Así entre nosotros, la Araña Escarlata siempre me cayó mal. No dejaba ser el impostor, el fraude, el que iba de ser más de Peter Parker que el propio Peter Parker. Veías a Ben Reilly dándose paseos por el museo de historia natural y desarrollando nuevos tipos de lanzarredes mientras DeMatteis tenía a Peter Parker en Ravenscroft pegándose contra Judas Traveller y te cabreabas, porque tu querías un tebeo de Spiderman normal. Luego ya la cosa recuperó la cordura y Ben Reilly volvió al infierno de los Poochies, pero como siempre Dan Slott tuvo una inspiración un día y lo trajo de vuelta. Y aquí lo tenemos, con su serie propia.
Probablemente a esta serie no le habría hecho ningún caso si no fuera porque Peter David la situa en Las Vegas, el escenario de una de las mejores etapas de su Hulk. No voy a avanzar mucho del asunto porque no soy M’Rabo -que está muy ocupado con los videojuegos, como ya habéis visto- pero sí que me gustaría que le echaseis un ojo, sobre todo porque la visión que tiene Peter David del Ben Reilly «actual» es muy acorde a la de Slott, pero con tres o cuatro marchas más.
Para que os hagáis una idea, Ben Reilly está totalmente sonado, ve visiones de amigos imaginarios a lo Marc Spector y carece de total empatía, pero aun así ha llegado a la ciudad del pecado para ser un superhéroe. En cierto modo recuerda mucho a Joe Fixit, aquella encarnación mafiosa de Hulk, pero en este caso tenemos al Peter Parker Masacre de protagonista. Si a eso le sumamos que estamos ante el Mark Bagley más inspirado en años (las tintas de John Dell le sientan pero que muy bien), tenemos un comic al que de momento merece la pena echarle un vistazo y del que ya hablaremos largo y tendido dentro de unos meses cuando tengamos material para hacer una reseña.