Para el que no lo sepa y crea que esto ni le va ni le viene, Bob Iger es el máximo responsable de que Disney se comprara Pixar, Marvel y Lucasfilm. Y la Fox. Sí, ese. Pues Bob Iger ha escrito -le han escrito- su autobiografía, y la ha planteado como una guía de liderazgo empresarial, para gente engominada que se levanta a las cuatro de la mañana para hacer ejercicio y luego va a trabajar en su coche de alta gama. Porque Bob Iger era un yuppie de los 80, y la mentalidad esa la mantiene. Pero entre tanto consejo de liderazgo sigue habiendo una biografía, y en los entresijos de ella podemos entrever algunos de los intrincados secretos de gestión del gigante del entretenimiento que tanto se ha esforzado -para bien o para mal- en comprar nuestras infancias.
Iger repasa al principio del libro su carrera como ejecutivo de televisión en ABC con exitos como NYPD Blue o Twin Peaks -la cual admite que el mismo se cargó, está bien reconocerlo- para luego pasar a la chicha gorda, la compra de ABC por parte de Disney y su ascenso a convertirse en la mano derecha de Michael Eisner, el presidente de Disney entre mediados de los 80 y principios del presente siglo y responsable del renacimiento de la marca con La Sirenita, El Rey León y demás. Todos esos éxitos se suelen atribuir a la figura de Jeffrey Katzenberg, el cual a mediados de los 90 no sintió que sus méritos habían sido suficientemente reconocidos y decidió largarse a montar Dreamworks junto a Steven Spielberg. Y por lo visto algo de razón debía de tener Katzenberg cuando justo tras su espantada el renacimiento de Disney se esfumó y la productora empezó a encadenar fracasos uno tras otro mientras Katzenberg no paraba de petarlo con sus nuevos socios…
Tras detallar la tortuosa caida de Eisner y su propia y aún más complicada carrera hacia la cima con medio consejo de administración en contra, Iger empieza a detallar sus cuatro grandes adquisiciones: Pixar, Marvel, Lucasfilm y la Fox. Poco a poco nos va contando como se hace amigo de Steve Jobs, lo maravillosa que era Pixar, el entusiasmo contagioso con el que llevó a cabo una compra que todo el mundo le decía que era arriesgadísima -porque Pixar iba a pinchar, todo el mundo lo sabía pero yo no- y como la jugada le salió de maravilla y consiguió revitalizar con ello también a Disney Animation, «porque Disney Animation es el pulmón de Disney, si animación va bien el resto de los negocios de Disney, ya sea parques, juguetes y demás licencias irán bien». Y entonces pasamos a Marvel…
Todo el capítulo dedicado a Marvel gira sobre Ike Perlmutter y se menciona de pasada a Dan Buckley, sin en ningún momento mencionar a ninguno de los de «abajo». De los autores solo se menciona puntualmente a uno que detallaré más adelante, y desde luego Iger no encaró esta compra con la intención de vender tebeos, porque no oculta en ningún momento que compró una cartera de miles de personajes. Lo que es peor, en un pasaje anterior habla sobre la acertadísima decisión de Eisner de deshacerse de toda la división editorial de ABC antes de que «todo se viniera abajo en esa industria», sacando como conclusión más adelante que no se debe invertir en proyectos que den poco margen de beneficio porque a la larga merman los recursos de la compañía. No sé que quiere decir esto a largo plazo sobre los tebeos, pero creo que deja bien claro que Iger ve Marvel Comics más como un vivero de ideas que como un negocio como tal.
Y de hecho la compra de Marvel la plantea así: a su juicio Disney necesita ser permanentemente una fuerza creativa para mantener su éxito, y por eso se dedica a mirar el mercado a ver que adquisiciones puede hacer para darle más creatividad a su empresa. Y de entre todas las empresas que se pensó comprar, arriba del todo estaban Marvel y Lucasfilm, decantándose por Marvel en un principio porque veía más complicado que George Lucas vendiera. Marvel, por el contrario, era una incógnita con su propietario Ike Perlmutter, pero claro, las posibilidades que ofrecía Marvel con su porrón de series y personajes a lo largo de sus 70 años de historia eran enormes, y eso era capaz de verlo hasta un ejecutivo que no había leído nada sobre Marvel como Bob Iger. Y así se pasaron seis meses tratando de contactar con Ike Perlmutter para poder comprar Marvel…
Y probablemente esa fuera la parte más complicada de la negociación, porque una vez Perlmutter dejó de hacerse el duro y aceptó reunirse con Iger todo fue como la seda: En Junio de 2009 Iger por fin pudo visitar las oficinas de Ike y hablar con él, que le demostró su inmensa racanería ofreciéndole como refrigerio un vaso de agua y un plátano. Y no le dio un bocata de mortadela porque eso era derrochar, te lo digo yo. A Perlmutter le interesaba mucho el trato que había recibido Pixar al ser comprada, manteniendo su cultura empresarial y su independencia dentro de la estructura de Disney, y parecía interesado en que Marvel recibiera un trato parecido. Iger aseguró tanto a Ike como a su «gente creativa» -no sé quién es la gente creativa de Ike, y me empiezo a preguntar si Iger sabe siquiera quienes son Joe Quesada o Jeph Loeb- que no tendría sentido comprar Marvel por lo que es para luego convertirla en otra cosa. La pregunta con la que me quedo es, ¿realmente sabía Disney lo que era o debía de ser Marvel?
El propio Iger también tenía sus dudas sobre Marvel, porque a fin de cuentas lo mismo los fans reaccionaban mal a la compra y Marvel perdía su valor, con lo que así es como acabó consultándole el tema a su amigo y accionista de Disney Steve Jobs. Jobs, que presumía de no haber leído un cómic en su vida y de odiarlos tanto o más que los videojuegos -sí, era un pelín gilipollas- le preguntó si la compra de Marvel iba a ser otro Pixar, si realmente era importante para él y si quería comprarla. Iger le respondió que no estaba seguro de que iba a ser una nueva Pixar, pero que la cartera de personajes era tan grande que le ponía en una situación bastante por encima de toda la competencia. Y le pidió que hablara con Perlmutter, a lo que Jobs accedió; el propio Ike le reconocería a Iger que la llamada de Jobs fue vital para la venta, porque le aseguró que Iger era un tipo de palabra y que la venta de Pixar había salido mucho mejor de lo que esperaba, respetando la marca Pixar y tratando al personal de la empresa de forma exquisita. En fin, que Iger le quería mucho a Steve Jobs y vaya si lo demuestra en este libro.
Más tarde, y ya metiéndose en harina con la gestión de Marvel después de la venta, Iger se detiene en por qué decidió apartar Marvel Studios de las manos de Perlmutter y ponerla debajo de Disney Studios, con Kevin Feige directamente bajo la supervisión de Allan Horn. Según cuenta muy diplomaticamente, por lo visto el hecho de que Perlmutter fuera un agarrado no cuadra bien con el negocio de las películas, basado en correr riesgos y sujeto a demasiadas variables, con lo que las presiones de Perlmutter para ajustar el presupuesto estaban creando tensiones que no venían nada bien para el proceso creativo y eso a largo plazo iba a redundar negativamente en la taquilla, por lo que en Mayo de 2015 tomó la decisión de darle Marvel Studios a Horn. En todo momento habla de la decisión como algo exclusivamente suyo, sin mencionar ninguna queja concreta ni al Marvel Creative Committee, aquel consejo formado por Quesada, Bendis y otros que supuestamente había vuelto loco a Feige, Whedon, Wright y hasta a James Gunn. Leída la versión de Iger, da la impresión de que el dichoso comité no dejaba de ser un intermediario de Perlmutter, porque no me veo yo a Bendis quejándose de que se están gastando mucho dinero en el pelo de Maria Hill, digo yo.
Sobre su forma de gestionar Marvel, Iger describe el proceso como una serie de reuniones cuatrimestrales entre Feige, Horn y el mismo en las que analizan las películas que están en preproducción y en producción, debaten posibes secuelas y personajes a introducir, actores y directores… En general da la impresión de que Feige va con Horn al despacho de Iger cuatro veces al año a hacerle una presentación y Bob Iger va dándoles su parecer sin mucha historia. Eso sí, el jefazo se atribuye el haber sacado el tema de la diversidad en una de esas reuniones -antes de la desPermuttación, eso sí- y que, así como algunos ejecutivos le dijeron que «las mujeres no venden», Feige le comentó que iban a introducir a Pantera Negra en Civil War. También cuenta que poco después Dan Buckley -presentado como el que lleva Marvel TV y los cómics- le comentó que Ta-Nehisi Coates estaba haciendo Pantera Negra para Marvel, y que a Iger le interesó tanto que se leyó el cómic y le sorprendió «su elegante forma de contar la historia y la forma en la que Ta-Nehisi había añadido tanta profundidad al personaje» y que antes de acabar de leerse el cómic decidió que había que hacer una película de Pantera Negra.
La semana que viene seguiremos repasando las compras de Iger con un capítulo que duele casi leerlo: la venta de Lucasfilm, con George Lucas «vendiendo sus hijos a esclavistas» y la carrera política de Bob Iger. Temblad.