Ha pasado una semana tras el triste fallecimiento de Ursula K. Le Guin y aun me cuesta creerlo. Pese a que ya contaba con ochenta y ocho años de edad, se trataba de una persona tan activa y presente que uno casi quería creer que iba a vivir para siempre. Pero aunque la realidad nos ha dado un duro golpe y ha dejado un vacío que nunca podrá ser llenado, a través de su obra, tanto en ficción, como poesía o ensayos, en cierto modo vivirá para siempre. Así que como suelo tratar de hacer en estos casos, intentemos no estar tristes porque ha fallecido, alegrémonos porque vivió y compartió con el mundo su inmenso talento, que sin duda es lo que ella hubiese preferido.
Describir a Ursula K. Le Guin como a una escritora de ciencia ficción o de fantasía seria supondría cierta cortedad de miras, ya que aunque es cierto que en ambos géneros destaco de forma mas que sobresaliente y son los que la permitieron ser conocida en todo el mundo, ella era mucho mas que eso Ciencia ficción, fantasía, poesía, ensayos, libros infantiles… quizás la única forma correcta de describirla sea decir escritora a secas, e incluso esa etiqueta le vendría pequeña. Porque por encima de todo eso, de su talento como escritora y de su prodigiosa imaginación, Le Guin era una persona tremendamente comprometida y revolucionaria que a lo largo de su carrera se topo con muchas barreras y que las rompió atreviéndose tocar temas que para otros muchos escritores de su época eran prácticamente tabú.
A lo largo de su obra podemos encontrarnos con temas que incluso hoy en día a veces cuesta encontrar en la ficción, y son temas que ella toco hace mas de cincuenta años. Raza, genero, sexualidad, ecología, religión, política, feminismo… multitud de temas con un fuerte contenido político y social con los que sin embargo jamas trato al lector como a alguien ignorante al que hay que decirle lo que debe pensar, sino como a alguien al que hay que despertarle la curiosidad y recordarle que el mundo es mucho mas complejo y heterogéneo de lo que a veces podemos pensar. Un respeto hacia el lector que no hay mejor forma de plasmar que utilizando sus propias palabras:
“Una historia sin leer no es una historia, son pequeñas marcas negras sobre pulpa de papel. Es el lector, al leerla, quien le da vida, quien la convierte en algo vivo, en una historia.”
Una actitud ante la vida y su profesión que no es de extrañar conociendo aunque sea por encima como fue su vida. Hija de dos prestigiosos antropologos (profesión que su madre ademas compaginaba con la de escritora) que desde muy temprano inculcaron a sus hijos el amor por la lectura, lo que la llevo a, según sus propias palabras, leer todo lo que caía en sus manos, abarcando sus lecturas desde Alicia en el País de las Maravillas a Tolstoi, las hermanas Bronte, Kipling, Lord Dunsany, etc. Aunque hay dos autores y obras que la marcaron profundamente y que sin duda contribuyeron a que nunca se decantase por un genero u otro, El Señor de los Anillos de Tolkien (que leía a sus hijos en voz alta) y “Alpha Ralpha Boulevard” de Cordwainer Smith. Unas lecturas que sumado a todo lo que absorbió en su infancia del circulo de amistades de sus padres, que estaba formado por científicos y escritores de todo tipo, la llevaron a descubrir de lo que era capaz la literatura y de querer hacer eso por si misma, algo que comenzó a hacer con tan solo nueve años de edad.
Una pasión por la literatura que la llevo a escribir su primer relato con nueve años y a enviar su primera historia a una revista a los once. Pero de sus padres heredo ademas una fascinación por el estudio de otras culturas que marco su carrera y que podemos apreciar en toda su obra de ficción. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, ella en sus relatos huía de los grandes conflictos y batallas, prefiriendo centrarse en historias mas cercanas, mas humanas en las que primaba la búsqueda de la paz y la capacidad de los seres vivos de ver mas allá de las diferencias para reconocer en el “otro”, ya fuesen estos alienigenas o alguien que simplemente procede de otra cultura, a alguien como uno mismo.
Unos mundos de ficción que dentro de lo fantástico del genero al que pertenecían, casi parecían reales por el nivel de detalle y coherencia interna que Le Guin introducía en ellos, haciendo que uno de los elementos mas fascinantes de muchos de sus libros fuese simplemente el ir descubriendo como eran esos mundos. Una fascinación que quizás donde se vea mejor reflejada sea en su libro “Always Coming Home/El eterno Regreso a Casa”, que consiste en una peculiar combinación de novela y tratado de antropología sobre un pueblo ficticio.
Pero llegar hasta donde ella llegó no fue fácil. La madurez de su obra, combinada con muchos de los temas que trataba en ella, y sin duda el ser una mujer en un terreno que parecía coto exclusivo de hombres, provoco que durante su primera decada como escritora profesional escribiese cinco novelas y que todas ellas fuesen rechazadas por todos los editores bajo el argumento de que eran “inaccesibles”. Pero por suerte para el mundo Le Guin no cejo en su empeño y poco a poco fue abriéndose paso, consiguiendo publicar relatos cortos en varias publicaciones. Y cuando ya había conseguido publicar varias obras que hoy en día son clásicos de dos géneros (y que dieron inicio a sus dos principales sagas) como El Mundo de Rocannon (1966) o “Un Mago de Terramar” (1968) por citar solo algunos títulos, fue en 1969, con la publicación de “La Mano Izquierda de la Oscuridad” el libro que definitivamente la lanzo a la fama y la consagro como una de las figuras mas importantes de la literatura fantástica.
Su exploración de un mundo en el que sus habitantes poseían una identidad de genero y una sexualidad completamente diferentes a las humanas, la creación de la compleja cultura de estos y como esta se veía afectada por la biología de sus habitantes y sobre todo la madurez y seriedad con la que trato estos temas, la llevaron a cosechar con este libro los premios Hugo y Nebula (entre otros) y el reconocimiento prácticamente unánime de critica y publico, haciendo que ya fuese imposible ignorar su presencia. Una obra que sin embargo ocasionalmente ha sido criticado por no haber ido mas allá con y por haber caído en ciertos estereotipos, unas criticas un tanto injustas teniendo en cuenta la época en la que se creo y lo revolucionario que fue en su momento.
También hay que resaltar su faceta como pionera en muchos temas y la extensa influencia que su trabajo tuvo en muchísimos autores. Es difícil descubrir la escuela de hechiceros en la que estudia magia el joven Ged en “Un Mago de Terramar” y no acordarse de Harry Potter (y aunque nunca considero que Rowlling la hubiese copiado, siempre le molesto que esta no reconociese sus influencias). O encontrarnos con artefactos como el “Ansible”, ese dispositivo que introdujo en “El Mundo de Rocannon” que permitía comunicarse con cualquier parte del universo de forma instantánea y que se ha convertido en todo un elemento recurrente en la ciencia ficción habiendo sido utilizado por multitud de autores en sus obras.
Pero dejando a un lado su obra, Le Guin en si misma era un personaje fascinante, muy comprometida socialmente y con pocos pelos en la lengua, de quien me gustaría destacar dos causas con las que tanto su persona como su obra estaban muy involucradas, el pacifismo y el feminismo. Del primero es difícil no sonreír ante su total ( y ganada a pulso) falta de modestia cuando en una entrevista en 1975 le preguntaron que si prefería ganar el Premio Nacional del Libro o el Hugo, ella respondió que lo que quería era el Nobel, y ante la contestación del periodista asegurándole que nunca darían el Nobel de literatura a una autora de fantasía, la respuesta de Le Guin fue que intentaría hacer algo para que le diesen el de la paz.
Y aunque (de forma injusta) jamas gano el Nobel de Literatura, se podría decir que a su modo hizo méritos para el de la Paz al introducir en su obra otra de las principales constantes de la misma, la paz y el empeño por resolver conflictos de forma no violenta. A lo largo de su obra es habitual encontrar a personajes que buscan por todos los medios resolver sus problemas de forma pacifica y aborreciendo la violencia, elementos como el “Ekumen” que en su ciclo “Hainish” al que pertenecen entre otras “La Mano Izquierda de la Oscuridad” busca unir a todos los mundos conocidos en un afán de fraternidad y cooperación, o en ese equilibro que manifestaba que era necesario entre la constante creación de distopias y la necesidad de imaginar un mundo mejor.
De su compromiso con el feminismo podemos encontrar numerosos ejemplos en su obra, pero en este caso prefiero centrarme en el mundo real. No hay mas que recordar anécdotas como cuando en su adolescencia se apartó de la ciencia ficción al encontrarse con que todas las historias que leía eran sobre hombres que conquistaban el universo, cuando rechazó participar en una antología de ciencia ficción formada exclusivamente por escritores masculinos afirmando que ella no pertenecía ahí, o sus criticas a los personajes femeninos de su colega (al que admiraba profundamente) Philip K. Dick, de quien decía que pese a que ella creía que no la escuchaba, realmente trato de cambiar su forma de representar a las mujeres en su obra.
Por todo ello y muchísimas mas cosas, Ursula K. Le Guin fue alguien irreemplazable cuya visión del mundo y de la literatura se va a echar muchísimo de menos, y una autora que nunca dejare de lamentar el no haberla descubierto muchísimo antes. Pero por triste que sea el haber tenido que decirle adiós a alguien como ella, no quiero terminar este humilde y superficial homenaje a alguien tan importante sin citar sus palabras una vez mas, compartiendo la respuesta que concedió a una periodista cuando esta le pregunto que es lo que quería que sucediese con sus libros tras su muerte:
«Quiero que estén disponibles, quiero ediciones baratas de ellos, quiero que se descarguen continuamente en cuarenta idiomas diferentes, que se lean, que se discutan, que la gente llore por ellos, que se escriban disertaciones ilegibles, que la gente se se enfade, que los amen».
Un consejo al que me atrevería a añadir el de recomendar su obra a todos aquellos que no tengan aun la suerte de conocerla y que extiendan la palabra, que si algo le vendría bien al mundo ahora mismo es dejarnos guiar por alguien que nunca dejo de soñar que el futuro podía ser algo mejor.