Como tenemos el aniversario de Jack Kirby a la vuelta de la esquina y en Marvel parecen haberse olvidado de una de contribuciones mas importantes al cómic de superhéroes, quiero recordar de nuevo por aquí que los 4 Fantásticos existieron y que se les echa demasiado de menos. Pero no quiero hablar de la historia del grupo ni de ninguna de sus grandes sagas, sino de una “pequeña historia” autoconclusiva que podría haber sido un simple numero de relleno mas, pero que en manos de Lee y Kirby se convirtió en un cómic memorable que cincuenta y un años después aun sigue dando que hablar. Así que remontémonos a 1966 (con todos los SPOILERS del mundo) para recordar por que los 4 Fantásticos fueron (y siguen siendo) tan importantes.
En una fría noche de tormenta y convencido de que Alicia Masters prefiere estar con otro (Silver Surfer) lo único que Ben Grimm desea es estar solo con su autocompasión. Una noche en la que una aparente mano amiga le ofrece un café caliente y un hombro sobre el que llorar. Pero la confianza de la Cosa se ve traicionada cuando descubrimos que ese buen samaritano lo único que quiere es robarle sus poderes para destruir a los 4 Fantásticos y demostrarle así al mundo que es mas inteligente que el mismísimo Reed Richards. Un plan que el cree infalible pero que solo servirá para hacerle comprender que las apariencias en muchas ocasiones son engañosas…
En manos de autores menos capaces este cómic no hubiese sido mas que un numero de relleno, un pequeño intermedio para recuperar el aliento tras la épica saga de la llegada de Galactus. Pero Lee y Kirby en 1966 se encontraban en uno de sus mejores momentos, y lo que nos dieron fue una historia de corte algo mas intimista que, en una época en la que demasiados villanos del cómic de superhéroes se habían convertido en poco mas que glorificados atracadores, nos recordaban que había otra forma de contar historias. El “villano” de esta historia no tiene un traje colorido ni un nombre pintoresco, de hecho ni siquiera llegamos a saber su verdadero nombre en ningún momento (aunque dos décadas y pico mas tarde Gerry Conway nos desvelo en Web of Spider-Man que se llamaba Ricardo Jones ). Se trataba de un personaje anónimo a través del cual nos damos cuenta de lo terriblemente equivocadas que son en muchos casos nuestras percepciones y lo mucho que cambia una situación dependiendo del punto de vista.
Para Ben Grimm su poder es un castigo, una maldición que le ha convertido en un monstruo, un paria apartado de la humanidad e incapaz de ser amado. Pero en cuanto este criminal le roba su poder su primera reacción es alegrarse de que ahora toda la fama y el poder de la Cosa son suyos, y no deja de maravillarse cada vez que tiene ocasión de poner a prueba la fuerza sobrehumana que ahora posee. Y es que para el, alguien que se ha sentido siempre al margen de la sociedad, la “maldición” de la Cosa es una bendición, le ha transformado en lo que siempre soñó ser, alguien especial.
Aunque quizás el ejemplo mas claro de todo esto es la visión que tiene este hombre de Reed Richards. Al igual que este, nuestro villano anónimo es un científico, uno que siempre ha envidiado la fama, el dinero y el equipamiento de Richards y que le considera una especie de busca glorias al que solo le importa la fama. Pero cuando tiene que ayudarle en un peligroso experimento, que esta realizando para proteger a la Tierra de nuevas amenazas como Galactus, se da cuenta de que su percepción de Richards no podría haber estado mas equivocada, que ese hombre al que tanto ha odiado y envidiado durante años es una persona abnegada que esta dispuesta poner en peligro su vida sin pensárselo si eso ayuda a proteger su mundo.
Y es el comprobar lo equivocado que estaba con Reed, y ver el sacrificio que esta dispuesto a hacer por un bien mayor, lo que le hace darse cuenta de que en el fondo todo aquello de lo que culpaba a los Richards del mundo era en el fondo culpa suya, y que a diferencia de este hombre al que tanto odiaba el jamas ha hecho nada digno de mención mas que alimentar su resentimiento y autocompasión. Una realización que le hace lanzarse a salvarle sin pensárselo demasiado y que solo sirve para reafirmar lo que acaba de descubrir al darse cuenta de que incluso en una situación de vida o muerte la primera preocupación de Reed son los demás. Un altruismo y una generosidad que hacen que este “no tan villano” decida sacrificarse a si mismo para salvar la vida del hombre al que ha tenido que conocer en persona para admirar.
Pero la grandeza de Lee y Kirby era que (casi) no descuidaban detalle alguno, ya que este jugar con las percepciones sigue a otros niveles. Desde el comienzo de la historia nos encontramos a un Reed frio y que solo piensa en su experimento, con una antipatía y borderia contra su esposa y mejor amigo que le hace llegar casi hasta el insulto (actitud que luego se aclara como un exceso de preocupación que le hace olvidar los buenos modales. Pese a que los lectores conocían de sobras a Mr. Fantástico, aquí Lee y Kirby querían que viésemos a Reed, aunque fuese por un momento, desde el punto de vista del villano anónimo y que así el contraste con las escenas de su casi sacrificio, y sobre todo de su pesadumbre al cree que ha perdido a su mejor amigo fuese mayor. Una escena esta ultima que Lee y Kirby aprovecharon para mostrarnos como incluso el propio Ben Grimm se sorprende al ver lo mucho que ha afectado a Reed su “perdida”.
Aunque pese a las grandísimas cualidades de este cómic que se ha convertido en un clásico por derecho propio este no esta libre de pequeños problemas. La inclusión de las escenas de Johnny en la universidad rompen un poco el ritmo de la narración. Y el momento en el que un humano Ben Grimm se enfrenta al impostor delante de Reed y Sue se resuelve de una forma demasiado simplista, sin que nadie ponga en duda la palabra de “La Cosa” ni se plantean hacerle ningún tipo de prueba a ese hombre que se ve y habla como el Ben Grimm que ha sido como un hermano para Reed desde sus tiempos de estudiantes (con hacerle unas cuantas preguntas personales hubiesen salido de dudas). Problemillas al que habría que añadirle uno propio de la época y en donde mas flojeaba Lee, en su retrato de los personajes femeninos que hacen que Susan de nuevo sea un personaje excesivamente pasivo.
Pero es imposible hablar de esta serie sin destacar el enorme trabajo de Jack Kirby y menos en los días en los que nos encontramos, sobre todo en un cómic en el que su talento brilló tanto. Para mi uno de los elementos mas destacables de Kirby en este cómic en la forma en la que manejó el lenguaje corporal y la expresividad de un personaje tan poco humano como la Cosa. Podríamos eliminar todos los textos del cómic y aun así no nos quedaría duda alguna en ningún momento de cual es el estado de animo de la Cosa (y de su suplantador) solo por su postura. Aunque la genialidad del Rey no termina aquí.
Kirby ademas se lució en este cómic con ese dominio que tenia a la hora de dibujar maquinarias imposibles regalándonos con una “splash page” en la que el nuevo invento de Reed Richards, el “Cubo Radical” (que acabo siendo la base para el descubrimiento de la Zona Negativa) le sirve a Kirby para dejarnos claro que pocos como el han sido capaces de representar de esta manera lo increíble. Pero este es un cómic en el que ademas podemos apreciar otra de las grandes pasiones de Kirby, la de los fotomontajes o collage fotograficos. El que nos encontramos aquí no llega a los niveles de espectacularidad de otros que pudimos ver en esta misma serie o en Thor, pero es mas que suficiente para que nos admiremos por la pasión de este hombre que nunca dejo de buscar formas de experimentar con el lenguaje del cómic y llevarlo un poco mas allá, y que fue capaz de hacer cosas así en una época en la que tenia que hacerlo todo de forma artesanal a base de recortes, fotocopias y pegamento, pero no le llamaban el Rey por nada.
Si este cómic es considerado un clásico es porque tiene motivos de sobra para serlo, y aunque visto desde nuestra perspectiva pueda parecer algo simplón, recordemos la lección que nos dieron Lee y Kirby sobre lo diferentes que parecen las cosas dependiendo del punto de vista y pensemos por un momento lo que debió significar una historias así en una época en la que el cómic estadounidense aun arrastraba las consecuencias de querer convertirlo todo en algo inocuo e inofensivo. Pero este cómic es también un triste recordatorio de que llevamos ya dos años y poco sin serie regular de los Cuatro Fantásticos y que en estas fechas se les echa de menos mas que nunca. Por ello no esta de mas seguir recordándole a ellos y sobre todo a quienes les convirtieron realmente en “The World’s Greatest Comics Magazine”.