Hoy vamos a empezar por el final, por el correo. Porque si en España había una horda de lectores que detestaba a Sienkiewicz hasta el punto de que la serie pasara de ser quincenal a bimestral, en EEUU tampoco es que el pobre Bill tuviera un camino de rosas. Haceos cargo, estamos en diciembre de 1984 y un aguerrido fan anónimo -firma como anónimo, sí- escribe el siguiente texto:
Estimada Señora:
Parafraseando a Kitty Pryde «¿Qué puedes hacer cuando gente a la que respetas y te importa de verdad cambia tan repentinamente y por completo que parecen perfectos desconocidos?»
La última página de X-Men #182 dice: «No los llaméis Bebés-X nunca más! Descubre lo que está pasando con los Nuevos Mutantes…» como introducción al trabajo de Bill Sienkiewicz como dibujante para los nuevos pupilos de Charles Xavier. Desafortunadamente para él, «Bebés-X» es exactamente lo que los Nuevos Mutantes son y deberían siempre ser.
Hay cómics de sobra sobre adultos, mostrando como podrían ser hombres y mujeres adultos con habilidades espectaculares. Un buen ejemplo es la otra serie de Chris Claremont, el hermano mayor de NM, Uncanny X-Men. Como lector de ambas, puedo apreciar las diferencias entre ellas. La Patrulla X salva el mundo, se ve metida en Secret Wars o son raptados por alienígenas y casi pierden su humanidad. Los Nuevos Mutantes hacen los deberes además de sus actividades superhéroicas, y tratan de compaginar el hacerse mayores con sus asombrosos poderes. Sus «batallas» son normalmente a una escala menor, tanto porque se supone que todavía no deben de estar jugando a los héroes y porque las batallas de escala titánica normalmente no combinan bien con personajes menores de edad. Me gustan los Nuevos Mutantes como esa gente que, como en el número 8, combinan jugar a pillar y practicar con sus poderes.
Bill Sienkiewicz parece estar cambiando todo esto. En tres números ha creado un mundo de sombras de tinta y rostros titubeantes carentes de alegría que choca terriblemente con la idea de un grupo de niños muy especiales. Si Nuevos Mutantes no es X-Men, ¡desde luego en absoluto es Caballero Luna! Bill puede que sea un muy buen dibujante, pero su trabajo simplemente no pertenece a esta serie; su estilo es completamente inapropiado para algo tan optimista.
No estoy solo en estos sentimientos; todos los que conozco están de acuerdo en que este cómic va cuesta abajo. La mayoría mencionan aquello de «no voy a comprar más», pero soy demasiado optimista como para tomar de momento semejante medida. Traed de vuelta al señor Mandrake; Bill Sienkiewicz no encaja aquí.
La respuesta de Nocenti es… Enfática. Con muchos interrogantes y signos de exclamación le pregunta si los rostros del número de la fiesta en la mansión estaban carentes de alegría, si había algo más de quinceañeros que las palomitas, las peleas de almohadas y el Rock and Roll. Que la contrapartida de la adolescencia y hacerse mayor está en que el cambio trae consigo cierto dolor, y que sobre todo en el caso de estos chavales el tener poderes hace que todo eso se multiplique. En fin, que queda claro que a esta gente le gustaba el cómic que estaban haciendo y seguramente recibieron cartas hasta peores que las que mandaban los lectores de Forum, pero quieras que no tampoco se pueden quejar mucho porque al final el escribir una carta, meterla en un sobre y ponerle un sello ya es suficiente trabajo para que muchos de los críticos les dejaran en paz (cosa que no pasa ahora con eso de internet, pero eso ya es otra historia). Pero bueno, volvamos a los Nuevos Mutantes y los mutantes de pega…
El número anterior había terminado con Roberto poseido por la oscuridad de Capa y noqueando al mismísimo Charles Xavier, en una muestra clara de que Capa y Puñal no tienen ni puñetera idea de como usar sus poderes y si supieran hacerlo serían una fuerza a tener en cuenta y no personajes de tercera fila en Matanza Máxima. Y cuando Roberto está a punto de devorar a Xavier y Moira MacTaggert -o más bien, meterlos en la oscuridad de Capa, que te deja temblando pero tampoco es como darte un baño de ácido clorhídrico- aparece Rahne, que se transforma en su versión de Puñal -habíamos quedado la semana pasada en llamarla Karen Gillan- y lo calma hasta que aparecen Dani y Sam que, al verlos tan preocupados, lo asustan y hacen que el chaval se teleporte con Rahne.
Y es en este punto cuando, dejando de lado otro interludio con Magneto, el cómic se convierte en una historia de Capa y Puñal correteando por Nueva York y preguntándose dónde van a meterse ahora que no tienen poderes, con Ty temeroso de perder a Tandy, Tandy diciéndole que pueden ir a su casa que ella es millonaria, él diciendo que su familia no lo aceptará… Básicamente aquí Claremont establece el 70% de las dinámicas que luego explotará Mantlo en la serie regular del dúo. Y sí, soy particularmente cabrón, pero es que si nos fijamos en lo que se había publicado de estos personajes hasta ese momento, teníamos los números de Spiderman y la serie limitada que se publicó por aquí en aquel Extra Superhéroes, y ahí lo que se venía a contar era como llegaban a la Iglesia del Espíritu Santo, como conocían a la pobre detective O’Reilly y recontaban todo el origen de los personajes, pero la dinámica de dependencia entre Capa y Puñal no estaba muy desarrollada y hasta en un momento concreto de su historia Capa renegaba de Puñal para no ser un parásito que se alimentara de ella durante toda su vida. Por lo demás pues sí, teníamos ese cómic «de adolescentes con caras lánguidas y tristes» que decía aquel lector anónimo de Los Nuevos Mutantes, pero también a Xavier siendo un mal profesor:
Por lo demás, se explora un poco cómo es el interior de la oscuridad de Capa, pero lamentablemente solo tenemos una secuencia onírica entre Peter, Kitty y Zsaji -su amante de las Secret Wars- en la que Sienkiewicz no da rienda suelta a su imaginación. Tristemente empezamos a acercarnos a la parte de su etapa en la que el bueno de Bill no da abasto con el ritmo mensual de la serie y empieza a tener cada vez menos tiempo para hacer su trabajo, con lo que poco a poco veremos que, aunque su trabajo sigue siendo estupendo, ya no nos va a dejar con la boca abierta tanto como en números anteriores.
Para la semana que viene tendremos la conclusión de todo este asunto, con Sienkiewicz haciendo unos cuantos experimentos de entintado la mar de curiosos que no debieron de convencerle demasiado y en eso se quedaron, en experimentos, además de la primera aparición de Legión, el Nuevo Mutante que nunca fué. Aquí andaremos.