Diógenes y yo, casi sin proponérnoslo hemos acabado reseñando bastantes de las ultimas obras de un autor al que ambos admiramos bastante, Kieron Gillen. Y tras The Wicken and The Divine y Peter Cannon… Thunderbolt toca hablar del que se ha convertido en muy poco tiempo en mi favorito de sus trabajos actuales, Die. Un cómic bellamente pintado por Stephanie Hans en el que Gillen se adentra en una de sus pasiones, los juegos de rol y que jugando con lugares comunes y referentes bastantes conocidos por los que ya tenemos una edad (una, no entremos en detalle) resultaran mas que familiares. Referentes que Gillen como suele ser habitual en el retuerce a su antojo para que bajo esa apariencia de familiaridad nos encontremos una historia nueva y apasionante que vale bastante la pena leer.
En 1991 seis adolescentes se reunieron para jugar una partida de rol muy especial con un juego y unos dados hechos a medida para la ocasión… y desaparecieron sin dejar rastro. Dos años mas tarde cinco de ellos reaparecieron, destrozados, traumatizados y sin ser capaces de decir ni una sola palabra de que les había sucedido o donde habían estado. Pero veinticinco años mas tarde, cuando aquellos amigos han seguido caminos separados, en la medida de lo posible han rehecho sus vidas y se han esforzado por olvidar las pesadillas vividas en aquel lugar que les tuvo atrapados durante dos años de sus vidas, un fantasma del pasado regresa para devolverles de nuevo allí y no piensa aceptar un no por respuesta.
Si la premisa de la serie resulta familiar (aunque se que la he dejado quizás demasiado vaga) es porque lo es. La idea de acabar sumergido en el mundo de los juegos, ademas de haber estado presente en la fantasía de cualquier niño (menos Diógenes que ya nació amargado) y los delirios fanáticos de Jack Chick, lo pudimos ver ya en los (maravillosos) 80 en la serie de televisión de Dragones y Mazmorras, o en decadas posteriores en películas como Jumanji o Zathura y salvando las distancias incluso podríamos colar aquí el I Hate Fairyland de Scottie Young. Pero mientras que en esas historias el elemento primordial de las historias era la aventura o la comedia, aquí Gillen altera el tono de la idea común de todos esos referentes girándolo hacia algo que pensándolo fríamente siempre ha estado ahí, el horror. Y es que por bonito que pueda sonar cuando somos niños, la idea de acabar atrapado en uno de esos mundos de fantasía con todas las amenazas que los pueblan y sin el beneficio de una censura que lo adapte a todos los públicos no puede ser agradable (Solo de pensar que podría acabar atrapado en un mundo rodeado de Meis congelándome siento pánico)
Y partiendo de esa premisa, al mismo tiempo familiar y nueva, Gillen aprovecha también para explorar los temas comunes del genero fantástico del que tanto bebe el rol y de sus orígenes, tanto en cuanto a obras de ficción como a los elementos del mundo real que inspiraron esta (lo que nos cuentan en el tercer numero es un perfecto y tristisimo ejemplo de ello) Todo ello hace de Die un cómic con bastantes niveles de lectura que juega (nunca mejor dicho) y subvierte las convenciones de distintos géneros y medios y cuyo resultado final es una historia que incluso para quienes como yo el rol es algo ajeno conocido solo de oídas resulta tremendamente interesante.
Aunque para mi uno de los platos fuertes de este cómic es su apartado gráfico por parte de una impresionante Stephanie Hans. Esta ya había colaborado en el pasado con Gillen de forma puntual en series como Journey Into Mystery o Angela (aunque si la memoria no me falla casi todo fueron portadas) y que aquí por fin han hecho realidad sus planes de trabajar juntos a tiempo completo. Y el resultado de esta colaboración es un cómic de esos que son todo un placer para la vista. La artista francesa hace aquí todo un despliegue de talento para dar vida a ese mundo al otro lado del tablero de juego en el que la fantasía y el horror van de la mano, dejándonos claro que ha valido la pena esperar para verla colaborar de lleno con Gillen.
Cómics como este me recuerdan los motivos por los que Kieron Gillen se convirtió en uno de mis escritores favoritos y ademas me ha servido para descubrir que Stephanie Hans, ademas de ser una espectacular portadista es una grandísima dibujante de interiores. Por lo demás, y tras haberme leído los tres primeros números de Die ya puedo decir, sin que Diógenes me acuse de precipitarme, que se esta convirtiendo en una de mis series favoritas del momento, por lo que recomiendo a todo el que no le haya dado una oportunidad que no lo dude, que vale bastante la pena.