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Ultimate Spider-Man, clones y John Byrne: Antes del Quesadismo (IV)

Algo curioso ha pasado en estos casi veinte años desde la llegada de Quesada a las altas esferas de Marvel, y es que mientras a finales de los 90 Marvel solía publicar en torno a 50 títulos y DC unos 100, la situación hoy en día se ha invertido por completo. Tal vez tenga que ver que el Editor Jefe de DC sea el mismo que el de Marvel antes de Quesada -el incombustible Bob Harras- pero no dejo de tener la sensación de que tal vez en DC tengan razón al decir que 52 es el número mágico, que más allá de esa cantidad se pierde el control sobre lo que se edita. En verano de 2000 Marvel estaba publicando dos series regulares de Spiderman y dos limitadas, y comenzaba la publicación de una quinta: Ultimate Spider-Man.

Y mira que la portada era fea, madre mía.

Pero antes de meternos de lleno en Ultimate Spider-Man y el apostol de la renovación Brian Michael Bendis, me gustaría poneros en situación respecto a lo que era Spiderman en aquel momento: un absoluto desastre. Y es que si los mutantes noventeros habían sufrido lo suyo por ser incapaces de replicar las ventas infladas por la especulación de dibujantes como Jim Lee o Rob Liefeld, a Spiderman le había pasado exactamente lo mismo con la figura de Todd McFarlane, con el agravante de que McFarlane estaba publicando todos los meses un número de Spawn que estaba discutiéndole a Uncanny X-Men el primer puesto de ventas, y eso continuaría así durante casi toda la década. Mientras tanto Spiderman y sus cuatro series (cinco con Unlimited o Team Up) trataba de mantenerse a flote entre los veinte primeros a duras penas, con unas ventas que si acaso alcanzaban series de mutantes de tercera fila como Generación X. Conscientes de que el personaje debería tener unas ventas bastante mejores, el editores como Danny Fingeroth o Bob Budianski lo intentaron absolutamente todo: maxicrossovers annuales entre toda la línea, portadas alternativas a la mínima oportunidad, especiales de evento, muertes, resurrecciones, embarazos y por supuesto, clones. La Saga del Clon se convertiría en el gran éxito comercial de Spiderman por aquellos tiempos, y su éxito sería tan grande que sería prorrogada durante dos o tres años cuando en principio no debería haber pasado del primero.

No lo sabíamos en aquel momento, pero esta portada iba a ser el símbolo de toda una época para Spiderman.

La historia, que llegaba a demostrar con pelos y señales que el Peter Parker de los últimos veinte años había sido un clon y que el auténtico había estado viajando por EEUU y pensándose la copia, se alargó tanto que los lectores acabaron completamente hastiados y provocó que desde entonces la palabra «clon» estuviera completamente envilecida desde entonces. El relanzamiento de la serie tras la finalización de la saga no había acabado de funcionar, al fin y al cabo el guionista principal de la misma seguía siendo el mismo Howard Mackie al que tanta tirria se le había cogido durante esa etapa, con lo que para cuando Harras toma el control de la editorial durante la quiebra se empieza a plantear un relanzamiento completo del personaje en un tratamiento parecido al que tuvo Superman en DC durante la década anterior: llamar a John Byrne. Pero ni el mundo del cómic era el mismo que en 1987 ni Byrne tenía el mismo caché que antaño, así que la reacción del público ante el trabajo de Byrne fue muy distinta a la que tuvo su Man of Steel; Byrne reformuló la serie retconeando elementos concretos de la etapa Lee/Ditko, cambios que en muchos casos no acabaron de agradar a un público que precisamente huía del gran retconeo que había supuesto el desbarajuste aquel de los clones y la consiguiente resurrección de Norman Osborn; el lector ahora buscaba tranquilidad, estabilidad, y Byrne llegaba como un elefante en una cacharrería. Tras un año un tanto accidentado en ventas al que se sumaría el hecho de que su archienemigo Chris Claremont tomara un puesto editorial en Marvel, Byrne abandonaba el relanzamiento y Spiderman quedaba en manos del guionista más envilecido por la muchachada: Howard Mackie. Y en estas llega Bill Jemas.

Se ha hablado mucho por aquí de Lobdell, pero muy poco de la maldad de Howard Mackie y la forma en que envileció el uso de bocadillos de pensamiento.

Como ya hemos dicho, Bill Jemas era un firme detractor de todo el equipaje que traían consigo los personajes de Marvel gracias a la continuidad -palabra que por la época se puso bastante de moda y que hasta entonces apenas se había utilizado- así que quería tirar abajo la casa que Jack Kirby y otros construyeron para empezarla de nuevo mediante la línea Ultimate. Como reiniciar La Patrulla X era un tanto complicado al ser tantos personajes a la vez, Jemas apuntó su cañón reseteador hacia el pobre Peter Parker, que no dejaba de ser el héroe más popular de la editorial hasta fuera de las viñetas. Ni se le debió pasar por la cabeza que en aquel momento los lectores acababan de pasar el experimento de Byrne y no les apetecía en lo más mínimo volver a lo mismo, Jemas reclutó forzosamente a uno de los dibujantes más importantes del Spiderman de los 90 -Mark Bagley, que en aquel momento estaba muy a gusto en Thunderbolts y que lo último que quería en aquel momento era volver a hacer Spiderman- y a un guionista que a los 33 años que hasta entonces solo había trabajado en series policiacas y cuyo trabajo más superhéroico hasta entonces había sido Sam & Twitch para Todd McFarlane, un cómic que pese a estar enmarcado en el mundo de Spawn era fundamentalmente una historia de detectives. El nombre del guionista era Brian Michael Bendis, y se iba a quedar en la serie durante… Dieciocho años.

La misma escena de Mackie pero en el Ultimate de Bendis y Bagley, toda una demostración clara de «show, don’t tell».

Y aunque el cómic venía firmado por Bendis y Bagley pero también por el propio Bill Jemas, a día de hoy pocos dudan que el papel de Jemas en todo esto fue poco menos que testimonial, indicándole a Bendis algunos cambios respecto al original de Lee y Ditko que en último término debieron de tener muy poca trascendencia. El trabajo de Bendis es uno de los primeros estandartes en Marvel del estilo «decompressed», alargando la historia del Amazing Fantasy 15 durante seis números; Peter tiene el accidente durante el primer número y no descubre sus poderes hasta el final del mismo, se introduce la figura de Norman Osborn como responsable de la famosa araña radioactiva y se cae en ese viejo pecado de interconectar todo innecesariamente. Por lo demás, el cómic no es precisamente muy novedoso ni ninguna revolución, Bendis mueve mucho la historia a través del diálogo y la acción en ocasiones es redundante al recontar visualmente durante el mismo número acciones que ya hemos visto solo para evitarse un par de bocadillos de pensamiento. Y eso por no hablar de un color informático de los de aquella época de «aprendizaje» que tan mal ha envejecido con respecto a los estándares de hoy en día. Ultimate Spider-Man era un encargo para todo el mundo y una oportunidad para Bendis… Y aun así el experimento funcionó.

Otro elemento muy Bendis, la «doble página Bendis». Consiste en crear una doble página innecesaria, sin una viñeta grande que justifique el uso de las dos páginas, con el objetivo de obligar a meter las páginas de publicidad donde al autor le conviene y no donde a los de marketing les de la gana.

Pero no nos engañemos, no fue un éxito fulgurante. Ultimate Spider-Man aparece en el puesto quince de ventas con menos de la mitad de ejemplares vendidos que Uncanny X-Men o X-men. Sin embargo y a lo largo de los meses, el cómic empezaría a ganar interés y las librerías empezarían a pedirlo en segundas ediciones y en los tomos recopilatorios, llegando a convertirse en uno de los superventas de Marvel y consolidando la línea Ultimate; algunos dirían que el éxito viral de Bendis -que por aquel entonces tenía un foro bastante activo en jinxworld y muy buena relación con los moradores del foro de Warren Ellis- o las posteriores columnas semanales de Joe Quesada, sumado a los numeritos de Bill Jemas allá donde fuera sirvieron para promocionar la serie, y no lo dudo que lo hicieran, pero en mi opinión lo que en realidad desequilibró la balanza y sirvió para hacer que Ultimate Spider-Man no naufragara fue una decisión de Bob Harras. Y es que a finales de los 90 Bob Harras había dedicado bastantes esfuerzos para revitalizar la web de Marvel, pasando de meter cómics exclusivos en America OnLine -cybercomics los llamaban, todos horrendos- a empezar a meter una selección de novedades que podias leer online en la propia web de Marvel, los llamados «dotComics».

Aquí tenéis los difuntos DotComics cortesía de Es La Hora de las Tortas. Como podéis ver era una mezcla entre bocadillos vectoriales y mapas de bits pixeladísimos que en el año 2000 se agradecían un montón.

Para que os hagáis a la idea, aquellos cómics eran adaptaciones a flash que se leían viñeta a viñeta, con zoom a los bocadillos para que se pudieran leer más cómodamente y demás artificios que ahora son considerados bastante horteras, pero por aquel entonces eran bastante necesarios porque la resolución media de los monitores de aquel entonces estaba entre los 800×600 y los 1024×768, resoluciones que pedían esos zooms como el respirar; lógicamente los intercambios clandestinos a través de internet de cómics escaneados estaban en pañales aunque no tardarían en explotar, pero el hecho de que Marvel pusiera disponibles en su web todos los números de Ultimate Spider-Man mes a mes provocó que no solo el lector habitual de Marvel -o de cómics en general- se acercara a la serie, consiguiendo así el objetivo principal de la línea Ultimate, el de acercar a nuevos lectores dándoles un punto de entrada claro y simple, partiendo de cero a un coste cero. Y es que aquellos cómics en flash se podían leer, pero en todo momento tenías la sensación de que sería más agradable leerlos en papel, mantenías la necesidad de comprarlos en grapa o en tomo, con lo que los reorders se multiplicaron y el éxito de Ultimate Spider-Man se hizo realidad. Pero claro, eso ya vendría dentro de la era Quesada y se daría por hecho que era otro de sus grandes logros.

Nos dejamos en el tintero el más que recomendable Spiderman de Jenkins y Buckingham, que sirvió de «cara b» del Spiderman de Mackie y que sobreviviría hasta la llegada de Straczynski.

¿Y que pasó con Spiderman, el de verdad, el no Ultimate? Pues la cosa fue bastante sencilla, en cuanto Quesada llegó al poder y empezó a hacer sus columnas en CBR, manifestó que su prioridad era arreglar Spiderman y luego X-Men. El arreglo no tardaría en llegar via su fichaje estrella, el editor Axel Alonso -recién arrebatado de Vertigo y que tenía en su haber éxitos como el Predicador de Ennis y Dillon- que no tardaría en traerse para los guiones de Amazing a Joseph Michael Straczynski, el cual ejemplificaría, al igual que Kevin Smith, lo que iba a ser el inicio de la era Quesada; grandes fichajes ya fueran del mundo del cine, la televisión o el cómic que en su mayoría venían ya con la concepción del proceso creativo como un «trabajo en equipo» y no del mismo como un viaje artístico personal. Era el fin de los Byrne, Claremont o Englehart y empezábamos el camino de las reuniones creativas anuales a las que solo eran invitados una serie de estrellas y editores cuyas ideas dirigirían el devenir de Marvel Comics.

El mes que viene el punto de inflexión entre los 4F de Claremont y Larroca y los de Carlos Pacheco, que tendrían la mala suerte de pillar en mitad de la revolución Quesada y pertenecer a la administración anterior…

Me vais a perdonar por no hablar de mutantes la semana que viene, pero creo que entre lo de Hickman y que hace bastante poco ya hemos hablado de los New X-Men de Morrison, igual nos viene mejor hablar de los 4 Fantásticos, que por aquí se que se les quiere y siempre es un placer hablar de ellos.

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