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La rave ochentera en casa del Profesor Xavier: Los Nuevos Mutantes de Bill Sienkiewicz (V)

Slumber Party es, precisamente… Pues eso, una fiesta de pijamas. Las chicas se montan una fiesta en la que no aceptan chicos, y Claremont aprovecha para hacer uno de esos números de «impass» que tan bien se le dan y que sirven para que el lector y los personajes asimile lo que ha pasado en números anteriores y para avanzar la caracterización. Esto no quiere decir que los personajes se vayan a poner a recordar lo que les ha pasado en los últimos meses, si no que lo que vemos es a un grupo de chavalas pasándoselo bien y haciendo que sus personalidades vayan chocando entre ellas. Es más, el principio del cómic está contado desde el punto de vista de las vulgares humanas que son invitadas a la siniestra y misteriosa escuela del Profesor Xavier para Jóvenes Talentos…

Que sí, que da como yuyu, pero a mi las raves de Krakoa me acojonan más.

Se lamentaba el Profesor Loki en el correo de este cómic de que se dedicaran tantas páginas a la fiesta esta en vez de meternos un buen villano que matara a unos cuantos miembros del grupo, pero fuera ya de bromas… Joder, a Claremont se le daba bien escribir a adolescentes. Y a Sienkiewicz los críos estos ochenteros los manejaba de maravilla, porque a diferencia de recreaciones posteriores, esto es una historia de «teenagers» sin el exceso de caspa asociada. Hay que tener en cuenta que el boom de las películas de quinceañeros que se dió en los ochenta fue tremendo, y aunque a estas alturas de la película el personal solo recuerde Regreso al Futuro o las películas de John Hughes, aquello fue una auténtica plaga; Hollywood se había dado cuenta de que los chavales de esa edad eran los que más iban al cine, la primera generación MTV estaba llamando fuerte y así es como aquella Generación X -la de verdad, no la de Scott Lobdell que aquellos ya eran medio millenials- se hizo con el control de todo. Y de eso va este cómic, de un par de señores mayores de en torno a treinta años tratando de retratar a las quinceañeras de su tiempo. Vamos a ello.

¿Que hacen esas leyendo revistas en mitad de una fiesta, las tías muermo?

Si los números anteriores habían sido una historia de terror, este empieza como una historia de terror para Rahne, la tímida y apocada niña escocesa que trata por todos los medios de encajar en una sociedad en la que a sus ojos todo es pecaminoso y decadente. Sienkiewicz retrata en la primera página a las chicas invitadas a la fiesta en la escuela como una horda de sombras parloteantes que se mete en una casa embrujada, pero para la siguiente página y como ya veis, el tono cambia por completo. Otra vez volvemos a planteamiento de historia y todo funciona por diálogo, caracterización, resumen de eventos anteriores de hacer falta y demás Claremont lo cuenta mediante las conversaciones de los personajes, mientras Sienkiewicz nos guía de conversación a conversación jugando con distintos planos. Que, ya que estamos con un ojo en la edición yanqui y otro en la española, vamos a hablar un poco de traducciones…

Vosotros juzgais, yo me echo a un lado.

En esta comparación entre las dos ediciones podemos ver como en la versión original Dani viene a decir algo así como «También preferiría levantarme de esta silla. Esta música es infecciosa, ¡el cuerpo me pide marcha!» que en la traducción del gran Francisco Pérez Navarro se resumió a un extraño «preferiría salir de esta silla de ruedas… ¡Que pongan un «boogie»!» Antes de que alguno se eche las manos a la cabeza, que tenga en cuenta que el encaje de bolillos verbal que pediría una traducción más precisa en el tamaño de ese bocadillo tiene tela. Las diferencias entre el castellano y el inglés se notan muchísimo en el cómic, y normalmente la gran víctima de todo esto suele ser la caracterización a través del lenguaje. En la traducción de una novela podríamos realizar una localización de los giros y expresiones de un personaje sin mucho problema porque no tendríamos problemas de espacio, pero cuando hablamos de cómic o del audiovisual la cosa es bastante complicada. Así que ya me diréis como puede apañarselas un traductor para decir en un solo bocadillo que preferiría levantarse de la silla de ruedas porque esta música le esta dando unas ganas irrefrenables de bailar, manteniendo la forma de hablar de la muchacha y todo; dicho todo esto, dejo en vuestras manos el ir de perdonavidas o el sacar el lanzallamas, que seguramente mejor sí que se podría haber hecho. Y sí, tampoco ayuda que Claremont use la expresión «to boogie», que es más setentera que otra cosa y por estos lares solo la conocíamos -hasta donde yo sé- por la canción de las Baccara.

Estoy convencido de que el diseño de Warlock influenció bastante al bueno de Scott McCloud para cierto villano de Zot!

Y mientras las mozas sueñan con Tom Selleck y conspiran para maquillar a Illyana, los chavales se tienen que quedar fuera de la mansión porque eso es una fiesta solo para chicas y es mejor hablar de las diferencias entre fútbol y béisbol o de autores de ciencia ficción… Hasta que cae un asteroide en los jardines de la mansión. Que, leído esto, no dejo de pensar que es curioso que Warlock caiga justo en los jardines de la mansión de los mutantes sin dar mucha explicación al respecto, una total casualidad, no tiene nada que ver que Warlock justo se chocara primero contra el asteroide de Magneto unas páginas antes y ni de broma pensaría que el malvado archienemigo de la Patrulla X aprovechó para redirigir el objeto contra el cuartel general de los odiados enemigos… Tendría su coña, sobre todo teniendo en cuenta lo que le deparará el futuro al bueno de Magnus.

El grupo lleno de tías que se llevan todo el protagonismo, los chicos van por ahi semidesnudos… ¡Esto se publica hoy en día y la caverna sale a quemar estos cómics a la puerta de las librerías!

Roberto y Sam dejan el «asteroide» en los sótanos de la mansión -porque ahí dentro si que pueden entrar- y se dedican, muy responsablemente eso sí, a otra cosa. Lógicamente el «asteroide» se despierta y empieza a meter los dedos en los enchufes, conversar con neveras y considerar que todo lo orgánico es comida que generosamente se le acerca para ser consumida. Pero como esta serie de posts va más sobre Bill Sienkiewicz que sobre la fantástica historia que se nos cuenta, creo que debemos centrarnos en el diseño de Warlock en sí, el personaje que solo Bill Sienkiewicz -y tal vez Steadman- es capaz de dibujar. Aquí el diseño de Warlock está todavía en pañales y es tremendamente más humanoide de lo que estamos acostumbrados, viniendo a ser una especie de Mr Fantástico con la cabeza del Warlock que todos conocemos.

Y sí, al final tienen que llamar al pobre Doug Ramsey para arreglarlo todo.

Por lo demás, un cómic que viene a ser el típico episodio de la época con los niños montando una fiesta en casa y la acaban destrozando y que podría servir perfectamente de punto de entrada a nuevos lectores gracias a -y no me cansaré de repetirlo- la capacidad que tienen ambos autores de presentar a los distintos personajes y darles una identidad propia en todo momento que es lo que hace que se mueva la historia y que te interese realmente lo que te están contando. Como curiosidad, os comentaré que en el correo de los lectores de la edición original, publicado en 1984, un lector llamado Professor Azimuth demanda el regreso de la Patrulla X original a Uncanny y la desaparición por completo de los Nuevos Mutantes, cuya cabecera se quedarían los «nuevos» X-Men como Tormenta, Lobezno «and the tactless and tacky Kitty Pryde» porque con ello los editores de Marvel dormirían mucho mejor y el mundo de lo agradecería. Sigh.

La semana que viene tendremos otro cuento de hadas… ¿O no?

 

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