Lo habíamos dejado en que los Héroes más Esforzados de la Tierra estaban entrenándose para enfrentarse con el Campeón del Universo, un tipo caprichoso que piensa cargarse la Tierra si no le dan un combate decente con el que demostrar su falta de autoestima.
Mientras Hulk destroza toda la maquinaria que se le pone por delante y Thor deja claro que no va a boxear sin su martillo, Doc Samson es noqueado de mala manera -el muy merluzo llega a decir que «tiene tanta fuerza como Hulk», no sé a quién me recuerda– y descalificado por ineptitud, mientras que la negativa de Namor a entrenarse hace que él también sea mandado de vuelta a su casa. Los demás pasan por el aro con mayor o mejor fortuna, por lo que Proja como buen promotor decide publicitar el evento en la prensa y el combate del milenio se llevará a cabo en el Madison Square Garden, con lo que todos ven el negocio del evento y empiezan a negociarse los contratos de retransmisión, empieza la reventa y Proja hasta pone taquilleros alienígenas.
¿Os acordáis que antes comenté que me parecía raro que Proja no hubiera raptado también a Hulka? Bueno, pues no os creáis que es algo que DeFalco hace sin darse cuenta no, porque mientras Los Vengadores y los 4 Fantásticos se preparan para unir fierzas y tratar de evitar la pelea, Jennifer Walters le pregunta a Iron Man por qué ella no fue raptada también, a lo que el vengador dorado responde que «igual es un alienígena machista». O puede que sea gilipollas, porque mira que meter a Doc Samson para que fuera descalificado antes de empezar el combate, menudas ideas…
Y por fin llega el día del combate, con Lobezno y Cíclope colándose disfrazados de espantajo -esta gente no se había leído un solo número de Uncanny, ni el Snikt me lo hacen bien- y fracasando en su intento de romper el escudo de energía que rodea el ring, no teniendo más remedio que observar desde la distancia la aparición de Thor y el Campeón que están a punto de comenzar una pelea de proporciones cósmicas… Que termina con Thor descalificado porque usa a Mjolnir. Joder, haberlo descalificado ya antes, Thor en aquel momento no podía separarse de su martillo sin acabar transformado en Donald Blake.
El siguiente contendiente es Hulk, que revienta los guantes de boxeo y se le echa encima con toda la mala hostia del mundo -es Hulk- pero el Campeón tiene el morro y la desvergüenza de descalificarlo porque «no voy a mancharme las manos con un bruto descerebrado». Toma ya, aquí alguien se ha cagado pero bien. El siguiente es Sasquatch, que es noqueado de mala manera porque al final Alpha Flight en aquel momento no tiene ni serie propia y joder, alguien tenía que recibir. Pasa algo parecido con Coloso, que recibe de lo lindo y se niega a caer pero al final acaba noqueado igual que el señor Langkowski. Finalmente y antes del plato principal -que esta no deja de ser la serie de La Cosa- tenemos a Simon Williams, que tras pegarse un rato con el Campeón y ver que no hay forma, decide reventar el suelo del ring -que debe de estar hecho de una lona durísima- y usarlo para envolver al Campeón -no acabo de entender muy bien su razonamiento- y obviamente es descalificado, porque esto no es Dragonball aunque lo parezca a ratos.
La pelea es… Pues como Rocky. Apollo Creed dice que acabará la pelea pronto, revienta de mala manera a Rocky y lo manda al piso, pero él se levanta y se niega a caer, consiguiendo esquivar y conectar unos cuantos golpes y sobreviviendo al primer round. Apollo revienta a Ben en el segundo y lo empotra contra la lona, haciendo un soberano agujero y dando toda la impresión de que se ha acabado el combate, pero Rocky se levanta con el ojo hinchado y dice que la pelea ni siquiera acaba de empezar, consiguiendo aguantar lo suficiente como para llegar al tercer round. Parece que Ben ya se ha conseguido meter en la pelea, empieza a castigar el estómago del Campeón y arrinconarlo poco a poco, pero todo es un espejismo y el Arcano decide que vale ya de rapear y empieza a arrearle de lo lindo al pobre, que aun así aguanta lo suficiente como para llegar al final del tercer round, momento en el que se derrumba sobre la lona. El árbitro decide poner fin al combate por juzgar que Ben no sobreviviría a un cuarto round, y mientras el Campeón exhibe el cinto que le acredita como tal y está a punto de emitir su juicio sobre si la Tierra debe seguir existiendo o no, llega el gran momento del cómic, ése que lo ha convertido en un clásico. LA ESCENA, con mayúsculas.
Ben se arrastra por el suelo y dice que la pelea no ha terminado, que el Campeón no le ha ganado, que nunca lo va a derrotar y que es demasiado idiota, demasiado feo como para saber cuando tiene que tirar la toalla. El Campeón se conmueve y le dice que «cualquier mundo que pueda engendrar a alguien como el es realmente digno, y que tiene la sensación de que su gente algún día disputará la supremacía del cosmos con la suya, pero que eso será dentro de mucho -vamos a olvidarnos de que los Arcanos del Universo son un club al que se ingresa por ser el último de tu raza, pero bueno- y entonces el Campeón se larga, no sin antes decirle que no volverán a verse jamás y expresar su lamento por no poder hacerlo y ofrecerle la gloria de una revancha. La respuesta de Ben es un sentido «no gracias, ya he tenido suficiente» y caer desmayado a la lona. Y ahí se acaba el cómic, con invasión de campo en plan Rocky y sin Ben gritando ¡ALICIAAAAAAAAA! ¡ALICIAAAAAAAAAA!.
El tiempo, la nostalgia, el amor que se desprende de los autores por el personaje de Ben Grimm ha hecho que de este cómic sólo se recuerde esa escena final. Una escena que no es original ni es nada en especial, porque la podría haber protagonizado Spiderman, el mismo Coloso o el Capitán América, que gracias al MCU es el tipo más famoso de Marvel por no saber rendirse nunca. Pero esa mezcla de entintadores que tiene el cómic -tiene como cuatro, oiga- provoca que justo la escena final del combate sea la de mayor volumen de negros, la más «rota» para entendernos, dándole una atmósfera que despega la escena de todo el cómic. DeFalco, en un momento de inspiración, consigue contenerse y meter la cantidad de palabras exactas y adecuadas, dejando claro que frente a toda la verborrea del Campeón está Ben Grimm, que hace un esfuerzo sobrehumano y a la vez patético para decirle que no, que no ha ganado, que nunca le va a ganar, porque es demasiado tonto y feo para saber cuando tiene que rendirse.
Da la impresión de que toda el cómic es una excusa para poder llevar a cabo esta escena, y seguramente éso sea lo que paso. Sabemos que Ron Wilson es un apasionado del boxeo y por aquella época Rocky estaba en lo más alto de su popularidad con lo que es lógico que se diera esta historia tan similar a la de Stallone. Pero hay que volver a decirlo, mientras que todo lo que no es la pelea final es mejor olvidarlo, el retrato de Ben Grimm que se hace en las últimas páginas muy hermoso, y lo único que podemos lamentar es que las 44 páginas anteriores no estuvieran a la altura. Qué se le va a hacer.