Y llegamos a la actualidad y tenemos que conformarnos con X-Men Red a falta de una Uncanny X-Men propiamente dicha. Y sí, ya sé que podía haber escogido Blue, Gold o hasta Astonishing, pero en estos momentos Red es la que ha puesto «su continuidad» por delante y parece que Jean Grey va a ser uno de los elementos principales de la nueva Uncanny X-Men que se estrena a final de año, así que supongo que la serie de Tom Taylor y Mahmud Asrar es la adecuada.
Lo primero que nos encontramos es que estamos en Wakanda, un país imaginario que hasta el estreno de Pantera Negra no era conocido por nadie que no leyera tebeos. Hay cinco personas subidas a un robot gigante volador -yo no sé si es un centinela- que es atacado por un rayo y se cae al mar. Discuten entre ellas sobre evitar de alguna forma caerse al mar, pero una de ellas -la de la melena pelirroja- les dice que una porra, que tiene ganas de un baño. Una vez bajo el mar, los tres quedan envueltos por una cosa roja y la pelirroja habla sobre que necesitaban hacer creer a Tormenta que ya se los ha cargado. Ha quedado claro que Tormenta debe ser la señora de la cuarta viñeta con mala leche que los ha derribado, pero por el momento no he visto ni un solo «establishing shot» dentro del cómic que me diga quién es esta gente. Pero claro, todo se arregla cuando en la cuarta página tenemos esto:
Vale, tenemos que los personajes son Jean Grey, Rondador Nocturno, Trinary, Lobezna y… Joder, no sé como han traducido a la pobre Gabby. ¿La Tejona? Bueno, pues nos quedamos con la tejona. Por el resumen nos vienen a decir que Jean Grey es una mutante telépata de nivel omega -sea lo que sea eso, hasta saliéndome del personaje sigo sin saber lo que es exactamente- y que ha resucitado para arreglar el mundo y que ha ido a las Naciones Unidas para unir humanos y mutantes -no creo que sea buena idea pasar de definir mutante por mucho que ya haya sopotocientas películas de X-Men, pero vamos a dejarlo pasar- pero que una poderosa telépata llamada Casandra Nova -hermana de Charles Xavier, un señor que no sabemos quién es- la incriminó en el asesinato de un embajador y tuvo que pedir asilo en Wakanda. Asllí trataron de salvar a una nueva mutante llamada Trinary y rescatarla presumiblemente de un linchamiento a manos de una turba controlada por la tal Casandra Nova, de la cual huyeron a lomos de un centinela estropeado -que debe de ser el robot gigante- para ser atacados por otra de la Patrulla X, Tormenta. Y con esto vamos a pensar que podemos leer el cómic y entenderlo.
En las siguientes dos páginas tenemos a Tormenta persiguiendo a un señor semidesnudo con unos tatuajes raros -Nezhno, un nombre sencillo de recordar- que llama «mi Rey» a un tipo vestido de negro -que si, que Pantera Negra lo ha petado en la taquilla, pero seguimos en la total ignorancia- que trata de parar a Tormenta, pero ella se lo quita de en medio con una ventolera mientras llama cosas feas a la gente como «mutación, abominación, votante de ciudadanos» y cosas así, con lo que llega Jean Grey y le suelta que quieta parada, que hay una sugestión que la está volviendo chunga y la derriba. Mientras tanto, el payo de los tribales se encuentra a los X-Men que estaban con el centinela y vuelven para ayudar a Tormenta, que se acaba de dar cuenta de que ella es mutante y está dispuesta a suicidarse. La escena no creo que acaba de ser del todo clara para un profano:
Nezhno cubre a Tormenta del rayo que lanzaba sobre si misma y se queda hecho polvo, momento que aprovecha una chica vestida de azul -yep, no sabemos quien es ni como se llama porque no lleva su traje- para noquear a Tormenta. Pronto T’Challa -que es en ese momento en el que nos cuentan que el rey de Wakanda se llama así- se pone a tratar de curarla con hologramas y nos cuenta que estuvo casada con ella y que la pobre tiene nanobots en la cabeza que Jean consigue sacar con una mezcla de telequinesis y telepatía. Y vale, a la siguiente página nos cuentan que igual que hubo gente usando big data para manipular el sentido del voto de la peña a través de las redes sociales, los malos han creado unos nanobots que se te meten en la cabeza y te suben el miedo a tope. Si supiera que es la bomba loca me preguntaría que tienen que ver churras con merinas, pero como no lo sé me rascaré la cabeza confuso con ese concepto de «centinelas nanitos» que te convierten en un cazador y detector de mutantes y, si eres mutante, te dan instintos suicidas. Jean llega a la conclusión de que la misma persona que mató al embajador del resumen del principio del cómic es la que está detras de los nanitos, y decide que se escapen a un lugar escondido para estar seguro de Cassandra Nova -que ella no sabe que es Cassandra Nova, pero nosotros sí porque nos hemos leído el resumen, ¿realmente alguien se lee los resumenes?- con lo que se despiden de T’Challa y a otra cosa.
Lo siguiente que vemos es el centinela delante de unas ruinas, y como el dibujante ha decidido que no le apetece dibujar peces o algas -hay una sombra de unas algas, pero a nuestro lector novato creo que le costaría verlas- nos va a costar saber que estamos bajo el fondo del mar. Namor -que es el señor desnudo en bañador- le dice a Jean que esas ruinas son las de otra civilización arrogante engullida por las aguas del océano, con lo que supongo que ya nos sitúan en el mar. Aparecen entonces un par de chavalas -una es Lobezna, la otra es una cría muy parlanchina- que nos hablan de que hay sirenas, además de obligar a Namor a vestirse con la excusa de que Trinary ha inventado unos trajes para inmunizarlos contra los nanitos esos. Nezhno les dice que no está seguro de querer unirse a ellos, pero se une igualmente después de que Jean le suelte un discurso de que son temidos y odiados y quieren acabar con la intolerancia y esas mierdas y… Nezhno sigue con el pecho descubierto mientras que a Namor lo discriminan. Ah, y también lo llaman «Gentle» casi al final, pero a la pequeñaja sólo la llaman Gabby. Y Jean dice que «su nueva nación mutante empieza aquí», con lo que me pregunto si esta gentes sabe que el concepto de nación es uno que se inventaron unos jetas para justificar el que la gente siguiera matándose en nombre del estado a pesar de considerarse ya «ciudadanos libres».
Mi conclusión es que creo que es un cómic que se puede entender por un profano, pero a la vez me da la sensación de que a ratos se pierde por la verborrea y el discurso en escenas que podrian orientar un poco más a los lectores nuevos. Pero por lo demás no veo problema en el cómic, Taylor es un autor que ha madurado profesionalmente tratando de acercar a gente del videojuego al cómic en una serie como Injustice que se convirtió en una auténtica revelación en su día, mientras que Mahmud Asrar es un dibujante con más de diez años de carrera que aunque como ya hemos visto ha tenido algún problemilla narrativo no se le pueden poner más pegas. Y es que ahora mismo tenemos una situación muy curiosa, a pesar de que tanto Marvel como DC prefieren que los dibujantes hayan trabajado para otras editoriales antes de contratarlos, la verdad es que las estrellas del momento, los John Buscemas o García López, Pérez y demás de otras épocas, se largan en cuanto pueden a otras editoriales como Image que les permitan tener su propio modo de vida y no depender de encargos. Así es como las dos grandes acaban teniendo un papel «publicitario», de dar exposición a unos autores que en cuanto pueden se juntan entre ellos y sacan una serie en la que mantengan la propiedad de la misma y que puedan vender a un estudio para su adaptación al cine o la TV.
Que por cierto, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, tengo que decir que como «viejo lector» este cómic me provoca otras inquietudes, porque ya llevamos unos cuantos números de X-Men Red y sigo sin entender la insistencia de Jean para montarse una «nación mutante», la repetición de villano y esquemas de la primera historia de Morrison en New X-Men y, en general, la descoordinación total y absoluta entre X-Men Red, Gold y Blue. Supuestamente Red se llevó a Rondador y ya no pueden tenerlo en Gold, pero ahora de repente se llevan también a Tormenta -con cambio de traje incluído- a pesar de que en Gold sigue en el grupo hasta el apuntador y hasta se han montado un bodorrio enorme sin preocuparse de los nanitos cabritos esos, entre otras cosas porque allí ya tenían otros nanitos que directamente mataban mutantes y no se andaban con zarandajas, pero supongo que Tom Taylor ni siquiera se lee la serie de Guggenheim. Que alguno se pedirá un No Premio -que poco se habla ya de los no premios, ¡por algo será!- diciendo que X-Men Red se desarrolla después de Gold, pero que se repitan situaciones de esta forma y que Jean Grey si que aparezca en Gold pero «en standby» no parece cuadrar mucho. Me cuesta mucho desconectar el chip de «la continuidad» mientras leo X-Men Red, y entiendo que sólo puede interesar a la gente que no lea otros títulos de mutantes; pero supongo que eso ya pasa con Astonishing y con Blue. Por eso en parte he elegido Red para este experimento, por eso y porque Taylor suele trabajar más para la grapa y menos para el TPB de lo que lo hace Bendis o alguna otra luminaria moderna.
Y sin embargo, al final Red se queda en agua de borrajas y Taylor tendrá que largarse con su gran historia a otra parte, porque no parece que vaya a poder terminarla porque los mutantes cambiaron de editor a finales del año pasado y ya ha hecho su nuevo relanzamiento para noviembre. Que entiendo que el nuevo equipo editorial quiera hacer borrón y cuenta nueva, pero X-Men lleva tantos relanzamientos en un periodo de tiempo tan corto que lo del Grand Design parece totalmente olvidado. Pero volviendo a la intención original de estos artículos, creo que si X-Men Red 4 atrajo a algún lector nuevo no va a estar nada contento si la historia que le estaban contando queda truncada de mala manera, y lo mismo podríamos decir de Gold y Astonishing; todas estas series tenían tramas a largo plazo que no tiene pinta de que sus propios autores vayan a tener margen para acabar, y el que «limpiará el piso» será el equipo de guionistas formado por Ed Brisson, Kelly Thompson y Matthew Rosenberg en una historia llamada «X-Men Disassembled» y que conformará los diez primeros números semanales de la nueva Uncanny X-Men que sale en noviembre. Seguimos con la política de grandes eventos y la única esperanza que me queda a estas alturas es que el nuevo editor, Jordan D. White, se caracteriza por no ser tan micromanejador y dejar trabajar a sus autores. Veremos.