Pese a que le tengo cierta manía al cómic “costumbrista” no me queda mas remedio que reconocer que tengo cierta debilidad por los cómics semi-autobiograficos. No en vano de ahí han surgido tremendas obras como el Paracuellos de Carlos Giménez o Viaje al Corazón de la Tormenta de Will Eisner. Un subgénero al que toda una leyenda viviente del cómic como J. M. DeMatteis aportó su granito de arena en la década de los noventa con Brooklyn Dreams, una historia de ficción con mucha realidad entremezclada en la que el veterano guionista y el dibujante Glenn Barr nos llevaron al Brooklyn de los años setenta para contarnos fragmentos de la infancia y adolescencia de un joven que trataba de descubrir cual era su lugar en el mundo.
Carl Vincent Santini ¿O es Vincent Carl Santini? Quiere compartir una historia con nosotros. Una historia sobre sus primeros años de vida en un barrio de Brooklyn en la década de los sesenta y los setenta, una historia sobre los miedos de la infancia, la familia, la adolescencia, la madurez, la música, la amistad, el amor y las drogas… en resumen, una historia sobre la vida. Un relato apasionante al mismo tiempo que mundano y en el que se nos promete que se nos van a contar algunas mentiras que con algo de suerte quizás sean en realidad la verdad…
Surgida al calor de Paradox Press (anteriormente conocido como Piranha Press), aquel sello editorial de DC para cómics adultos que no acababan de encajar en la linea editorial de Vertigo, Brooklyn Dreams a primera vista no deja de ser otro cómic semi-auto biográfico en el que su autor entremezcla retazos de sus propias experiencias con algo de ficción para tejer la historia que quiere contar. Pero el inmenso talento de J.M. DeMatteis hace que lo que en principio no parece mas que una narración inconexa, en la que un narrador cuya memoria no parece muy de fiar y que es incapaz de evitar divagar saltando atrás y adelante en el tiempo, agarre al lector por el cuello y no nos deje escapar hasta terminar el cómic.
Y es que lo que no parecen mas que una serie de anécdotas encadenadas sin ningún orden ni concierto aparente, son en realidad momentos clave en la maduración (y futuros traumas) de un personaje que es y no es el propio autor. Unas anécdotas que nos muestran momentos tan importantes de la vida de cualquiera como el primer contacto con la muerte, lo mucho que nos marca nuestra familia, el primer amor o el descubrimiento de ese algo especial que le acabara dando sentido a su vida (al menos en lo profesional) Un cómic que ademas supone un entretenido ejercicio de tratar de adivinar cuando hay de verdad y cuanto de fantasía detrás del relato de la vida de un personaje que comparte tantísimo con su co-creador.
¿Verdad, mentira? Al final lo importante es que la historia sea buena
Pero es un cómic que no podría haber funcionado igual de bien sin la colaboración del dibujante Glenn Barr. Yo no conocía para nada su obra y el descubrirle aquí ha sido toda una sorpresa de lo mas agradable. Su habilidad para alternar entre un realismo casi fotográfico, lo caricaturesco y el surrealismo es increíble, unos cambios de estilo que en ningún momento impiden que sus personajes sean tremendamente expresivos o que la narración discurra con fluidez incluso cuando sobre la pagina no tenemos mas que una maraña de lineas. Un dibujante que tristemente para el medio se ha prodigado poco en el mundo del cómic para dedicarse mas a la pintura y la ilustración.
Lo dicho, es una pena que Glenn Barr no se haya prodigado mas, porque es buenísimo
Brooklyn Dreams quizás no sea un cómic para todo el mundo, pero desde luego es un gran cómic al que todo el mundo debería dar una oportunidad aunque solo sea para descubrir a un enorme dibujante como Glenn Barr y recordar que DeMatteis es mucho mas que un escritor que maneja como pocos el humor y que cuando se pone serio o dramático es tan bueno o incluso mas. Pero sobre todo un cómic que vale la pena leer por como engancha de principio a fin pese a no contar mas que un montón de mentiras que a lo mejor son verdad…