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Hoy se cumplen diez años de Bioshock

Y si queréis saber mi opinión, sigue siendo un juego sobrevaloradísimo.

Tan sobrevalorado, que pongo una imagen de Bioshock Infinite porque es más bonito, hala.

Bioshock se presentó después de un molesto baile de exclusividades -que si solo para 360, que no que también para PC, que al final salió para todas las plataformas pero una de ellas decía que iba mejor que las otras, que si cuando uno para Wii- y con la pompa y el boato de ser el heredero espiritual de System Shock 2, algo que resultó ser un tanto falso porque acabó siendo más heredero Prey y le han hecho bastante menos caso. Para colmo de males, Bioshock en realidad lo que hacía era disolver muchos conceptos de Deus Ex y System Shock y acababa pareciéndose más a Half Life, siendo una de sus bazas más importantes la atmósfera del juego y la narración, constituyéndose como el precedente directo de esa plaga bíblica que hoy en día llamamos «walking simulator» y del que mucha gente abusa para hacer juegos que no son juegos.

La moraleja de Bioshock es «endiosarse es malo». ¡Y esa va por todos los idiotas que se dedican a citar a Ayn Rand sin entender los juegos!

Así que no, no vais a encontrar aquí a un ardiente defensor de Bioshock como un juego de esos que suponen un punto de inflexión para la historia de los videojuegos, simplemente a un tipo que, aun reconociendo que le parece un juego decente, cree que no es para tanto. Lo que pasa es que claro, salió en una época muy mala para el PC -todavía nos consolábamos con la Orange Box en vez de Half Life 3- y Bioshock era algo completamente novedoso en consolas, porque el port de PS2 de Deus Ex había pasado totalmente desapercibido. Pero claro, pasan diez años y si algo le encanta al personal en esto de internet es el revisionismo, el decir que Bioshock era el juego de la década y mamarrachadas así, y te lo dicen mamarrachos que para colmo de males llevan tatuada una frase de Ayn Rand en el culo y siguen sin entender que Andrew Ryan era un canalla y que toda su filosofía estaba construida alrededor de su propio endiosamiento. Pero no, a repetir lo de «el hombre elige, el esclavo obedece»… Rand es a Nietzsche lo mismo que cuando un grupo de borrachos se ponen a versionar Bohemian Rhapsody en las fiestas del pueblo, una aberración. Y precisamente ése es el gran fracaso de Ken Levine en Bioshock, que quería denunciar esa filosofía y lo único que consiguió fue extenderla más. Menos mal que luego se resarció en Infinite dejando las cosas mucho más claras, que si no…

Que Bioshock Infinite no es mejor juego, pero por lo menos deja claro que eso del excepcionalismo es de hijos de puta.

No, no tengo mucho más que decir de Bioshock. Entiendo que, para todos los que pasaban la adolescencia cuando salió la primera entrega el juego les impactara, igual que a mi mismo en su día me impactó Rebel Assault cuando en realidad era una mamarrachada que jugablemente era casi hasta peor que Night Trap (otro esperpento glorificado por la nostalgia) pero tenemos que mantener la cabeza fría y reconocerlo, la obra maestra de Ken Levine se llama Freedom Force. Y de ese queremos otro juego más.

Bueno, aquí yo tampoco soy muy imparcial, ¡pero cualquier aficionado a los videojuegos y a Jack Kirby debería jugar a esta maravilla!

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