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Mística contra Krakoa: Los X-Men siguen siendo los malos

Hay algo muy inteligente en todo este pollo que se ha montado Jonathan Hickman con los mutantes, y es que sigo leyéndolos por el puro morbo de ver como salta todo Krakoa por los aires. Desde el primer minuto introdujo la idea en el lector -o lo intentó, porque hay seseras más densas que otras- de que algo no funcionaba del todo bien en Casa Xavier, de que había un secreto terrible dentro de Krakoa en una habitación secreta y de que no todo el mundo actuaba como debería actuar; a fin de cuentas, cuando se planea un éxodo masivo de miles -¿millones?- de personas no todos van encantados y están de acuerdo con ello. Se han ido viendo esas disensiones poco a poco en series no guionizadas por Hickman -esos Beak y Angel viviendo en su comuna hippie en EEUU- pero ninguna de ellas cuestiona lo ético o lo correcto de la nueva utopía de Krakoa como lo hace el mandamás de todo esto de múltiples maneras; cada número parece una grieta nueva en el proyecto, hasta el punto de que el penúltimo «condenan» a Sincro, Darwin y X-23 a pasarse cinco siglos metidos en una bóveda. Pero lo más gordo ha venido en el siguiente cómic, que pasa por completo del pobre trío y pone en el centro de la palestra lo miserables que son Xavier, Magneto y Mctaggert poniendo en el centro de la palestra la resurrección de Destino.

Y sí, esta es Mística, pero es la única que se acuerda de Destino.

Destino es un personaje 100% Claremont, nacido hacia el final de su etapa junto a John Byrne cuando aquello de Días del Futuro Pasado y fallecida poco antes de que Claremont dejara la serie. Su verdadero nombre es Irene Adler -sí, según Greg Pak es la Irene Adler de las novelas de Sherlock Holmes- y Claremont la planteó como una mutante capaz de ver el futuro y como pareja de la nueva líder de la Hermandad de Mutantes Diabólicos, Raven Darkholme alias Mística, pero en aquel momento estaban en 1980 y el heteropatriarcado prohíbía esas cosas, con lo que Mística y Destino simplemente fueron «buenas amigas». Con los años Claremont consiguió contarnos algunas cosas sobre el pasado de ambas y contarnos que se pasaron cosa de cien años enamoradas, que Raven se transformaba en hombre o mujer según le apetecía y que adoptaron a Pícara, pero nunca pudo llegar a contar su idea original de que Mística fuera el padre y Destino la madre de Rondador Nocturno y así es como tuvimos que tragarnos la mamarrachada de origen que le dió Chuck Austen al pobre Kurt. Ugh.

Aquí la Irene usando armas más vintage que ella misma.

Como decía y tras varios encontronazos con los X-Men y con los Vengadores, Destino acabó falleciendo a finales de los 90 a manos del Rey Sombra -que estaba controlando a Legión, ya sabéis como son estas cosas- y a partir de entonces nadie se ha molestado en resucitarla en todos estos años, a pesar de que su presencia se ha notado a través de profecías hechas antes de su muerte con La Era de Apocalipsis -Legión mata a Xavier al intentar asesinar a Magneto para evitar un futuro pronosticado por Destino- o los famosos Libros de Destino que sirvieron como motivación principal para la fundación de los Xtreme X-Men, a pesar de que la serie pronto se olvidó de ellos y prefirió dedicarse a hacer lo que le venía en gana. Aún más raro todavía es que Bendis y compañía no la trajeran de vuelta para Civil War II, un evento de esos extremadamente gratuitos que giraba sobre la aparición de un inhumano con poderes precognitivos, como si los mutantes no hubieran hecho eso mismo antes y mucho mejor. El caso es que en estos más de treinta años desde la muerte de Destino, parece que nadie quiso resucitarla. Hasta ahora.

Eso sí, resucitó brevemente durante aquel Blackest Night mutante, Necrosha.

Porque como ya se vió en House of X y Powers of X Mística, visto como el Profesor Xavier regala resurrecciones a porrillo, quiere que resuciten al amor de su vida. Pero Xavier se niega por una razón u otra, lo cual es bastante raro porque estamos hablando del mismo tipo que dice que todos los mutantes son su familia y que es capaz de resucitar auténtica escoria sin que nadie se lo pida -y estoy seguro de que nadie le pide que resucite a gentuza como Rojo Omega-. Xavier ni siquiera se plantea darle a Raven una excusa peregrina del tipo «es que en el disco duro de los mutantes se corrompió el sector en el que estaba Destino y claro, hay que hacer un defrag y luego una reparación y recuperar los datos y tampoco es cuestión de resucitarla media tonta y blablabla», si no que actua como un verdadero miserable y según se ve en el último número de X-Men -el 6, dedicado exclusivamente a Mística- la chantajea, obligándola a hacer misiones suicidas «porque todavía no se lo ha ganado». Xavier es, a todas luces, un supervillano. Pero claro, eso último no es nada nuevo para los que hemos estado leyendo estos cómics.

La Mística de Vaughan le habría metido el casco al payaso este por no te digo donde, y mejor no te digo lo que le habría hecho la de Claremont.

Y es que Xavier, Magneto y Moira McTaggert comparten un secreto terrible que cualquier mutante con poderes precognitivos podría descubrir, por lo que deciden que no debe de haber ni un solo mutante con esos poderes en Krakoa y presumiblemente en el resto del mundo, con lo que uno se pregunta si no habrán matado ya alguno que otro. Sin embargo, el control férreo del triunvirato de Krakoa no llega todo lo lejos que le gustaría, y según nos cuenta Hickman Destino si llegó a ver un futuro en el que existía Krakoa, con lo que le previno a Mística de que en el caso de que se diera y no la permitieran resucitarla, debía destruirla como fuera. Y claro, yo con Mística a tope, pero sigo preguntándome por qué Hickman es el único que muestra estas grietas en la nueva utopía de Xavier mientras que el resto de los guionistas se pasan el día cantando las alabanzas a Krakoa, llegando hasta el mismísimo Chip Zdarsky a contarnos que Reed Richards le ha implantado un chip a sus hijos para que no puedan cruzar los portales de Krakoa -que por cierto, según se vió en Marauders si los portales no reconocen a uno como mutante, le bloquean la entrada y se rompe las narices contra ellos, no pasa a través de ellos como si no hubiera nada de por medio. Pero yo que sé, supongo que Chip no tenía ganas de que los Dodson se pasaran el resto de la miniserie dibujando a Franklin con un ojo morado… Y del «Reed Richards es un científico loco sin sentimientos» que llevamos viendo desde los tiempos de Civil War mejor hablamos otro día, que bastante tengo ya con los mutantes…

De Fantastic Four VS X-Men ya hablamos otro día, que In Doom We Trust y tal.
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