían pegado unos tarados, pero no, prefieren dejarlo como un misterio terrible para todos los lectores. Y puede que la mayor parte de los lectores de New Mutants ya leyeran habitualmente X-Men, pero si la nota existe es precisamente para los que no leían X-Men, con lo que está hecha con toda la mala leche. Y luego se extrañarán algunos de que en los 80 ya hubiera gente dejando algunas series «porque le forzaban a leer otra serie para entenderla entera».
El caso es que -muy oportunamente- los poderes de Xavier no están muy allá como para enfrentarse a Legión, con lo que para despertar del coma a todos los afectados utiliza la conexión psíquica de Dani con Rahne para reforzar sus poderes. Mala idea, Legión acaba «cazando» a los dos y Sienkiewicz aprovecha para darnos un plano psíquico la mar de poco inspirado. Creo que el que Sienkiewicz nos muestre el plano psíquico como «formas astrales» peleando contra una pared de ladrillos muy gorda es toda una ocasión perdida para alguien de su talentazo, pero supongo que otra vez las fechas de entrega lo tenían atacadito. Hay que tener en cuenta que por esta misma época en Marvel no paran de oferecerle portadas, tiene trabajos fuera del cómic con portadas de discos y demás, con lo que aunque Bill disfrutaba muchísimo haciendo la serie, poco a poco se va dando cuenta de que no puede aguantar la periodicidad mensual. Sin embargo, Sienkiewicz no es un tipo que se rinda facilmente, y cuando Xavier acaba adentrándose en la mente de David…
Sí, son las tramas mecánicas de Doubletone al rescate. Ya, no es lo mismo que lo que Sienkiewicz podría haber hecho de poder pintarlo todo el mismo tal y como hizo en cómics posteriores como Stray Toasters o su Elektra: Assassin -que estaba preparando justo en ese momento- pero creo que todos debemos de reconocer que salva la papeleta bastante bien. El mundo interior de David Haller solo sale a la luz cuando Xavier descubre que es su hijo, y lo que se encuentra allí dentro es la personalidad múltiple de David reflejada en un mundo caótico que mezcla la guerra del Líbano con París; a medida que los personajes absorbidos por Legión van encontrándose entre ellos y las personalidades múltiples de Legión, descubren que el escenario no es en absoluto casual; de niño David y su madre Gabrielle fueron víctimas de un ataque terrorista en París, y el chaval, para defenderse a él mismo y su madre, activó sus poderes mutantes y se cargó a su atacante, Jemail Karami. Pero como el chaval no controlaba sus poderes y por el trauma de tener diez años y matar a alguien, no solo frió la mente del terrorista, si no que lo absorbió y se convirtió en la primera de sus numerosas personalidades múltiples.
Y claro, es aquí donde nos vemos ante un dilema moral; David mató a Jemail en legítima defensa y su «personalidad» es lo que está volviendo loco a Legión y absorbiendo cada dos por tres la psique de todo el que tenga cerca. El cómic termina con un dilema moral para Xavier; ¿debe destruir a Jemail y acabar de raíz con los problemas mentales de David o por el contrario debe reconocerlo como un ser vivo y respetarlo? ¿Es Jemail una persona absorbida por David o es simplemente una especie de tumor psíquicoo creado por los miedos de David? Las demás personalidades de David -solo dos, Legión todavía estaba empezando- lo tienen bien claro, hay que destruir a Jemail. Pero Xavier ya se sabe que le gusta ir con el aire de superioridad moral y al final acabar siendo una rata miserable, así que se pasará hasta el número siguiente dudando…
La semana que viene tendremos el final de la batalla por la mente de David Haller y sí, ya nos empieza a quedar poco para acabar con la etapa de Bill Sienkiewicz…