Si, no he podido resistirme a recuperar este cómic, una de esas historias de Magneto no escritas por Claremont y por la que tengo buen recuerdo. En aquel momento la etapa de Mark Gruenwald al frente del Capitán América estaba en su mejor momento, y el añorado editor y guionista decidió dar respuesta a la pregunta de cómo era posible que Magneto colaborara con el mismísimo Cráneo Rojo durante aquel crossover llamado Actos de Venganza. Que, ya que estamos, alguno se preguntará que era Actos de Venganza, claro…
Actos de Venganza surge porque después de Secret Wars, los únicos crossovers que hubo en Marvel fueron los de las series de mutantes -La Masacre Mutante, La Caída de los Mutantes e Inferno- dejando los grandes cruces de Vengadores para los Annuals -La Guerra de la Evolución, Atlantis Ataca- con lo que el nuevo guionista de las series de Vengadores de aquel momento, un John Byrne que acababa de volver triunfalmente de DC y que mantenía su animosidad hacia el patriarca mutante Chris Claremont, no podía tolerar que esos advenedizos se llevaran el grueso de las ventas, por lo que decidió crear un maxicrossover que abarcara todas las series de Marvel y cuyo núcleo estuviera radicado en las series de los Vengadores. Así, la historia que se le ocurrió fue la de una misteriosa figura que reunía a los mayores villanos de Marvel y los hacía forjar una alianza para aplastar a todos sus enemigos, provocando enfrentamientos tan poco convencionales como Magneto contra Spiderman, El Mandarín contra la Patrulla X o Power Pack contra María Tifoidea, además de algunos episodios lamentables como El Castigador contra el Doctor Muerte y el cachondeo latveriano subsiguiente. Mejor no hablar de ello.
El caso es que el consorcio de supervillanos, liga de la injusticia o como querráis llamarlo se reunia en una sala interdimensional con puertas a las guaridas de cada uno de ellos, con lo que en el momento en el que empieza este cómic Magneto toma la decisión de satisfacer una de sus más viejas curiosidades; ¿es el Cráneo Rojo de hoy en día el mismo genocida asesino indeseable de la Segunda Guerra Mundial? La pregunta no es casual ni tontería alguna, porque sabemos que el mutante no sólo es veterano del campo de concentración de Auschwitz, si no que se pasó los años posteriores a la guerra cazando nazis hasta que la organización para la que trabajaba lo traicionó y provocó que le cogiera tirria a la humanidad en general y lo pusiera a hacer cosas de mutantes diabólicos. Pero Magneto nunca dejó de cazar nazis en cuanto tuvo la ocasión, por lo que el enfrentamiento que plantean Mark Gruenwald y Kieron Dwyer en este cómic era más que necesario:
Vaya por delante que Magneto en este momento no es un villano, si no un tipo que está intentando seguir los pasos de Charles Xavier y que trata de reconducir al Club Fuego Infernal por el buen camino después de que la Patrulla X «muriera» y los Nuevos Mutantes lo mandaran a freir espárragos después de Inferno. Byrne no tiene muchos reparos en villanizarlo y devolverlo por sus viejos fueros -ver la Saga de la Bruja Escarlata Oscura, nada que ver con Brian Michael Bendis- pero nadie ha llegado todavía al punto de hacerlo cruzar ninguna línea roja. Así, el Magneto que nos presenta Gruenwald es un cazador de nazis, y como tal lo primero que hace al cruzar la puerta interdimensional de la alianza de villanos es preguntarle a Cráneo si es el mismo genocida, a lo que el muy idiota responde que si que lo es, porque su ego va por delante de su sesera.
Magneto le viene a decir que, aunque Cráneo no es responsable directo de la muerte de su familia durante el holocausto, va a pagar por apoyar activamente las barbaridades del régimen que las provocó. Cráneo -que se cree muy listo y esas cosas- le suelta que el rollo mutante de Magneto no es muy distinto del rollo nazi, que los dos quieren que su raza maestra herede la Tierra y esas cosas, y que quieras que no Magneto hundió un submarino nuclear ruso que le atacó su isla cthuliana -una larga historia- y que eso no es muy distinto de sus genocidios de nada, encabronando más todavía a Magneto y haciendo posible que lo gasee con su cigarrillo nazi del veneno chungo:
Pero claro, esto sólo entretiene un rato al Amo del Magnetismo, tiempo que Cráneo trata de aprovechar para salir corriendo mientras Magneto va avanzando inexorablemente hacia el, reventando puertas, androides, paredes metálicas y cápsulas de escape dignas de villano de James Bond hasta finalmente hacerse con su presa. Y mientras el Capitán América trata de ganarse el pan -y justificar su cabecera- intentando que los dos villanos no se maten sin conseguir nada más allá de llegar tarde a todos lados, Magneto se lleva a su enemigo a un búnker dejado de la mano de dios…
Lo primero que le dice es que se niega a matarlo, porque eso lo pondría al nivel de un nazi de mierda como el. Y que, por el contrario, piensa dejarlo encerrado con diez bidones de agua, a oscuras, en un agujero. Que sufra lo que sus víctimas han sufrido, que desee que lo hubiera matado. Que piense en los horrores que han sufrido los demás por su culpa. Y dicho esto y sin dejar que Cráneo responda o se defienda de manera alguna, Magneto lo abandona en la más absoluta oscuridad…
Que sí, que Cráneo saldría del agujero tres números después -aunque Gruenwald no se cortaría en torturarlo en su pozo durante uno de esos cómics, haciéndolo tener alucinaciones con Hitler y cosas de esas- pero el papel de Magneto y su venganza termina aquí. Veintipico años despues y durante aquel engendro de crossover llamado Axis, Rick Remender y Cullen Bunn nos contarían otro enfrentamiento entre el Cráneo y Magneto, pero aquello ya no iba tanto por el plano ideológico y la cosa iba más por el cerebro de Charles Xavier, la mutantidad y esas mandangas sosainas. Por esto mismo creo que el gran enfrentamiento entre los dos personajes -el del nazi contra la víctima del holocausto ajustando cuentas- es el que veíamos en Captain America 367, un número de tantos de Actos de Venganza que por fin consiguio que la saga hiciera honor a su nombre.