He estado viendo Star Trek Picard con la sensación de que algo no me cuadraba, de que dentro de las licencias que se podía tomar la serie hasta hacerla incoherente consigo misma -ya, ya sabemos que los indios nunca disparan a los caballos y tal- había algo que se me estaba escapando. Y cuando ha llegado el séptimo episodio por fin lo he visto; ¡en esta serie lo que hace falta es alguien que no esté traumatizado por algo!
Porque el séptimo episodio -sí, spoilers- nos viene a contrastar el recorrido de Picard y el de Ryker y Troi, dejando claro que los tres tienen su parte de trauma bien gorda, pero así como Picard se «jubiló» -que bonita forma de decir que se pilló una depresión de campeonato- sus compañeros del Enterprise construyeron sobre las cenizas y se dedicaron a criar a su hija. Y claro, si hasta entonces había estado pensando en lo lamentable que había sido que Picard continuara al pie de la letra el tópico ese de «cualquier héroe que se vuelve viejo acaba metido en un futuro de mierda- con esto se certifica que lo que realmente está fallando en casi todas estas historias es exactamente eso, el contraste de alguien al que le fue bien, una persona que es feliz a pesar de todo. Que no nos engañemos, muchas de estas historias están escritas bajo el patrón del Sin Perdón de Clint Eastwood, pero hasta esa película te dejaba claro que el protagonista había tenido sus buenos momentos y la única razón por la que vuelve a la acción es por sus hijos. Picard no, Picard vuelve a la acción porque le despierta una de las hijas de Data, pero ni quería seguir lamiéndose las heridas en sus viñedos ni en ningún momento quiso jubilarse y, literalmente, esperar a que le llegara la muerte.
Pero fuera de que a estas alturas ya sea un tópico insufrible, al final Picard no deja de ser -esta temporada, al menos- una historia sobre el trauma, sobre la depresión. Sobre no tener ya ganas de nada, el creer que todo lo que has hecho en tu vida no vale de nada y es mejor mirar para otro lado… Que es exactamente la misma historia que Rian Johnson contaba en The Last Jedi con Luke Skywalker. Y mira que me he resistido a mencionar las secuelas de Star Wars, pero es que es lo que hay, acabo de ver un episodio entero de Picard reencontrándose con miembros de su tripulación y teniendo un momento de felicidad pese a que el resto de su actual tripulación estaba pasándolo realmente mal. Que Picard puede que sea un viejo un tanto egoista, pero quieras que no y aunque ni de lejos tengo el mismo interes por Jean-Luc que por Luke, creo que todos podemos estar de acuerdo en que el personaje se merecía un poco de descanso, algo de felicidad, disfrutar de las pequeñas cosas y ni siquiera criticar el vino de Ryker. De repente para él -y no solo para Soji- la comida tenía sabor y el aire se respiraba mejor, y es que por fin veíamos a Picard salir de su agujero emocional y relajarse, cosa que no vimos con Luke en ningún momento. Y todo por la tontería de, como no, el mayor fallo de Disney desde que se compró Lucasfilm: no dejaron que Luke, Han y Leia tuvieran una última aventura.
Que ojo, no es que me de la impresión de que Picard vaya a mostrarnos a la tripulación del Enterprise haciendo una escapada para salvar un mundo en el confín del universo, pero el mero hecho de ver a estos actores juntos, con sus personajes hablando entre ellos y echándose en cara los años y demostrándose lo mucho que se conocen los unos a los otros es hasta refrescante a estas alturas. Y es que en la ficción de hoy en día -esa en la que nadie tiene que tener o aparentar más de treinta años o si no está acabado y deprimidísimo- se ignora muchísimo el papel del viejo amigo, de esa persona que te conoce de hace muchos años y con la que cada reencuentro es como si no hubiera pasado el tiempo y siguierais siendo los mismos que la última vez. Picard, con todos sus pros y sus contras, es una serie que nos ha dado ese momento sin preocuparse por si los viejos personajes puedan eclipsar a los nuevos, y por mucho que los trekkies se puedan quejar de que esto no es Star Trek La Nueva Generación, Star Trek La Vieja Generación es una serie que ha sido consciente de que no tenía que forzar tanto el trauma de Picard, de que en última instancia y a pesar de que intentaba alejarse de la rigidez Rodenberry de personajes perfectos, el viejo Picard permite darnos un reencuentro entre viejos amigos. Que narices, si hasta en Sin Perdón Bill Munny tenía a su viejo amigo Ned Logan, ¿tan complicado es para los guionistas de hoy en día el darse cuenta de que ser viejo no es algo horrible que solo consta de lamentaciones y remordimientos?
Así que sí, a pesar de que nunca me gustó TNG creo que entiendo bastante bien como se sienten muchos de sus fans al ver Picard. Ni el tono ni la historia o los personajes son parecidos a la serie original, y aunque a mi me esté gustando la serie, es tremendo que a estas alturas de la vida el espectador tenga que estar deseando que le den un final feliz en el que no maten a todos los personajes, cuando antes se daba por sentado que el bueno siempre ganaba y era el que se largaba cabalgando a la puesta de sol. Que narices, hasta Sin Perdón tiene un jodido final feliz…