Hay algo que no entiendo del debut de Legión en New Mutants 26, y es que el personaje en realidad apareció por primera vez en el número anterior en un pinup con spoilers por todas partes. Si bien Claremont ya había revelado que Legión era hijo de Xavier en el número uno de la serie, Claremont y Sienkiewicz decidieron -vete tu a saber por qué- recordar que Legión era el hijo Xavier y un antiguo amor suyo, algo que en el propio Xavier no llegaba a saber hasta el número 27. Pero vamos, que si los autores decidieron que el lector debía conocer esa información de antemano, pues como que yo no soy nadie para discutírselo…
Tras los apretones del tramo final de la historia con Capa y Puñal, volvemos a tener ese Sienkiewicz juguetón, que experimenta un poco más con el formato de las viñetas y hasta con las onomatopeyas. Y es que en estas primeras páginas, aparte de ver como Claremont no se ha olvidado de Corsi y Friedlander, el policía y la enfermera que transformó el Oso Demonio unos números atrás, vemos una mezcla de onomatopeyas y caos viñetístico que presagia los maravillosos excesos que veríamos en proyectos posteriores de Sienkiewicz, además de dejarnos claro que estos van a ser unos cómics en los que las leyes de la realidad van a ser puestas patas arriba.
Y después volvemos a la «normalidad», con la llegada de Xavier y los Nuevos Mutantes a la Isla Muir. Llama la atención que ésta -obviando el annual 1- es la primera historia de de la serie regular con Warlock como miembro del grupo, encontrándose el personaje todavía en un estado «informe» y usando pictogramas para comunicarse con el SR71 Blackbird de los mutantes -sí, me sé el nombre entero del avión porque en otra vida me interesé bastante por los aviones, que le vamos a hacer-. Mientras los personajes se ponen al día entre sí y nos presentan a Gabrielle Haller y todo el desaguisado que ha montado Legión en un arranque de los suyos, podemos fijarnos en como Sienkiewicz ha empezado a usar tramas mecánicas, algo que no llegará a usar mucho tiempo porque no dejaban de ser un pobre sucedaneo utilizado más porque los pobres sistemas de impresión de la época no le dejaban otra solución que otra cosa; para el que no lo sepa, estas tramas mecánicas eran una suerte de «calcomanías» que se vendían en las librerías y que tenías que recortar y pegar en el dibujo con la forma que te interesara. Altísima tecnología que les encantaba a los japoneses pero que quedaría obsoleta en unos seis o siete años con los cambios de calidad en el papel y la llegada del color informático, justamente cuando John Byrne empezó a usarlas en sus etapas de Namor y Nextmen.
Pero como decía, el uso de estas tramas en el trabajo de Sienkiewicz es casi anecdótico, porque el dibujante siempre prefirió usar texturas a plumilla o directamente diluir los negros si el papel y sistema de impresión se lo permitía. Porque no nos engañemos, puede que Sienkiewicz sea un maestro con la tinta, pero siempre le ha tirado muchísimo el pintar sus cómics y eso se notaría en sus trabajos posteriores. Pero esto no deja de ser lo comido por lo servido, porque el hecho de que Bill se pasara tantos años trabajando con la cuatricomía y dejándolo todo en la tinta, le permite ser capaz de hacer unos tebeos pintados con un dinamismo que para sí ya querrían otros pintores de hoy en día. Pero en fin, que estábamos hablando de Legión…
Pues resulta que a Legión le diagnosticaron un autismo surgido a través de un trauma, algo que se me hace raro porque que yo sepa esto es algo con lo que se nace, pero supongo que ellos sabrán lo que se dicen. En realidad todo viene a ser una excusa para que Claremont y Sienkiewicz cuenten una historia de poltergeist del estilo de esas que estaban tan de moda por la época, con adolescente hablando lenguas que supuestamente no había aprendido, objetos volando por toda la casa y todo eso. Eso, y que se intente humanizar a Charles Xavier hablando de su relación con Gabrielle Haller, dejando claro que hubo un tiempo en el que sus límites éticos con respecto a sus poderes no los tenía tan bien delimitados y su vergüenza por haber abusado de ellos con Gabrielle en el pasado. Después de lo que vimos la semana pasada, se agradece ver a este Xavier un poco más persona; sabemos que es un espejismo y que no durará porque Xavier es así de imbécil, pero de lo malo malo lo tenemos relacionándose con alguien que no es mutante, algo que sería impensable en los tiempos racistas de hoy en día. En serio Marvel, ¿que mierdas te ha pasado?
No me gustaría acabar este post sin recordar al personal que, como bien se ve en este cómic, Rahne Sinclair es la hija adoptiva de Moira McTaggert, algo de lo que parece que el personal se ha olvidado por completo en los últimos treinta años. Y sí, estoy hablando de Louise Simonson en adelante…