Digo yo que ya que M’Rabo no ha hablado de Secret Empire y dado que ayer ya hablamos de la paliza a lo Watchmen en Batman, voy a aprovechar el finde para hablar del tema, que total no me cuesta nada comentar un poco el tema antes de que llegue la semana que viene y lo único de lo que queramos hablar sea Guardianes de la Galaxia.
Comentábamos por aquí hace poco que Secret Empire no empezaba con este número cero, si no que venía ya desde hace más de un año con el archifamoso Hail Hydra y las amenazas de muerte a Nick Spencer. La sustitución de Steve Rogers por Sam Wilson, su milagrosa recuperación en menos de un año y el hecho de que la serie del segundo se hubiera convertido en una sucesión de conflictos raciales concretos sin que a primera vista se viera un desarrollo de la trama a largo plazo, dejan claro que la idea de Spencer desde el principio era la de convertir al Capitán América en el Capitán Fascista que le demandaba la Fox News. Porque no nos engañemos, puede que los de Hydra sean nazis -que lo son, por mucho retconeo Hickmaniano que haya de por medio-, pero la ideología que muesta este Steve Rogers nazi es clavadita a la de muchos políticos y periodistas estadounidenses, y lo que está buscando Spencer es dejar claro que esa ideología es completamente fascista y, en efecto, sólo le falta el antisemitismo y el Reich de mil años para ser llamado nazi.
Spencer ha ido preparando la historia mediante flashbacks durante todo un año en la serie de Steve Rogers, mostrando de paso como el antiguo héroe ahora se dedicaba a manipular al personal convirtiéndose en todo un Cráneo Rojo que acaba pateando el culo del original; un puntazo por parte de Spencer ha sido el hecho de que, a pesar de que el Capi se ha vuelto muy nazi, sigue odiando a Cráneo Rojo como el primer día, y de hecho elabora una historia de venganza y «pureza del partido» con purgas incluidas que explora muy bien la mentalidad de estos grupos de criminales extremistas. De momento, Steve no parece centrar su discurso en discriminar a la gente por su raza, sexo o religión, si no que pone su foco en el fascismo más puro: hay una autoridad y nadie está autorizado a dudar de ella, porque es la única que puede garantizar que se mantiene el orden. Exaltación completa a la figura del líder, a su nación (Hydra) y búsqueda constante de enemigos a los que echarle la culpa de todos los males.
Sí, me ha gustado el planteamiento de Secret Empire. No solo porque ha recuperado una idea de Roger Stern con el Asedio a la Mansión -ese Apagón- o porque se insinúa que toda la serie de SHIELD de Hickman pertenece a la realidad creada por el cubo cósmico- si no porque a pesar de la inestabilidad de personal en el apartado gráfico -lo habitual en estos eventos, hay que cuadrar muchas agendas- Spencer y sus editores se las han arreglado para que todo parezca una misma historia y podemos estar contentos con lo que se nos ha presentado hasta ahora. Eso sí, el verdadero miedo de todo esto no es que Steve Rogers vaya a morir siendo nazi como temen muchos, si no que volvamos a contemplar por enésima vez lo que hemos sufrido en casi todos los crossovers hasta ahora: una historia que estaba muy bien metidita en su propia serie y que es elevada a crossover por exigencia editorial, saliendo perjudicada en el proceso y terminando como un planteamiento interesante con un desarrollo mediocre y un final decepcionante. Pasó con Secret Invasion, pasó con Fear Itself y esperemos que no pase con Secret Empire, porque tristemente ésa ha sido la tónica habitual en casi todos los crossovers de los últimos diez o doce años.
De momento vamos a felicitar a Nick Spencer por haber conseguido llevar a cabo toda esta maniobra a pesar de las turbias aguas editoriales -se ha tragado Civil War II enterito y hasta le ha servido para enriquecer su historia- y las amenazas de muerte recibidas. Bien jugado.