Amazing Spider-Man: Full Circle es… Una chorrada. Un experimento. Una locura. Son siete guionistas y ocho dibujantes con sus respectivos entintadores y coloristas tratando de hacer una sola historia de 96 páginas sin ninguna coordinación, un equipo empieza la historia y los demás la siguen hasta juntarse todos al final y tratar de encontrarle un sentido a todo aquello. ¿Acabaremos con un cómic lleno de humor y calidad a raudales o con una metáfora de la actualidad de Marvel? Vamos a ello…
Los equipos que componen Full Circle son los siguientes: Jonathan Hickman con Chris Bachalo, Gerry Duggan y Greg Smallwood, Nick Spencer con Michael Allred, Kelly Thompson con Valerio Schiti, Al Ewing con Chris Sprouse, Chip Zdarsky con Rachael Stott, Jason Aaron con Cameron Stewart y la última parte viene creada por Duggan, Spencer, Ewing y Mark Bagley dibujándola, «para poner algo de cordura al final del cómic». Y la verdad, el que triunfen o fracasen en el empeño es lo de menos, porque este cómic parece escrito por el bullpen de los 70, aquel que había descubierto el ácido lisérgico y otras medicinas antinaturales y las utilizaba hasta para escribir las nóminas.
La cosa empieza con Hickman y Bachalo situando la historia en los tiempos del traje negro, no el alienígena si no el de después, ese que cosía con tanta pasión la Gata Negra y que desapareció cuando Mary Jane conocío a Eddie Brock y Todd McFarlane. El caso es que Bachalo nos presenta a Spiderman y Nick Furia -el de verdad, aunque con el pelo negro y sin sienes plateadas- en unas instalaciones de IMA en las que Furia está comiéndose un chupachús de menta -porque ya no le dejan fumar puros ni en los flashbacks- y Spiderman despertándose después de una bronca muy gorda. Furia trata de interrogar a uno de los miembros de IMA supervivientes para ver donde está la superarma que guardaban, pero el miembro de IMA no colabora mucho y al final la cosa termina a tiros otra vez. Por una o por otra cosa la base en cuestión activa una cuenta atrás de autodestrucción y los de IMA se escapan en una nave con la superarma, con lo que Spiderman tiene que salir corriendo detrás de ella y el cliffhanger de la parte de Hickman y Bachalo acaba en que la base en realidad es una estación espacial y Spiderman está flotando en el espacio.
La siguiente parte con Gerry Duggan y Greg Smallwood introduce a SpiderHam y algunas alucinaciones, pero como tampoco quiero contaros el cómic entero, os diré que la cosa degenera en parquest temáticos infantiles, licantropía, cambios de uniforme de Spiderman, SDVs -como no- Dum Dum con bombín, Dum Dum sin bombín, Nick con el parche en el ojo derecho, Nick con el parche en el ojo izquierdo, Nick con el pelo castaño y sienes plateadas… Y lo peor es que muchos autores posteriores se dan cuenta de esos gazapos y se aprovechan de ellos para seguir su historia, con lo que a ratos tenemos a dibujantes/guionistas metiendo la pata con la documentación y los demás arreglando sus desaguisados en lugar de retconearlos de mala manera; es como si de repente todos estos guionistas, la mayoría tan acostumbrados a hacer lo que les viene en gana, descubrieran que en el trabajo en equipo y en trabajar sobre el trabajo de los demás hay una virtud, algo valioso a explotar.
Así, este Full Circle puede ser caótico y no ser ninguna maravilla, pero es curioso ver como los dibujantes pegan mejor entre ellos de lo que pegaban los elegidos para proyectos «más serios» como Secret Empire, y como guionistas acostumbrados a ignorar el trabajo de sus antecesores y hacer borrón y cuenta nueva cada vez que empiezan una nueva etapa, se encuentran con las mismas trabas que tuvieron que soportar algunos de sus predecesores de décadas antes -me estoy acordando ahora mismo de las espantadas de Byrne, y como muchos otros guionistas tuvieron que arreglar sus cliffhangers sin tener ni la más mínima nota de a dónde quería parar su antecesor con todo aquello- y tal vez en todo ello descubren que en el defecto hay una virtud.
Pero tenemos que ser realistas, Full Circle es un divertimento, un experimento loco y ahí se va a quedar. No creo que ninguno de estos se caiga del caballo -aunque a alguno como Al Ewing ni falta que le hace, que ese se documenta bien y trabaja en favor de la continuidad y no en su contra- aunque me hubiera gustado que algunos como Hickman o Aaron aprendieran algo de ello; sobre todo Hickman, que lamentablemente ha sido el primero en empezar el experimento y se ha perdido el 90% de la experiencia. En cualquier caso, agradezco mucho estos experimentos narrativos y creo que a Marvel le vendría bien desmelenarse un poco más, jugar a probar cosas y ser la que era hace unas cuantas décadas, sin repetir una y otra vez machaconamente el recurso de las variant covers. Que por cierto, este cómic tiene como cuatro de ellas, porque hoy en día cualquier tebeo tiene dos o tres variant covers y así es como la serie de la Gata Negra se planta número uno en ventas por tener un millón de cubiertas en su primer número. Están locos estos romanos…