Y continuando donde lo dejamos ayer hoy toca rescatar otra obra de autores españoles, aunque en esta ocasión creada para el mercado francés, Las Crónicas del Sin Nombre. Con este cómic García y Mora combinaron distintos géneros, desde el fantástico y la ciencia ficción, el thriller o el western entre otros, para darnos un pequeño puñado de historias que en esencia son un estudio del ser humano, de sus grandezas y miserias vistas desde el punto de vista de algo completamente ajeno. Y el resultado fue un cómic fascinante en el que sus autores se dieron el gustazo de experimentar con el medio, realizar critica social y darnos una de esas lecturas que no se olvidan.
Una entidad sin forma pero con pensamiento lleva un tiempo incontable errando por el vacío del espacio tomando posesión de forma ocasional de diferentes seres en todas partes y épocas sin tener del todo claro el propósito de su existencia mas allá de la vaga sensación de que lo hace porque necesita aprender algo. Una existencia que le ha llevado a ser guerrilleros en la jungla, soldado en distintas guerras, victima y verdugo, hombres, mujeres y animales, ha sufrido y ha reído, ha padecido numerosas muertes y sigue en su eterno errar que no acabará hasta que haya comprendido lo que es la vida…
El origen de este cómic lo encontramos en 1972, cuando Luis García se presentó ante René Goscinny, por aquel entonces el director de la revista francesa Pilote, en busca de trabajo y Goscinny le emparejo con el veterano Víctor Mora tras preguntarle si prefería trabajar con un guionista francés o español. Y la elección no podría haber sido mas acertada ya que juntos, y partiendo de una premisa de lo mas fantástica que les sirvió como excusa para poder contar lo que quisieran y vaya si aprovecharon la oportunidad.
Por un lado Víctor Mora pudo soltarse y escribir cómics para un publico adulto tras décadas dedicándose al cómic infantil/juvenil (y supongo que no hace falta mencionar que hablamos del co-creador del Capitán Trueno junto con Ambrós, del Jabato con Francisco Darnís y de Dani Futuro junto con Carlos Giménez) una labor en la que se desenvolvió como pez en el agua en estos relatos cortos que tantísimo le deben al Mort Cinder de Alberto Breccia y Héctor Germán Oesterheld, y que al igual que en aquella obra su narrador inmortal nos lleva por diversos lugares y épocas como excusa para poder saltar de genero en genero.
Historias de fantasmas en la primera guerra mundial, sórdidos westerns, futuros post-apocalípticos o dramas románticos en la España de los setenta, cualquier escenario les sirvió para desarrollar unas historias que en el fondo lo que buscaban era sencillamente explorar lo que nos hace humanos, lo bueno y lo malo, dejándonos siempre todas ellas con un regusto agridulce tras su lectura. Y fueron unas lecturas que funcionaron tan bien que su éxito traspasó fronteras, viéndose publicado también en las paginas de la revista estadounidense Vampirella, en las españolas Totem y Rambla y siendo merecedora de varias reediciones.
Pero si las historias son apasionantes, para el dibujo no tengo mas que palabras de admiración. Me avergüenza un poco reconocer que antes de leer Las Crónicas del Sin Nombre conocía poco, por no decir nada, la obra de Luis García (sabia de su buena reputación y poco mas) y por eso me sorprendió de forma grata, y sobre todo espectacular, lo que me encontré aquí. Armado con tinta china, plumilla, cuchilla de afeitar y esponja, y con un estilo naturalista (me ha chivado Diógenes que se llama así) y un manejo de las luces y las sombras prodigioso que consigue que en algunas paginas creamos estar ante fotografías, Luis García consiguió dotar a este cómic de una belleza casi etérea como pocas veces he visto en todos mis años como lector.
Y hablando del dibujo no puedo evitar comentar una curiosidad que me encontré en la historia titulada “Love Strip”. En este drama romántico protagonizado por un dibujante de cómics español, podemos ver algunas paginas de su obra, unas paginas que de forma inequívoca no están dibujadas por Ortiz y cuyo estilo es de forma inconfundible el de por aquel entonces su compañero de estudio Carlos Giménez (quienes junto con Adolfo Usero formaban Premiá 3), un personaje al que ademas solo se identifica como “Pablo”, el mismo nombre del alter-ego utilizado por Giménez en Paracuellos, Barrio y los Profesionales, resultando en un curioso homenaje al que fue amigo y compañero de profesión tanto de Ortiz como de Mora.
Así que de nuevo, aunque no resulte del todo fácil hacerse con este cómic (si no me fallan los datos la ultima reedición es de hace trece años) Las Crónicas del Sin Nombre es un cómic que merece la pena rastrear, disfrutar y maravillarse ante su espectacular dibujo y su atrayente historia. Yo por mi parte voy a seguir con mi tarea de arqueólogo comiquero a ver que mas me encuentro, porque esa pila de lecturas pendientes que amenaza con sepultarme no se va a reducir sola.