Continuamos con esta semana en la que hablamos de algunos temas de lo que quizás sabemos un poco menos de los que solemos tratar aquí habitualmente. Y nada mejor para ello que hablar de un clásico imprescindible en la biblioteca de cualquier bibliofilo, de una obra maestra con mayúsculas de la literatura universal de la que ningún lector que se precie puede reconocer que no ha leído. Y como aquí no queremos ser menos que el resto, pues tampoco admitiremos que no hemos leído. este gran libro que nos dio el no menos grande James Joyce.
Es difícil, por no decir imposible, expresar con palabras la magnitud de esta obra, por ello ni siquiera voy a intentarlo y voy a tratar de evocar las sensaciones que me ha provocado. En esta obra, en la que da la sensación de que Joyce volcó toda su esencia, es imposible evitar sentir la sensación de que que nos encontramos ante una proeza heroica digna de la prosa homérica a la que tanto debe este libro. Y es que al igual que le sucedía al héroe de Itaca en sus viajes, la lectura de este libro se nos antoja como una tarea casi imposible, pero es una tarea titanica que si conseguimos superar sin duda seremos ampliamente recompensados.
Pero el Ulises de Joyce es mucho mas que una lectura densa y compleja ante la que uno debe enfrentarse con una mente lo mas abierta posible, es todo un viaje iniciatico que lleva a aquel que se atreva a adentrarse en sus paginas desde su infancia a su madurez como lector. Una experiencia que de nuevo bebe muchísimo de las fuentes clásicas de las que Joyce tomo prestado el nombre para su libro y para su héroe y que consigue, con una habilidad prodigiosa solo al alcance de los grandes maestros de la literatura, que al igual que le sucedía al héroe de la Odisea homérica, no seamos los mismos al iniciar el viaje que al llegar a su conclusión.
Y es a través de esta moderna odisea que Joyce utiliza como metáfora, donde descubrimos que el autentico viaje se realiza en el interior. Un viaje interno en el que este Ulises descubre cosas sobre si mismo que desconocía o que se había negado durante largo tiempo a reconocer. Un viaje en el que este aventurero de nuestros días nos lleva de la mano, haciéndonos participes de una experiencia casi metafísica. Una experiencia en la que mientras el personaje va despojándose de las capas con las que nos cubre la sociedad para desnudarnos su alma, no podemos evitar vernos reflejados en ella y darnos cuenta de que nadie se conoce realmente a si mismo.
Como colofón solo puedo añadir que, aunque hay que reconocer que quizás esta no sea una obra apta para todos los paladares literarios, si que es un libro que todo el mundo debería poseer y tener en un lugar de honor en su biblioteca aunque sea solo como un recordatorio de que ahí, al alcance de la mano, tenemos la puerta hacia un viaje interior al autoconocimiento y solo tenemos que atrevernos a dar ese primer paso y abrirla para descubrir un tesoro literario de los que hay pocos y que conseguirá que no seamos los mismos tras haberlo recorrido hasta el final.