Pues ya se ha estrenado ese peliculón que M’Rabo todavía no se ha dignado a ver, así que supongo que me toca a mí hablar de la panda de Wakanda. La verdad es que por lo que se veía en los trailers parecía que iba a basarse más en Priest, Hudlin o hasta Coates -esa Wakanda de desarrollo no tan sostenible- que en las Ranas del Rey Salomón o en la etapa de McGregor, pero Coogler y Cole nos han sorprendido basándose más en este último, porque al final la historia original de Killmonger es la que se cuenta en esta película. Eso sí, esta vez no aparece el Ku Kux Klan por ningún lado, que bastante tienen en Wakanda con lo suyo…
La verdad es que si Coogler nos había sorprendido haciendo una buena secuela de Rocky con Creed -película más que recomendable-, tengo que reconocer que se las ha apañado para hacer una película que viene a ser la quintaesencia de lo que debería ser Pantera Negra. Porque tenemos ante nosotros un trasunto de Casino Royale y el Rey León mezclado con la propia Civil War -no nos engañemos, gran parte del primer acto de Civil War es el primer acto de Pantera Negra- en el que nos vienen a contar como T’Challa se convierte en rey de Wakanda y cómo el país se ve obligado a salir de su aislacionismo y mirar al resto del mundo.
Y sí, más allá del cachondeo, Black Panther es El Rey León, probablemente la película más africana de todas las que ha hecho Disney en toda su historia. Pero si El Rey León en su día era una mezcla entre el Emperador de la Selva de Tezuka con una buena sobredosis de Hamlet, Black Panther realmente toma muchos de esos elementos que ya están presentes en sus propios cómics, con lo que yo no diría que el resultado es tan intencionado como fortuito. Al final, cuando hablamos de como T’Challa es presentado en sociedad como rey para luego caer en desgracia por su primo -que no su tío- que convierte Wakanda en un país militarista y chungo para que T’Challa vuelva para reclamar su trono y que continúe el ciclo de la vida, estamos manteniendo un esquema narrativo que remite directamente al viaje del héroe de Campbell, con lo que tampoco estamos hablando de algo escandaloso que invalide toda la película.
En cualquier caso, tengo que admitir que uno de los mayores miedos que tenía para esta película era que el enfoque fuera equivocado, y que mirara más al ideal africano que tienen en EEUU que a la realidad; no nos engañemos, al final estamos hablando de un país de África que durante siglos ha estado pasando de todas las penurias que ocurrían a su alrededor, sin tener la más mínima intención de parar auténticos genocidios cometidos tanto entre los propios africanos entre sí como por invasores europeos -¡y hoy en día hasta chinos!-. Si en el original de Stan Lee y Jack Kirby Wakanda no se había aislado voluntariamente si no que «estaba mal comunicada» al más puro estilo reino perdido de HR Haggard, en esta película se deja claro que los wakandianos se han estado escondiendo voluntariamente y hasta han creado una fachada tercermundista para que los dejaran en paz. Es más, se deja claro que el país lleva siglos infiltrándose en todas las potencias extranjeras y haciendo y deshaciendo a su gusto para evitar que se divulgue su secreto, con lo que el conflicto principal de la película ya no es tanto El Rey León, si no el debate sobre si es lícito el cerrar tus fronteras a los refugiados y acaparar la cura del SIDA o el cáncer para ti solito.
Por supuesto, Coogler es un tipo inteligente y tira de ese hilo para dejarnos claro que esa política de aislacionismo y «superioridad» de la que tanto se hacía alarde en la etapa de Hudlin está completamente equivocada y acaba siendo la raíz de casi todas las penurias que pasan los protagonistas de la película, tal y como se puede ver claramente en las escenas finales de Killmonger, un tipo que es víctima de una política que debería ser más latveriana que wakandiana. Pero tampoco nos engañemos, porque Coogler no hace del debate una cuestión en blanco y negro; esta claro que la tecnología que han conseguido gracias al vibranium los pone a un nivel superior al resto del mundo, pero a la vez nada les garantiza que no se vayan a convertir en «otra mina de coltán» si dejan al mundo exterior conocer la verdad sobre ellos. Wakanda vive una situación complicada, porque en realidad saben que la tecnología del resto del planeta está avanzando a pasos agigantados y no tardarán en alcanzarlos, con lo que la decisión final de T’Challa parece ir más allá de la buena voluntad; mejor salir del armario nosotros mismos que que nos saquen de él a rastras.
En cualquier caso, también hay que decir no está carente de partes en las que falla un poco el ritmo; toda la primera parte está un poco revuelta y el «Casino Royale» no acaba de funcionar, pero es el último acto y personajes secundarios como Shuri, Okoye o un tremendo Andy Serkis como Klaw -que espero que resucite como un ser de energía, ¡han conseguido que me interese el puto Klaw!- los que acaban manteniendo arriba la película a pesar de sus problemas de desarrollo y que el propio T’Challa tampoco es gran cosa. Aun así lo dicho, el propio Killmonger de Michael B. Jordan -que por cierto, ya tenemos las dos antorchas en el MCU- llega para comerse el tramo final de la película y darle a todo el resto de la película el peso suficiente como para que salgamos contentos del cine. Nos quedaría para una segunda parte el debate sobre lo bárbaro que es eso de jugarse la sucesión en un combate a muerte y una cosa llamada democracia que no les vendría mal a los wakandianos, pero vamos a dejarlo pasar porque Coates lo está estudiando en el cómic ahora mismo y no les vendrá mal tomarlo como inspiración para la secuela. En cualquier caso, sólo me queda decir que es una vergüenza que M’Rabo todavía haya visto esta película, porque con la tontería me han dado unas tentaciones tremendas de hacer un post troll poniéndola a caldo. Pero visto como está el patio y teniendo en cuenta que fijo que nos entra un animalico de esos que se lo cree todo, pues al final no he trolleado más de lo necesario. Puta vida, debe ser que me hago viejo…