Como hoy es domingo de resucitar gente, pues como que voy a aprovechar y reclamar la resurrección más importante de la historia del cómic universal del mundo humano, la de los calzoncillos de Superman. Pero antes de que salgais corriendo pensando lo de «ya está otra vez Diógenes con sus tonterías en vez de hablar de DeFalco», esperad un poco porque esta vez tengo datos nuevos…
Datos que vienen de Jon Bogdanove, un dibujante que conoce bien el personaje y que probablemente sea uno de sus mayores fans… Y de los que más especulan con el tema porque no tiene ni idea de a santo de qué no tenemos ya esos calzoncillos de vuelta. El hombre habla sobre una hipotética cláusula del trato de DC con los Siegel, según la cual cada vez que se usan los calzones DC tiene que pagar una parte. Esa teoría en mi opinión es errónea, porque se basa en la idea de que los calzoncillos es la única parte del uniforme de Superman que no ha cambiado desde su creación cuando resulta que la capa lleva estando también desde el día uno y por esa regla de tres deberían quitársela también.
Lo importante son esos rumores que comenta de que Jurgens y otros de los trabajadores de la compañía están presionando para recuperar la imagen clásica del personaje, y que las altas esferas de la empresa -probablemente Diane Nelson- empiezan a reconocer que la imagen icónica de Superman tiene un peso económico mayor que una «actualizada» por Jim Lee o el que sea. El rumor sugiere también que el regreso de la añoradísima prenda no se ha dado ya mismo porque la están reservando para tener algo potente en el Action Comics 1000, cómic que saldría en cosa de un año y que supone todo un hito para el personaje en particular y la historia del cómic en general. Rebirth está funcionando demasiado bien como para dejar que «todo vuelva» demasiado rápido, y sería lógico que entre esos regresos con cuentagotas esté el traje clásico de no solo Superman, si no el de otros personajes como Batman, Wonder Woman o Flash, que sigue teniendo todas esas rayitas amarillas por condena.
O puede ser que, simple y llanamente, Jon Bogdanove sea demasiado friki y demasiado iluso. El tiempo nos lo contará…