«Wally West es mi Flash. Wally fue mi punto de entrada a los cómics de DC, mi primer cómic de la editorial fue el 53 de The Flash por Messner Loebs y Greg Larocque. Adoro el personaje. Tengo una página de Wally sobre el escritorio que es de esa etapa y creo que esto, al final del día, pondrá el foco sobre el personaje y lo pondrá en el centro del universo DC de una forma en que no lo ha estado en 15 años.»
Casi todo esto que ha dicho Tom King -lo de que es mi primer cómic no, que aquí Zinco no editó esa etapa- lo podría haber firmado yo mismo, porque yo también adoro a Wally, y para mi es Flash. No Barry o el pobre Bart, ni siquiera Jay llegan a ser lo que para mi es Wally. Más de una vez he defendido precisamente la etapa de Bill Messner Loebs frente a una actitud incomprensible e impresentable por parte de DC, que durante años se negó a reeditarla y a una ECC que la mantuvo inédita en España. Todo era reeditar parte de la etapa de Waid y la de Geoff Johns, podrías alicatar el baño con portadas de esas reediciones, pero para leer la etapa de Loebs y Larocque me las tuve que apañar para leer en inglés y como pude, y cuando por fin la leí me di cuenta de que Wally West era mi Flash, así que cuando Tom King prácticamente pide disculpas por lo que le pasa al personaje en Heroes In Crisis -la secuela «espiritual» de la infame Identity Crisis- le creo, porque en el fondo está diciéndome unas palabras que siento como mías. Tom tuvo una idea para una historia, DC le dijo que contara la historia con Wally, con Harley o con Booster Gold y King se dio cuenta de que entre esos tres la única opción era contarla con Wally. Y ahí es donde yo hubiera agarrado por las orejas al responsable de sugerir tamaña aberración y lo habría arrastrado hasta la taza del baño, remojando su miserable cabeza hasta que me diera la serie de Flash en solitario para poner a Wally West en su sitio, pero Tom King supongo que es una persona más educada. Mejor escritor también, de eso no tengo ninguna duda, pero también más educado. Y eso que ganas no le habrán faltado, que el hombre trabajó en la CIA y seguro que conoce a gente menos educada que él que pueda hacer ese trabajo estupendamente.
A la hora de escribir este siguiente párrafo he hecho algo que no suelo hacer, he suspirado y he juntado las manos sobre el teclado, porque se me amontonan las ideas en la cabeza y a la vez se que no hay mucho más que decir. Este post debería haberlo escrito M’Rabo, el habría volcado su condición de Red Lantern y la papeleta estaría resuelta. No os engañéis, él también es fan de Wally y a su manera todo esto le duele tanto o más que a mí, pero supongo que después de quitarme el post de Chernobil lo justo es que yo escriba sobre Heroes In Crisis. El problema es -y siento decirlo- que no puedo hablar sobre Heroes In Crisis, porque no tengo fuerzas. He leído la miniserie con sensación de estar en un velatorio -y mira que es raro, suelo disfrutar todo lo que leo de King- y aunque me ha encantado volver a ver a Beetle y Booster juntos siendo los dos desgraciados de siempre, la historia se mete por unos caminos que merecerían una reflexión sobre sus implicaciones que no tengo ganas de hacer ahora, porque en el fondo sigo en el velatorio, digo pensando en Wally.
Porque Wally West no es Barry Allen, Wally no es un asesino. Wally fue el primero que dijo que nadie moría durante su turno, el «nobody dies» que proclamaba el Spiderman de Slott ya lo teníamos treinta años antes en el Flash de Messner Loebs. Y leyendo a King me doy cuenta de que sí, de que tal vez Wally necesitaba que la gente se volviera a interesar por el después del ostracismo injusto de más de cinco años al que lo sometió New52, creo que había otras formas. Wally era en cierto modo inocente, era un Flash «Superman», en el sentido de que allí donde Barry había fracasado y había tenido que matar al Profesor Zoom, Wally había conseguido que hasta sus villanos enderazaran su vida, se había hecho amigo de muchos de ellos y poco a poco había demostrado que había otra forma de ser un superhéroe, de tratar a tus enemigos, de construir un mundo mejor que no estuviera basado en aporrearlos y mandarlos a la cárcel. Sin embargo, Heroes In Crisis lo que hace es decirnos que tras un trauma terrible a Wally se le va la olla y mata sin querer a ni sé cuantos, tratando de poner el foco en el concepto de estrés post traumático, la depresión y demás enfermedades mentales de las que King tiene experiencia de primera mano al haber estado trabajando en Irak.
Sí, esto humaniza a los superhéroes y nos hace reflexionar sobre una realidad a la que deberíamos prestar más atención, pero a Wally no le hacía ninguna falta. Wally ya tenía bastante con haber perdido a su familia -que anda que hay que ser cruel- no hacia falta que cargara con la culpa de algo así. La gracia de Superman o el Doctor Extraño está en que son seres ultrapoderosos que no abusan de su poder y tratan de conseguir la mejor solución para los conflictos en los que se meten, y el Wally de Messner Loebs había sido un experto en eso. Etapas posteriores de Waid o Johns habían diluido al personaje, y a estas alturas ya muy poca gente sabe quién es Wally West. Que puñetas, el de Wolfman era un pelín niñato y alguno me podría decir que el de Loebs retconeaba al de Baron y al de Wolfman, que no tengo derecho a quejarme porque el personaje no sea idéntico al de la etapa que me gusta, pero precisamente por eso puedo empatizar con Tom King, porque creo que le tocó comerse un marrón que no era plato de su gusto, y que esa es la razón de que haya intentado hacer lo que pudo por Wally, por nuestro Wally. La editorial ha decidido meterlo en el Escuadrón Suicida, convertirlo en la versión emo de Speedball -Penance- que tuvo Marvel después de Civil War, y seguramente ni a King ni a mí nos haga la más mínima gracia, con lo que solo puedo resignarme y patalear, cagándome en esa entidad abstracta, en «DC Comics», por no entender que Wally se merecía algo mejor.