La semana pasada terminó en EEUU Avengers: No Road Home, lo que venía a ser la secuela espiritual de No Surrender. Para que me entienda todo el que no sepa lo que era ni lo uno ni lo otro, No Surrender vino a ser una serie limitada semanal que se publicó entre el final de una etapa de Vengadores y la siguiente, una especie de despedida del equipo anterior a los personajes antes de que los tomara Jason Aaron, pero la cosa tuvo tanto éxito que la banda volvió a juntarse este año para hacer No Road Home. Y sí, los dos eventos son divertidos de leer e historias con aire clásico a Vengadores, a pesar de que no cuentan con ni con el Capi, ni con Thor, ni con Iron Man.
Sin embargo, y al hacer hincapié en La Bruja Escarlata, Visión, Ojo de Halcón y Hércules, nos remite muchísimo a los buenos viejos tiempos mientras mantiene una estética moderna gracias a un incombustible Paco Medina y Sean Izaakse que han llevado el proyecto a muy buen puerto. Pero… No he venido aquí a hablar del cómic, si no de algo que pasa en su último número. Para los que no quieren spoilers y están interesados, os diré que sí, que es un cómic bastante entretenido y lo veo bastante superior a la etapa actual de Aaron, con lo que si buscáis un buen rato no creo que os decepcione. Eso sí, algunas herejías igual os ponen de los nervios. Pero vamos con los spoilers…
Porque sí, en este cómic sale Conan antes que en Savage Avengers, tiene un escarceo no sé si amoroso con Wanda y lucha codo con codo con el resto de los Vengadores, para acabar al final de la historia en la Tierra Salvaje, en la actualidad, integrando a Conan por completo en el Universo Marvel para horror de todos aquellos que pensaban que Conan era una cosa y Marvel otra. Yo que sé compañeros, Conan ahora es parte de Marvel igual que Fu Manchú -que no tardará, que los derechos caducan y tal- con lo de que Savage Avengers era un truco, una historia imaginaria… Me da a mi que no y que van con todo. Temed. Sin embargo y aunque a algunos les sorprenda, lo interesante de número final no está en Conan, está en la propia Marvel, en la Casa de las Ideas.
Resumiéndolo todo rápido y mal, el conflicto principal de toda la serie giraba en torno a Nyx, la diosa olímpica de la noche que venía a cargarse el universo extinguiendo toda luz. Después de cargarse todo el panteón olímpico -no, a Hércules no- Nyx corre a La Casa de las Ideas, un lugar del cual supuestamente nace la luz. El cómic empieza con la Visión consiguiendo colarse en la casa justo detrás de ella, y en cuanto entra se ve «deconstruido» en varias viñetas que muestran varias de sus versiones: la clásica de John Buscema, la Antorcha Humana Original, el fantasmón blanco sin sentimientos en el que lo convirtió Byrne en su etapa en West Coast Avengers… Tras un pequeño debate metafísico con Nyx durante el que la villana le viene a contar que esa casa es el centro donde mora la fuerza creativa elemental de esa realidad (sí, Marvel es La Casa de las Ideas y este cómic es una celebración del 80 aniversario de la editorial).
Y entonces todo se llena de homenajes a los personajes de Marvel y a distintas versiones de todas sus épocas, recreando algunas portadas icónicas de la editorial como el Captain America nº1 y el puñetazo a Hitler (pero pegándoselo a Nyx) o la Antorcha Humana atacando en la portada del Marvel Comics nº1. El cómic acaba con Wanda, Clint, Visión y el señor Vudú -porque Doctor creo que ya no es, ¿no? ¿O sí?- tomándose algo en un bar y lo dicho, con Conan en la Tierra Salvaje. Lo interesante de todo esto es la sensación de que este cómic escrito a seis manos entre Mark Waid, Jim Zub y Al Ewing se siente más como un cómic de Vengadores que todos sus trabajos anteriores; ¿por qué carajo se metieron en aventuras como USAvengers y demás? ¿Tan difícil es entender que lo que busca la gente al leer un cómic de los Vengadores no es algo totalmente distinto, si no un cómic de los Vengadores?
La ilusión del cambio lo llamaba Stan Lee, y así lo instauró a principios de los 70: Los Vengadores podían cambiar de alineación todo lo que quisieran, pero al final siempre volverían el Capi, Iron Man y Thor. Podrías crear o incorporar al grupo otros personajes, podrías tener alineaciones completamente marcianas durante años, pero a los diez, veinte años, volveríamos a tener a Los Vengadores de siempre. La idea es que cada generación de lectores tenga su oportunidad de ver unos Vengadores «clásicos» que luego pasen a ser otros distintos, más raros, «sus» Vengadores, los de su generación. El problema es que mientras que antes esos ciclos eran más o menos largos, ahora los ciclos se han trastocado del todo y ya no tienen un objetivo claro; la cosa empieza con Busiek a finales de los 90 con una etapa clásica, a la que sucede la de Geoff Johns que es un poco más «rara» pero no se desvía del plan. La sustituye la de Bendis -de Austen no se habla por aquí, no- con una revolución, que seis años después termina mezclando lo clásico con lo «new» allá por 2010; Bendis llega prometiendo una revolución y a las primeras de cambio echa el freno de mano y da la marcha atrás.
A partir de ahi tenemos la etapa de Hickman, con dos o tres series en las que lo que se veía era cualquier cosa menos «Vengadores» -que esto viene ya de tiempos de Bendis y series como Secret Avengers o Dark Avengers- y la marca queda totalmente diluida. Pero para entonces ya da igual, existe una franquicia cinematográfica que le recuerda a todo el mundo que son los Vengadores, con lo que da igual lo que cuente el cómic en ese momento. Y así es como me he pasado yo años leyendo tebeos de los Vengadores en los que pasaban cosas, cualquier cosa, y no me sentía como si estuviera leyendo aquellos tebeos de Roy Thomas, Steve Englehart, Jim Shooter o Roger Stern; había una amenaza terrible a la que se enfrentaban los Vengadores, pero su caracterización siempre era desdibujada o quedaba completamente en segundo plano en favor de personajes que no eran tradicionalmente Vengadores como Luke Cage o Miles Morales. Si querías volver a leer a Clint discutiendo con Wanda o Vision -o con cualquiera, no tiene porque ser el Capi- te tenías que olvidar, porque eso ya no pasaba en Vengadores. Thor, Iron Man y el Capitán América iban a mantenerse estereotipados, y los protagonistas siempre eran otros.
Por eso valoro tanto este Avengers No Road Home, porque si bien en un principio daba la impresión de que le iban a dar más protagonismo al Hulk Satánico -otro día hablamos de Immortal Hulk, que tiene tela- o a Rocket, al final los que cortan el bacalao son el viaje interior de Hercules, Wanda, Ojo de Halcón o el propio Visión. Y eso me alegra, porque lo que realmente hizo a los Vengadores un grupo con identidad propia fue el núcleo formado por esos tres, y a la vez el mayor fracaso de las películas del MCU es no haber sabido traducir eso a la pantalla. Pero bueno, supongo que ahora con las series de Disney+ la cosa cambiará…