Hay pocos creadores de los que podamos afirmar sin temor a exagerar que eran autenticas leyendas vivientes, pero sin duda Steve Ditko era uno de ellos. Un gigante del cómic que tristemente falleció hace unas semanas y que ha dejado tras de si un enorme que jamas podrá ser llenado. Pero solemos decir en estos casos, no estamos aquí para llorar su muerte sino para celebrar su vida y su obra. La vida y obra de alguien que consiguió acabar viviendo y trabajando en sus propios términos y quien pese a que con los años fue alejándose mas y mas del aspecto mas industrial del cómic, jamás dejó de trabajar en este medio que tanto amaba.
Y aunque no quiero que esto se convierta en otro de esos artículos que se han publicado estos días que casi transmiten la sensación de que Ditko no hizo nada más en el cómic después de crear a Spiderman y al Doctor Extraño, resulta imposible no mencionar la contribución fundamental que supusieron al genero superheroico al presentar a dos personajes tan alejados de la idea tradicional de lo que debía ser un superhéroe. Una contribución por la que le estaré eternamente agradecido al darme a algunos de mis personajes favoritos, junto con el mejor Blue Beetle y Question, o por haber contribuido a darle un final tan digno a mi Caballero del Espacio favorito (unos cómics estos ultimos que décadas mas tarde reconoció por carta que no le importaban en absoluto).
Pero se trata ademas de un autor, que como me ha sucedido más de una vez a lo largo de mi vida, tardé varios años en saber apreciar como se merecía. Y es que cuando descubrí el trabajo de Steve Ditko, en aquellas horribles ediciones de Bruguera de Spiderman, en la que las historias se publicaban sin ningún tipo de orden ni coherencia y el coloreado y rotulación parecían obra de alguien que odiaba esos cómics, no me gustaba nada de nada su trabajo. Básicamente en aquella época John Romita me parecía el dibujante bueno de Spiderman, el que dibujaba “bonito”, mientras que Ditko (aunque en aquella época dudo que supiese sus nombres) era el raro.
Tuvieron que pasar muchos años, y caer en mis manos muchos mas cómics, para darme cuenta de lo realmente increíble que era el trabajo de Ditko, de apreciar los riesgos artísticos que corría en cada pagina, de como una y otra vez era capaz de salirse con la suya y conseguir que los mayores delirios visuales que se han visto en el cómic de superhéroes funcionasen como un reloj y esa imaginación prodigiosa que poseía y que le permitía crear escenarios imposibles que resultaba increíble creer que hubiesen salido simplemente de su cabeza. Motivos mas que suficientes para entender como nadie podrá capaz ocupar su lugar.
Pero todo ese talento no salio simplemente de su talento innato (que también) sino de una pasión por el cómic que le había acompañado desde su mas tierna infancia gracias a leer junto a su padre las tiras de los periódicos, a mucho trabajo duro y tesón y a una educación formal bajo la batuta de otro clásico del cómic, Jerry Robinson. Descubrir que uno de sus ídolos daba clase de dibujo en la “Cartoonists and Illustrators School” de Nueva York fue lo que animó al joven Ditko a mudarse a la ciudad y matricularse allí para poder aprender de Robinson, quien decía de Ditko que era un trabajador nato, capaz no solo de dibujar sino también de crear sus propias historias, un periodo en el que ademas conoció, tras ser invitado como orador a la escuela por parte de Robinson, a alguien que acabaría siendo importante en su futuro: Stan Lee.
Tras graduarse, Ditko comenzó a trabajar enseguida de forma profesional haciendo lo que la mayoría de sus compañeros de profesión, un poco de todo. Ciencia-Ficción, romance, terror, misterio y como no, superhéroes. Una época en la que pudo conocer, y trabajar junto a otro de sus ídolos, Mort Meskin, ser entintador de fondos para el estudio de Jack Kirby y Joe Simon y colaborar por primera vez con la Charlton, una editorial que tendría bastante importancia en su futuro y para quienes en esta primera etapa creo al Capitán Atom. Pero en aquella época una enfermedad le obligo a tomarse un forzado descanso que le aparto por completo del mundo del cómic como profesional y al que tardó casi un año en regresar, en esta ocasión para trabajar en Atlas, la editorial que acabaría convirtiéndose en Marvel Comics. De aquel periodo son (entre otras muchas) aquellas increíbles historias de monstruos y fantasía que reseñé en su día y que se publicaron en Amazing Fantasy. Historias en la que se jugaba con los estereotipos de este tipo de relatos, sorprendiendo al lector y añadiendo unos tintes surrealistas y contenidos sociales y políticos que sorprendía encontrar en unos cómics presuntamente enfocados a un publico juvenil. Una serie que como todos ya sabemos acabo siendo cancelada en su numero 15 no sin antes presentar allí a la que seria una de las mayores aportaciones de Steve Ditko al cómic de superhéroes….
Es difícil resumir aquí lo que debió suponer la creación de un personaje como aquel, un adolescente que pese a su edad no se hacia llamar «Spiderboy», que tenia un origen tremendamente trágico que le hacia vivir atormentado y consumido por la inseguridad, que ocultaba por completo su aspecto físico, incluido el rostro (un elemento bastante habitual en la obra de Ditko) bajo un diseño perfecto de esos que es imposible de mejorar. Un personaje y un origen que merecerían su propio articulo mas adelante y que sin embargo no fueron mas que el comienzo de una etapa plagada de grandes hallazgos. Tras Spiderman llego el Doctor Extraño, otro personaje atormentado que se alejaba un tanto de los tópicos superheroicos y que permitió a Ditko soltarse de lleno sumergiendo a su personaje en un sin fin de mundos surrealistas, psicodelicos e imposibles y experimentando con todo lo que podía dar de si el formato del cómic a la hora de narrar una historia.
Unas aportaciones importantisimas no solo para Marvel sino para el cómic superheroico en general a las que podríamos añadir algunas otras pequeñas menudencias como el proponer que Bruce Banner se transformase en Hulk al enfadarse y no con la llegada de la noche, diseñar la iconica armadura roja y dorada de Iron Man que de una forma u otra nunca le ha abandonado del todo, y el diseñar esas pequeñas cajas con el nombre de la editorial y el retrato del protagonista que durante tantísimas décadas adornaron la esquina superior izquierda de las portadas de Marvel.
Pero una serie de desacuerdos personales y profesionales con Stan Lee que nunca han quedado claros del todo, mas allá de que ambos tenían opiniones muy diferentes en demasiados temas, al parecer tanto en términos puramente narrativos como financieros, acabaron provocando la salida de Steve Ditko de Marvel para buscar nuevos territorios en los que desarrollar su trabajo. Pero eso es algo que continuaremos viendo mañana en la segunda entrega de este pequeño recordatorio de lo que supuso la figura de Steve Ditko para la historia del cómic.