Y esta edición del renacido Salón del Cómic de Santa Cruz de Tenerife llegó tristemente a su fin. Un momento agridulce que siempre sufro en este tipo de eventos ya que aunque me alegro de lo vivido me jode que llegue a su fin, pero si algo he aprendido bajo el yugo de Diógenes es que todo lo bueno se acaba. Pero aun quedaba algo por hacer, reencontrarme con algunas personas, alguna charla que otra y tratar de no marcharme de allí sin conseguir un dibujo del gran Pasqual Ferry. Un repaso de lo sucedido aquel día que junto con las conclusiones finales de lo ha sido este Salón para mi, podemos dar por terminada esta crónica.
Tras repetir el ritual de lo que había sido cada mañana, hacer una cola tras otra, conseguí mi objetivo de obtener un numero lo mas bajo posible en la cola de la sesión de firmas de Pasqual Ferry, un objetivo que pude cumplir sin problemas y que me garantizo un puesto que creía que me permitiría marcharme de allí satisfecho. Así que de nuevo me toco deambular por allí un rato para matar el tiempo hasta que comenzase la “masterclass” (era otra charla) de Carlos Pacheco y aproveche para pillar alguna cosa en los stands (el dinero del sobre de Diógenes aun no se había acabado del todo) y salí de allí con un ejemplar de la Saga de los Bojeffries de Alan Moore y Steve Parkhouse bajo el brazo.
Una vez gastado casi todo el dinero que me quedaba ya podía asistir a la segunda charla (me niego a llamarlo masterclass) de Carlos Pacheco. Y tras admitir que el mismo no tenia claro que era eso de una masterclass se puso a hablarnos de lo que para el era un cómic. Utilizando ejemplos de algunos de los mas grandes del cómic como John Buscema, Neal Adams o Jack Kirby, Pacheco fue desgranando el lenguaje del cómic, lo que hace funcionar a la narración en el mismo o la diferencia brutal que podía suponer cuidar el encuadre o el lenguaje corporal de escena y personajes a la hora de contar una historia. Una charla tremendamente interesante que de nuevo, y por culpa de la incompatibilidad de horarios, me obligo a mi, y a unos cuantos mas, a marcharnos con dolor de esa charla tan amena en cuanto vimos que Pasqual Ferry se ausentaba para dar comienzo a su sesión de firmas.
Y de nuevo toco hacer otra cola, la ultima del Salón, una que hice cruzando los dedos para que toda la gente que tenia delante no fuese demasiada como para que la misma se terminase y me quedase con las ganas. Pero por suerte la cosa no llego a tanto y por fin me vi frente a frente con el Pasqual Ferry. Y aunque de la impresión de que me repito o de que peloteo a los autores que me encuentro, no me queda mas remedio que decir que en este caso Ferry también tremendamente amable y simpático. Pudimos charlas brevemente sobre su Warlock (junto con Louise Simonson) un cómic que siempre me había parecido que paso demasiado desapercibido, algo que confirmo que varias personas con las que hable allí desconocían por completo su existencia. Una sensación que Ferry compartía con pena ya que consideraba que ese era su cómic mas completo (y es un grandísimo cómic, vale la pena conseguirlo)
Tampoco pude resistir la tentación de comentarle, cuando le di mi ejemplar de Adam Strange para que me lo dedicase, que adoraba ese cómic y que había conseguido hacer un rediseño CASI tan bueno como el original, algo que le hizo gracia. Y entonces llego el momento de la verdad, iba a hacerme un dibujo, y yo llevaba meses con la ilusión de llevarme un Puño de Hierro dibujado por el (me encantó lo que hizo con John Ostrander en Héroes de Alquiler) Pero ya fuese porque debido al insoportable volumen de la música que salia de los altavoces situados sobre nosotros no me entendió o porque ese día le apetecía escoger el que dibujar, acabe con algo muy distinto pero muy especial, el protagonista de una de sus obras mas personales, Crepúsculo.
Pese a que yo ya había conseguido todo lo que quería (y para no quedarme con las ganas de llevarme algo de Puño de Hierro acabe comprando una chapa con la marca de Shou-Lao en un stand) me quede por allí acompañando a algunos conocidos que esperaban a la sesión de firmas de Carlos Pacheco que se iba a celebrar tras el final de su charla. Una sesión de firmas en la que se puso de manifiesto uno de los pocos problemas que tuvo este Salón, la incompatibilidad de horarios. Y es que aunque Pacheco, siendo tan amable como los días anteriores, quería quedarse allí formando y haciendo dibujos mas allá de su hora, al celebrarse la sesión de firmas en el escenario principal y siendo este constantemente necesitado para otros eventos, tuvieron que desalojar a los autores. Y en honor a la amabilidad de Pacheco hay que decir que mientras los voluntarios desmontaban las mesas y se llevaban las sillas, el estuvo aguantando al pie del cañón hasta el ultimo segundo.
Para mi eso fue el final del Salón, ya que tenia que recoger mis cosas y abordar mi avión (y me perdí la entrega de premios de la tarde). Un Salón que fue toda una sorpresa y una experiencia tremendamente satisfactoria en la que casi todos los detalles se cuidaron con bastante mimo. Para mi fue destacable como se cuido todo a nivel estético, haciendo que las exposiciones fuesen mucho mas que meros paneles con ilustraciones colgadas (aunque me entraban sudores fríos cada vez que algún niño se saltaba las cintas para tocar los originales de V de Vendetta) creando espacios diferenciados para cada una y aprovechando al máximo el reducido espacio disponible en el recinto. También quiero destacar la amabilidad de los voluntarios que demostraron tener una paciencia infinita y la variedad de actividades, todas íntimamente relacionadas con el cómic y solo el cómic, que se celebraron.
Y aunque también tengo alguna critica que otra, estas son menores y mas achacables a la inexperiencia de los organizadores en este su primer Salón del Cómic. Para las próximas ediciones no estaría mal que si las puertas del recinto abren a las 10:00 de la mañana no nos hiciesen esperar hasta las 11:00 para pedir los números de las sesiones de firmas, sabiendo que quienes quieren eso van a ir lo mas temprano posible y no se van a despegar de la mesa. Y hablando de horarios tampoco estaría mal que en el futuro hiciesen todo lo posible para evitar que coincidan en el tiempo las sesiones de firmas y las charlas de algunos de los autores teniendo en cuenta que en la mayoría de las ocasiones el publico que quiere asistir a ambas actividades es el mismo.
Tampoco seria mala idea buscar un lugar para las sesiones de firmas como el que tenia asignado David Lloyd este año, un lugar tranquilo y apartado donde el autor, si así lo quiere, pueda quedarse mas tiempo del acordado firmando, dibujando y charlando con sus admiradores. Algo que evitaría que se repitiese la situación de este año, donde al celebrarse la mayoría de sesiones de firmas en el escenario, cada vez que este era requerido para otra actividad había que desalojar a los autores. Una idea que ademas ayudaría a evitar que la sesión de firmas se celebre bajo los enormes altavoces que en teoría “amenizaban” el evento pero que en la practica lo que conseguían era molestar a los autores e impedir que estos y los asistentes al Salón pudiesen entenderse sin gritar. Eso y que estaba un poco feo cobrar por los flyers o miniposters A5, que entiendo que un evento así necesita recaudar dinero, pero cobrar por eso… esta feo.
Por lo demás solo me queda agradecer a organizadores y autores los buenos ratos pasados, desear que el éxito que ha tenido el Salón este año (al parecer ha superado con creces las expectativas de asistentes) no solo se repita sino que vaya a mas, tanto como para necesitar de un recinto con mayor capacidad, que se pulan esos pequeños problemillas aquí y allá para mejorar la experiencia de los visitantes y que el plantel de invitados de la próxima edición sea tan impresionante como la de esta. Y yo por mi parte espero poder permitirme regresar el año que viene (si Diógenes sigue dejando tirado el dinero por ahí) para repetir la experiencia.