No hay que juzgar un libro por su cubierta, ni a una serie por su número uno, pero con lo cara que se está poniendo la grapa que no tenemos más remedio que juzgar Dawn of X por sus números uno. Si hace un par de semanas repasábamos X-Men, Marauders y Excalibur, esta semana nos toca leer New Mutants, X-Force y Fallen Angels, además del segundo número de X-Men porque total, ya que estamos…
New Mutants viene escrita por Hickman y Brisson con Rod Reis pintando -porque es un tebeo pintadontintado, yo me entiendo- y lo primero que hacen es resucita a Rahne porque Rosenberg la mató en la etapa anterior porque, yo que sé, supongo que necesitaban a un miembro del grupo que resucitar. El caso es que tampoco parecen hacer mucho con ello más allá de darnos un flashback de Rahne saliendo del huevo y Tormenta en su papel de sacerdotisa de la religión mutante -ugh- y nada, que Rahne es muy feliz tomando soma. Tras una escena entre Mondo -miembro de Generación X que no tiene nada que ver con Los Nuevos Mutantes, sí- y Doug sobre como comunicarse con Krakoa, tenemos otra escena con Hickman demostrando que sigue sin saber escribir a Roberto DaCosta en una conversación que se trae con Dani Moonstar. Es una conversación un tanto expositiva en la que Reis aprovecha para sacarnos de fondo a distintas generaciones de «nuevos» mutantes como los de Academy X, Generación X o los mismísimos Infernales, que no eran más que una panda de desgraciados pero ahora que la Frost es «de los buenos» supongo que los han resucitado para que se acuerden de la familia de Portaccio, yo que sé.
El caso es que los personajes se reunen y, tras una escena absurda sobre una jarra de café -es comedia, oiga- el grupo llega a la conclusión de que todo estaría mejor si entre ellos estuviera Sam Guthrie, Bala de Cañón -nadie se acuerda de Amara o de Warlock, no, porque son gentuza- que por lo visto lo exilió el propio Hickman al liarlo con aquella señora de la Guardia Imperial Shi’ar y en estos tiempos del retconeo selectivo ojalá se hubieran olvidado de eso y no de Amara, pero aquello lo escribió Hickman y por supuesto que tiran de los Starjammers para llegar hasta allí.
Llegados a este punto tengo que decir que a) la caracterización de los Starjammers es hasta peor que la de los nuevos mutantes y b) en realidad el problema de este cómic está en que ni Hickman ni Brisson tienen como referente a Simonson o Claremont, están pensando en New Mutants: Dead Souls de Matthew Rosenberg, un cómic que en una lectura superficial era humorístico y como tal pues oye, estos intentan ir haciendo la gracia todo el rato. Por no spoilear al personal y no alargarnos, vamos a dejarlo en que New Mutants es una de esas series tan habituales hoy en día en que debes de olvidar por completo todo lo que sabes de los personajes y oye, de repente te encuentras que es la mejor serie de todo el paquete. En serio, es una historia de aventuras en el espacio que poco o nada tiene que ver con Dawn of X, con lo que a priori creo que más de uno se lo puede pasar bien. Eso sí, ni se os ocurra comparar esto con War Children… Pero vamos con X-Force, porque es lo que viene después de los Nuevos Mutantes (no te lo perdonaré jamás, Rob Liefeld).
X-Force viene a ser la guerra sucia mutante, con lo que la historia se vuelve bastante más «geopolítica» y violenta. Viene escrita por Benjamin Percy y dibujada por Joshua Cassara, y nos viene a contar como se lo monta Xavier con los países que no han pasado por el aro en el reconocimiento de Krakoa. Por un lado tenemos lo que hace Coloso en Rusia «rescatando mutantes» y por el otro tenemos a Sebastian Shaw introduciendo las drogas por el mercado negro mientras Xavier y demás diplomáticos se pasan el día visitando esos países «amistosamente» y bombardeándolos con propaganda por todos los canales posibles. El cómic, que ya nos muesta un misterioso consejo de tipos enmascarados que supongo que será una alianza de países no alineados con Krakoa, no se calienta mucho la cabeza en el aspecto geopolítico y directamente nos cuenta como unos comandos muy parecidos estéticamente a los Cosechadores -pero sin ser cyborgs- se tiran en paracaidas sobre Krakoa y se lían a reventar mutantes, matando a Charles Xavier en el proceso. Doy por hecho que el cómic tiene más desarrollo y va a algún lado, pero desde luego en el primer número no me lo cuentan y lo único que veo es que hasta Hank McCoy mata a los susodichos mercenarios humanos, con lo que cierro el tebeo y prefiero mirar al siguiente. Menudo espanto, oiga.
Me cuesta entender que es lo que ha impulsado a Marvel a recuperar una cabecera como Fallen Angels, una miniserie de los 80 bastante olvidable y que poco o nada tiene que ver con lo que en esta nueva serie se cuenta, que viene a girar alrededor de Kwannon, la mujer cuyo cuerpo habitó Betsy Braddock los últimos 30 años y que ahora ha vuelto a recuperarlo y de propina se ha quedado el nombre de Mariposa Mental (dando igual que ella no tenga poderes mentales y que Betsy llevara ya el nombre desde muchos años antes y sus poderes se manifestaran como una mariposa mental, yo que sé). El cómic lo hacen Bryan Hill y Szymon Kudranski y empieza con Kwannon siendo asaltada mentalmente por un tipo desconocido que la avisa de que un tal Apoth viene a hacer evolucionar a los humanos a golpe de cargarse vagones de metro y esas mierdas. Kwannon, lejos de hacer lo normal que sería cagarse en el nota misterioso ese, va y le hace caso, pidiéndole permiso a Magneto, dándo rienda suelta a seis páginas de primerisimos planos de ojos y bocas discutiendo que acaban con Kwannon recibiendo permiso de Mister Siniestro para irse a Japón, con la condición de que vaya acompañada. Y los que la acompañan son X-23 y Cablecito, que descubren que el tal Apoth está usando una pseudodroga cibernética llamada Overclock para controlar mentalmente a niños y convertirlos en máquinas de matar locas y… Que no, que esta serie es un desastre absoluto. Coloca a personajes como X-23 como si acabara de salir del huevo, tiene al jovencito Cable en una posición parecida y trata de poner de protagonista a una Kwannon que no tiene el más mínimo interés como personaje. Repito, es solo el primer número, pero es con mucho la más floja de todas las series nuevas.
Y finalmente volvemos con el número 2 de X-Men, en el que Cablecito no está con Kwannon y se va con Rachel y Scott de misión. La serie sigue estando guionizada por Hickman y dibujada por Yu, y la dinámica familiar entre los tres se me antoja profundamente forzada. Pero supongo que a estas alturas no puedo pedir milagros y tengo que tragarmelo todo porque «oh Krakoa es un mundo de luz y color», así que tenemos a los tres volando en uno de tantos pájaros negros -¿se siguen llamando así?- hacia una nueva isla que ha salido cerca de Krakoa y se acerca peligrosamente. Lo que tenemos aquí es una historia más o menos autoconclusiva de esas que tanto le gusta a Hickman de criaturas pseudoalienígenas en entornos a juego, los protagonistas no dando pie con bola hasta tener un final sorprendente (o eso es lo que se intenta). No voy a contar el giro final, pero creo que queda claro que Hickman está tomándose su tiempo y poco a poco está avanzando en la idea de que no todo y todos en Krakoa son lo que dicen o quieren parecer, y que no todo funciona. Y hasta aquí mi repaso mutante.
Como conclusión principal podríamos decir que sí, que X-Men es la serie principal y todas las demás son prescindibles. Estas series «accesorias», a pesar de recuperar en su mayoría nombres nostálgicos, están escritas con los lectores nuevos en mente, y con ese empeño se desentienden de cierto «equipaje» que sustituyen por una nueva caracterización que en ningún caso es mejor que la original. Es triste y crea rechazo en el lector veterano, pero he intentado leerme estos tebeos con ese chip desconectado, con lo que podríamos decir que series como New Mutants o Marauders son las mejores de la hornada, salvándose Marauders por algunos sketches de Duggan, porque admito que no sé muy bien a dónde quiere ir a parar con todo esto. Otras como Fallen Angel o X-Force son un desastre y las más «noventeras», las más «edgy», mientras que Excalibur se queda en tierra de nadie porque en su primer número poco ha contado. Tengo la política de no hablar de cómics malos a menos que me pongan realmente de muy mala leche o como último recurso para evitar desprendimientos de retina a nuestros queridos lectores, por lo que creo que aquí se va a quedar mi repaso mutante. Seguramente en un futuro volvamos a hablar de las hickmanadas mutantes -tanto M’Rabo como yo, fijo- pero creo que como guía y aviso a navegantes para todos los que estáis dudando sobre que series comprar en estos tiempos del Paninazo ya está bien.