Yo por lo general suelo huir de las adaptaciones al cómic de películas y series por culpa de demasiadas malas experiencias leyendo aberraciones que trataban de seguir al pie de la letra el guion de la película y con dibujantes que parecían mas preocupados en captar el parecido con los actores que en narrar una historia. Pero como en todos los casos siempre hay notables excepciones como la que hoy quiero compartir aquí, la adaptación al cómic de la película Alien. Una notable excepción que no sorprende demasiado si tenemos en cuenta que dicha adaptación recayó en las mas que capaces manos de dos pedazo de autores como Archie Goodwin y Walter Simonson, quienes fueron capaces de trasladar al cómic toda la tensión y el terror de la famosa película.
La USCSS Nostromo, una nave de transporte que regresa a la Tierra tras un trabajo rutinario de extracción de minerales recibe una señal de emergencia desde un pequeño planetoide. Esto activa los protocolos de emergencia de la nave y despierta a su tripulación de la hibernación quienes se ven obligados por su contrato a investigar el origen de dicha señal si quieren conservar su paga. Una investigación que debía ser algo simple y rápido pero que se complica enormemente cuando descubren algo tremendamente antiguo que esconde en su interior un peligro aterrador…
Cuando me dispuse a leer esta adaptación tenia mas o menos asumido que pese a mis prejuicios contra las adaptaciones del cine al cómic, con este caso concreto y dado los autores implicados iba a encontrarme con un nivel de calidad mínimo asegurado. Lo que no me esperaba era que iba a encontrarme con un cómic tan bueno que no solo no desmerece en absoluto el material que adapta, sino que hay algún momento que otro en la historia que Goodwin y Simonson casi consiguen que funcione mejor que en la película. Una reacción que fue bastante compartida desde el mismo momento de su publicación en 1979 por parte de Heavy Metal Magazine, cuando se convirtió en el primer cómic en colarse en la lista de bestsellers del New York Times.
Aunque eso es algo que, como he dicho antes, sorprende poco teniendo en cuenta quienes realizaron la adaptación. De entrada tenemos a un Archie Goodwin, al que nunca echaremos de menos lo suficiente, quien tuvo que enfrentarse a la complicada tarea de convertir casi dos horas de metraje en una novela gráfica de sesenta y cuatro paginas, teniendo que recortar y comprimir la historia para que encajase en el nuevo formato sin que el fluir de la historia se resintiese, una labor en la que ademas de su enorme talento como escritor se aprecia sin duda también su experiencia como editor. Y aunque es cierto que tras su lectura hay algunos momentos en los que uno puede echar en falta que hubiesen dispuesto de algunas paginas mas, el resultado final es mas que satisfactorio.
Pero donde realmente brilla con luz propia esta adaptación es en su apartado gráfico, donde un Walter Simonson en estado de gracia consiguió hacer suya la historia de forma espectacular. Un trabajo del que su modestia le ha llevado a afirmar en alguna ocasión que no merecía demasiado merito, ya que con este material cualquier dibujante podría haberlo convertido en un bestseller. Pero basta ojear algunas de sus paginas para poder afirmar que no, que no todos los dibujantes podrían haberse enfrentado a esta tarea y salir airosos y que Simonson aquí tiene algunas de las mejores paginas de su carrera. Un trabajo que ademas de contar con la inestimable ayuda de su habitual colaborador, el diseñador y rotulista John Workman, contó también con una ayuda muy especial en el coloreado, Louise Simonson.
Y aunque cueste un poco el llevarle la contraria a alguien a quien respeto y admito tanto como a Walter Simonson, tengo que decirlo de nuevo, su trabajo en este cómic se encuentra entre lo mejor de su carrera, que es decir mucho. Por un lado nos encontramos con que Simonson fue capaz de trasladar al cómic con mucha fidelidad los tenebrosos escenarios de H. R. Giger, el vestuario e incluso el aspecto de los actores, pero sin llegar a ese extremo al que han llegado otros dibujantes en el pasado que se esfuerzan tanto en conseguir el parecido que sus personajes parecen muñecos de cera estáticos y sin vida.
Pero fidelidad aparte, el mayor logro de Simonson en este cómic fue el conseguir trasladar al papel toda la atmósfera opresiva y escalofriante de la película, hacer que la tensión vaya creciendo a medida que avanza la historia y jugar con maestría con el formato del cómic para hacer que el dar la vuelta a una pagina se conviertese en un momento sobrecogedor o aterrador aunque ya sepamos que es lo que va a suceder a continuación. Y aunque tengo que reconocer que se me hace un poco raro el ver al famoso Alien coloreado de otra forma hay que reconocer que no le queda del todo mal el cambio.
Así que por supuesto que estamos ante uno de esos cómics que hay que leer, no solo por ser una joya entre esa ingente marea de adaptaciones cinematográficas y televisivas al cómic, sino porque por si mismo es un gran cómic de esos que da gusto leer y releer y en el que se aprecia en cada pagina todo el talento de sus responsables.