Hubo un día a mediados de los años 50 en el que los EEUU se despertaron con la noticia de que la Unión Soviética había conseguido poner un satélite en órbita. Los periódicos de la época pasaron de hablar de la bomba y el enemigo interior a pensar más en ese enemigo exterior que había sido capaz de poner un objeto fijo en el cielo, y en el peligro que eso podría suponer para el desarrollo de la guerra fría. Los ojos de los estadounidenses levantaron la vista de los búnkeres y empezaron a mirar hacia el cielo, porque su orgullo les obligaba a no ser menos que su enemigo; había comenzado la carrera espacial.
Mientras tanto, Jack Kirby aguantaba como podía las consecuencias de la caza de brujas de Wertham. Había estado sobreviviendo a base de hacer cómics románticos de Prize, pero aquella vaca se había secado y había tenido que resignarse a volver a trabajar para Atlas -la antigua Timely y futura Marvel- bajo las órdenes del chivato que había provocado su despido en los años 40, un tal Stan Lee. Kirby colaboró en algunos cómics de guerra, westerns y demás, pero el trabajo que realmente destaca de esta pequeña etapa es su trabajo en Garra Amarilla, un clónico de Fu-Manchú creado por Al Feldstein y Joe Maneely en octubre de 1956 y que sus propios creadores habían abandonado tras sólo un número. Lo interesante de Yellow Claw es que Kirby toma la serie como autor completo, realizando tres números en los que guioniza, dibuja y entinta sin el menor complejo.
Yellow Claw es una serie que en su planteamiento es una de las repeticiones del tópico del peligro amarillo en su peor vertiente: Garra Amarilla es un señor chino inmortal que conoce peligrosos secretos orientales que le permiten ser inmortal y controlar la mente de los demás, y que decide mudarse a EEUU después de que el ejército de la China roja le encargue destruir ese país. Pero tampoco os creáis que nuestro pérfido protagonista es un devoto seguidor de Mao, porque en realidad su objetivo final es el de conquistar todo el planeta. Para ello, se instala en el barrio chino de San Francisco y recluta la ayuda de un tal Voltzmann, un antiguo comandante nazi de Auschwitz de los que llevan monóculo y fuman cigarrillos con boquilla larga. Enfrentado a Garra Amarilla y sus siniestros planes tenemos al agente del FBI Jimmy Woo, futuro agente de SHIELD y ATLAS que se enamorará de la sobrina nieta de su enemigo, la enigmática Suwan, toda una Dragon Lady que en realidad odia a su tio abuelo y se enamora perdidamente del héroe. Kirby se haría con el control de la serie en el número 2, y su presencia se hace notar en que el relato se hace de forma más fluida, más moderna, y las tramas pasan del espionaje puro y duro al género fantástico, provocando que los planes de Garra Amarilla se vuelvan más inverosímiles y disparatados; por poner un ejemplo, el primer plan del malvado es usar la mente de cinco mutantes para manipular la realidad. En otra de las historias, Garra Amarilla usa un robot gigante de una deidad asiática para tratar de convencer a las naciones de por allí para atacar EEUU. Son historias cortas, de no más de cinco páginas, en las que Kirby dispone de total libertad para dar rienda suelta a su imaginación y dejar claro que podía triunfar sin la colaboración de Joe Simon.
Pero lo cosa no duraría mucho, porque la distribuidora de Atlas cierra y se ve obligada a cerrar la mayor parte de sus títulos, Garra Amarilla incluida. Paralelamente a su trabajo en Atlas y por una mera cuestión de supervivencia, Kirby había estado trabajando también para National a las órdenes del editor Jack Schiff, el hombre que había sustituido a Mort Weisinger como editor de Superman y Batman durante la guerra y que ahora ejercía como uno de sus brazos ejecutores. Schiff le había encargado un reboot de Green Arrow, paralelo a los que se estaban llevando a cabo con Flash o Green Lantern. Entre los números 250 y 256 de Adventure Comics Kirby recogería la criatura creada por Mort Weisinger y le introduciría el nuevo origen que todos conocemos, pasando de ser un arqueólogo que investigaba las tribus de los indios americanos a ser un millonario que naufraga en una isla y cuyo único objetivo allí era la supervivencia. Pero la idea no acababa de gustarle al por aquellos tiempos todopoderoso Mort Weisinger, y el hecho de que Green Arrow pasara de clon de Batman a tener aventuras de ciencia ficción al estilo Batman de Zur-en-Arrh tampoco, con lo que la participación de Kirby en la serie también fue corta. Pero daba igual, porque Kirby tenía un trabajo aún más importante en National que daría mucho que hablar…
La versión oficial es que Los Challengers of the Unknown son unos personajes creados por Dave Wood y Jack Kirby para DC Comics, pero con los años se ha ido poniendo duda ése origen. Mark Evanier suele contar que la idea original venía de Joe Simon y Kirby, que trataron de venderselos a DC y obtener un trato parecido al que habían tenido antes de la guerra con Newsboy Legion y Boy Commandos. Pero DC no había aceptado y quería control sobre las historias, con lo que Simon se había largado a trabajar en publicidad y le había dado libertad a Kirby para aceptar la penosa oferta de la editorial. Challengers debutaría en Showcase número 6 (1957) con un guión firmado por Dick Wood, uno de los guionistas de plantilla de DC en aquel momento y que por lo que cuentan las malas lenguas se limitaba a escuchar las ideas de Kirby y pulir los diálogos al gusto de la empresa. La serie estaba protagonizada por el Rocky Davis -campeón olímpico de lucha libre-, el Profesor Haley -maestro del buceo sin bombona de oxígeno-, Red Ryan -especialista de circo- y Ace Morgan, héroe de guerra y valiente piloto de avión. Eran, esencialmente, prototipos de los Cuatro Fantásticos.
El Kirby de Challengers es un Kirby domado, mancillado por la era Weisinger. En DC imperaba por aquellos tiempos la idea de que ningún cómic debía acreditar a sus autores y que todos debían de parecer dibujados igual, por lo que a Kirby se le trataba de domesticar y obligar a trabajar como el resto de dibujantes de su plantilla. El resultado es un cómic que, a pesar de que llegó a estar entintado por el mismísimo Wally Wood de la EC, se siente incluso más retrógrado que el trabajo de Simon y Kirby en Newsboy Legion o Boy Commandos, demostrando lo perniciosa que fue la era Weisinger para DC y la historia del cómic. Sin embargo, y dado que National tampoco le ofrecía mucho trabajo, Jack Kirby seguía buscando nuevas formas de pluriemplearse y cuando a Jack Schiff un tal Harry Elmlark se le acercó preguntándole si conocía autores interesados en trabajar en tiras de prensa sobre la carrera espacial, Jack no se lo pensó dos veces y se puso a trabajar en ella junto a su colaborador en Challengers, Dave Wood. Sin embargo, no todo acabó siendo tan bonito como parecía…
Y es que la nueva tira, Sky Masters, era todo un regalo envenenado. Kirby y Wood tenían que hacerse cargo de la producción y de todos los gastos de pagar a un rotulista y a un entintador (otra vez Wally Wood), pero además tenían que pagarle una cantidad fija con variables a Elmlark -por ser el enlace con la sindicación de la tira- y a Schiff, por su cara bonita y porque como no se la pagaran iba a echarlos de DC. El resultado final fueron una serie de tiras guionizadas por Kirby y Dave Wood -aunque Kirby siempre dijo que Wood no hizo nunca gran cosas- en las que el dibujo de Kirby queda completamente enmascarado por Wally Wood, dando un resultado visualmente atractivo y muy interesante pero que no parecía hecho por Jack Kirby. Pero lo peor estaba por llegar, porque de repente Schiff empezó a demandar que no se le pagara su porcentaje sobre los beneficios, si no por el bruto que generara la tira. Kirby lo mandó al cuerno y Schiff lo mandó a la mierda, con lo que fue despedido de DC, la tira se fue al garete y de repente se vió otra vez en el paro, con un juicio contra Schiff que acabaría perdiendo y ni siquiera el regreso de Joe Simon a los cómics colaborando con él en los superhéroes de la Archie llegarían a salvarlo de su destino: Ser un paria, un dibujante que dibuja raro y que no tiene lugar para la forma en la que se hacían los cómics en aquel momento, la de National.
Jack Kirby se dió cuenta en aquel momento de que la única persona que le ofrecía trabajo era otra vez aquel mocoso acusica, Stan Lee, en aquella editorial de mierda de Martin Goodman que todavía se negaba a devolverle todo el dinero que le habían escamoteado en los años cuarenta con Captain America. Tras tanto pelear, Jack se resignó tener que trabajar en Marvel Comics hasta el fin de sus días…