Sí, Diane Nelson deja DC y Warner. Nos deja solos, nos abandona, ya no podremos ponerla en nuestras listas de gente responsable de que DC esté hecha unos zorros, y precisamente deja el cargo en el momento en el que menos enfadados estábamos por su gestión… Más o menos.
Porque vamos a ver, DC ya tenía problemas antes de llegar Nelson en 2009; DiDio ya se había pasado un tiempo amagando unas Crisis Crisis -que no Crisis Light, ya me entendéis- y fue bajo el mandato de Nelson cuando tuvo luz verde y empezaron a liarlo todo con New 52. Y puede que en aquel momento no nos diéramos cuenta, pero si Nelson aprobó todo aquello fue porque llegaba al cargo con el único objetivo de renovar y homogeneizar la marca. DC llevaba veinte años con la imagen corporativa de José Luís García López, su merchandising lo llevaban tres o cuatro empresas distintas de Warner y no tenían ni la más mínima influencia sobre lo que se hacía en cine o dvd con sus personajes. Nelson llegó con el objetivo de atarlo todo tal y como lo tenía cuando se encargaba de Harry Potter, y en ello estaba cuando de repente Marvel explotó.
Porque si en 2010 -y no, no le echo la culpa a Nelson- DC estrenaba ese espantajo llamado Green Lantern porque a alguien se le había ocurrido copiar el Iron Man que Marvel había estrenado en 2008, en 2012 se estrenaba los Vengadores y se dejaba claro que esto del Universo Cinematográfico funcionaba y había llegado para quedarse, y que la «homogenización» de Diane Nelson era más necesaria que nunca. Su trabajo, que hasta entonces se había movido tímidamente por un nuevo logo tremendamente mediocre en busca de una nueva imagen de ruptura y modernidad o imponer los rediseños de Jim Lee a DC Animation, de repente se volvió mucho más importante y urgente de lo que era en un primer momento; la todopoderosa Disney se había comprado Marvel, y Warner no podía permitirse el lujo de tener DC criando polvo -y fracasos- mientras Marvel maltrataba records de taquilla como si fuera Mort Weisinger riéndose de autores pidiendo su sueldo a fin de mes.
Y sin embargo, altos ejecutivos de gran arraigo en DC como Jon Peters siguieron pensando que llevar las películas al margen de los cómics era buena idea, y encargaron la creación del nuevo universo cinematográfico al equipo creador de la trilogía del Caballero Oscuro, una historia concebida como algo totalmente aislado y ajena al resto del Universo DC. Todos conocéis los resultados de esta colaboración, vimos un enfoque radicalmente distinto de Superman que nunca llegó a tener todo el éxito que les hubiera gustado, y a largo plazo supuestos bombazos como Batman v Superman o Justice League se estrellaron de mala manera en taquilla mientras productos de perfil más bajo como Wonder Woman empezaban a señalar un camino distinto, un camino que hablaba de la colaboración entre los cómics y la parte cinematográfica, curiosamente justo en el momento en el que Marvel deshacía su «circulo de consejeros» y ponía como supervisor totalmente independiente del resto a Kevin Feige. Pero claro, la diferencia entre Kevin Feige y Zack Snyder estaba en que el primero entendía los tebeos que leía…
Mientras tanto los esfuerzos de Nelson en televisión habían empezado a dar su fruto, produciendo las series del «berlantiverso» como Arrow, Flash o Supergirl en la CW y consiguiendo crear entre ellas un pequeño universo televisivo que iba creciendo poco a poco con series como Legends of Tomorrow o -previsiblemente- Black Lightning. El cambio de liderazgo en WB con la llegada de Kevin Tsuhihara hacía presagiar también cosas buenas para Diane Nelson, que era vista como alguien que estaba haciendo bien su trabajo de consolidar y homogeneizar sus recursos y que hasta había conseguido trasladar las «engorrosas» oficinas de Nueva York de DC Comics hasta Burbank, California. Y justo cuando Nelson empezaba a marcar un camino para que Warner pudiera plantarle cara a la Marvel de Disney con películas como Wonder Woman, Shazam o la nueva película de Berlanti sobre Flash -en un claro intento de ver si el hombre puede llegar a ser el Kevin Feige que Geoff Johns parece no ser-, Diane Nelson tiene que dejar definitivamente WB y DC por un asunto familiar que ya la había apartado de su trabajo hace más de tres meses.
Los lectores rasos no solemos conocer los entresijos de la «gente de arriba», nunca sabemos por qué pasan unas u otras cosas y nos solemos enterar a toro muy pasado. Por la estructura que tenía DC y su evolución a los largo de estos 9 años, podría decirse que Nelson se fue adaptando a su puesto poco a poco y centró esa casa de locos llamada WB respecto a DC, cosa que no podemos hacer otra cosa que agradecer porque a fin de cuentas uno de los mayores problemas que tenían hasta entonces ha sido la complicadisima red de relaciones entre las distintas empresas de la compañía, con absurdos como que Justice League Unlimited no pudiera usar el Joker de Mark Hamill porque el personaje ya estaba apareciendo en «The Batman», serie que por el contrario no provocaba que perdieran el Batman de Kevin Conroy a pesar de que el Batman de The Batman fuera otro actor…
No he sido partidario de muchas de las decisiones de DC -casi todas me parecían un esperpento- y seguramente muchas de ellas venían como consecuencia directa o indirecta de Diane Nelson, pero supongo que hay que reconocer que en el largo plazo algunas cosas se hicieron bien y cuando la gente se va es mejor quedarse con lo bueno. Así que sí, quitamos de nuestra lista a Diane Nelson y esperamos poder sustituirla con otro nombre a la mayor brevedad posible, un nombre que acaber con todos los nombres, un elegido por la Fuerza que consiga por fin devolvernos una DC más equilibrada, con menos puñetazos en el muro de la realidad y, por supuesto, que por fin nos de unas películas a la altura de los personajes que maneja. Que ya es hora.