Esto es un post invitado, así que no nos responsabilizamos ni estamos de acuerdo (o sí) en nada de lo que Stravinkay Modelarus haya escrito aquí. En cualquier caso y ante todo, nos reservamos el derecho a decir que Steve Gerber no es para tanto y que el Pato Howard está sobrevaloradísimo. Igual hasta lo comentamos luego, que ahora estoy muy ocupado revendiendo trescientos palés de SuperNintendo mini en Ebay…
Para los que no lo sepan, Howard the Duck no es un pato antropomórfico primo de Stan Lee que solo hace cameos en películas de James Gunn. No, Howard the Duck es un personaje creado por Steve Gerber y Val Mayerik cuya primera aparición se remonta al año 1973, en él número 19 de Fear, una de las revistas antológicas de horror de Marvel que llevaba ya unos cuantos números presentando las aventuras de el Hombre Cosa (Man-Thing) un personaje creado por Len Wein, Gerry Conway y Gray Morrow que vagaba sin mente por los pantanos de los Everglades en Florida viviendo (o más bien presenciando) las aventuras más surrealistas de la Marvel de la época (bueno, quizás me paso un poco, que la Marvel de los ’70s tenía mucho de eso).
La primera aparición de Howard the Duck se da en el comienzo de una épica que mezcla nexos entre universos paralelos, espada y brujería, cameos de la Viuda Negra y Daredevil, terror y, si, monos sin pelo que encima hablan. Como su propio creador admite, era una cosa de usar y tirar, un personaje que visualmente sirviera para hacer y/o simplemente ser algo aún más ridículo que la transmutación del contenido de un frasco de mantequilla de maní en un bárbaro al mejor estilo Conan (si, eso pasa en Fear #19, una lectura extremadamente recomendada). Sin embargo, sus características y personalidad difieren tanto como pueden de esa idea, aunque no del absurdo: Howard no era un dibujo animado, era un personaje de carne y hueso (y plumas), algo cínico, que veía todo aquello que era absurdo en un mundo de monos sin pelo (algo que, según su creador, ya hacía en su mundo natal). Ese mundo que es una representación del mundo en el que vivimos solo que con superhéroes.
Sin embargo Fear (y luego Man-Thing, cuyo primer número continua la historia iniciada en el Fear #19) era un cómic de terror, y Roy Thomas (Editor en Jefe de la Marvel de esas épocas) creía que un personaje como Howard no encajaba con el género y por lo tanto ponía en peligro la temática de la serie. La solución de Gerber fue hacerlo desaparecer cayendo eternamente en el vacío entre universos. Un destino trágico (y terrorífico), pero uno del que no tardaría en escapar. El personaje había calado entre los lectores, y todas las misivas y peticiones (algunas bastante extremas; Marvel llegó a recibir el esqueleto de un pato en una caja) para que Howard volviera no pasaron desapercibidas. Primero llegaron las historias que acompañaban a las del Hombre Cosa en los números 4 y 5 de la desafortunadamente titulada Giant-Size Man-Thing (podría traducirse como “Cosa de Hombre de Tamaño Gigante”) con dibujo del mismísimo Frank Brunner. Y luego su serie propia, guionizada obviamente por su creador Steve Gerber y dibujada en un principio también por Frank Brunner que tras una disputa por los royalties del primer número fue remplazado por nada más y nada menos que Gene Colan.
La dupla Gerber-Colan se encarga de el grueso de historias que conforman el primer volumen de Howard the Duck presentándonos personajes e historias tan absurdos y dispares como Sudd, Le Beaver, Dr. Bong, la candidatura a la presidencia del mismo Howard o el número #16 de la serie (ese que son páginas de texto sobre splash pages de diferentes artistas). Gerber, quien reconoce no ser capaz de atarse a una idea por demasiado tiempo, salta constantemente entre ideas de un número a otro y así, la serie aparece irregular al lector en general. La historia como un todo no tiene un punto conciso, y si en algo es consistente además de en el arte de Gene Colan, es en su inconsistencia temática.
Sin embargo, y a pesar de tener un ser antropomórfico como protagonista y un humor centrado en lo absurdo, Howard the Duck no deja de tratar temas complejos y adultos (aunque algunos quizás demasiado “datados”) siendo un precursor de series como Preacher o Transmetropolitan. El chiste no es el pato parlante, la sátira no se limita solo a la sociedad y el mundo en el que Howard se ve atrapado sino que se expande al mismo medio en el que este mundo es presentado; los cómics. Esta ambigüedad de intenciones genera cierta dificultad a la hora de decidir que es Howard the Duck, en definir la serie, en saber que esperar del cómic.
Y es esta característica de ambigüedad tan propia de Howard y Gerber como su humor absurdo lo que me impulsa a pensar que si hay alguien capaz de llevar a cabo una serie de Howard the Duck (en Netflix…?) ese alguien sería Dan Harmon, el creador de Community. Aquella enorme serie que sabía contar historias hilarantes entre personajes extravagantes y absurdos con un mar de metareferencias que se reía y a la vez manejaba extremadamente bien los mayores tópicos del medio que la presentaba; la televisión.
Que ya sé sería difícil que se diera algo así, pero ya James Gunn ha usado a Howard de nuevo en GotG Vol.2 y Dan Harmon ya colaboró con Marvel Productions en la película del Doctor Extraño. Siempre se puede soñar y especular, ¿no? Que además es divertido.