Esta semana ha terminado el Mercury Heat de Kieron Gillen, un cómic con el que había disfrutado bastante pero que ha llegado a su fin, según palabras de su autor, por no saber encontrar a su público y por ello no vender lo suficiente como para justificar su continuidad. Pero es que pese a que la historia tenía mucho potencial y el cómic fue muy disfrutable, una trayectoria de lo más irregular acompañada de unas cuantas decisiones editoriales cuanto menos cuestionables explican a la perfección por qué Mercury Heat no supo encontrar su hueco entre el público. Así que a modo de despedida vamos a ver qué era lo que nos ofrecía este comic y cuales son algunas de esas posibles causas que han provocado esa desconexión con los lectores.
Y prometía tanto cuando empezó…
En un futuro lejano la humanidad ha conseguido grandes logros. Estaciones espaciales orbitan Mercurio para extraer recursos del planeta, memorias y conocimientos pueden ser implantados o borrados a voluntad, el cuerpo humano puede modificarse para realizar las más asombrosas proezas y se ha desarrollado un sistema casi perfecto para determinar el futuro de cada individuo. Pero eso es algo que no hace feliz a todo el mundo, como Luiza Bora, a quien en su niñez se la clasifico como una 57B, un perfil que la identifica como cercano a la psicopatía y que la inhabilita para cumplir su sueño de ser una agente de la ley… en la Tierra. Pero en Mercurio las normas son más flexibles y Luiza puede cumplir allí en parte su sueño, pero como no tardara en descubrir todo en la vida es mucho más complicado de lo que parece a simple vista.
En el futuro hay trabajo para todos
Decía Kieron Gillen en el primer número (publicado en 2015 tras un primer avance de 11 páginas en el Free Comic Book Day) que llevaba desde 2008, casi el comienzo de su carrera profesional, dándole vueltas a la idea de este comic. Un comic en el que confluían muchas influencias y temas que Gillen quería tocar, Tank Girl, el Juez Dredd y todo 200 A.D., el cyberpunk y muchas otras. Unas influencias que se notan a cada paso de este comic y con las que Gillen fue capaz de construir un escenario y unos personajes que tenían un potencial muy grande, pero por el camino todo se fue torciendo poco a poco…
Aprender así da gusto
El principal problema que tuvo este comic (aparte de una periodicidad tan irregular que llevo a que se publicasen solo doce números en casi dos años) yo diría que fue la editorial donde se público, Avatar. Una editorial que sabemos que casi siempre nos va a ofrecer dos cosas, mucho gore y dibujantes malos, dos elementos que tristemente se cumplieron aquí. Del apartado grafico espero que Gillen cumpla su palabra de explicar en el futuro lo que él cree que fue mal con este comic, porque lo que ha dejado entrever, como que el primer número se dibujó por completo tres veces, da muestra de que aquí hay una historia que va a valer la pena conocer. El resultado final, a cargo de Omar Francia y Nahuel López, pese a que no fue tan malo como uno podría temer, no estuvo a la altura de lo que podría haber sido este comic. Un comic en el que abundo el gore y una peculiar decisión “artística” que me muero de ganas de saber de quien fue idea, el vestuario de la protagonista.
No, claro que no puede ir vestida así toda tapada…
Kieron Gillen no es un guionista sospechoso de ser un machista que objetiviza a la mujer ni mucho menos, más bien todo lo contrario, y por ello precisamente aun no soy capaz de entender como en este comic su protagonista viste como viste. Unos pantaloncitos cortos y ajustados con un ¿se puede llamar escote a eso?, el estómago al aire, camiseta ajustada y escotada enseñando bien el canalillo de Luiza… Todo lo que uno no espera de una agente de la ley o de un personaje de Gillen, acompañado como no de unas poses forzadísimas para enseñar “cacha” que parecen deudoras del peor Jim Lee noventero. Una combinación perfecta para espantar a una buena porción del público que habría estado encantado de leer un comic con una protagonista como está pero que se encontró con algo que casi parecía un fan-art pseudopornografico.
La postura de la primera imagen creo que ni siquiera es físicamente posible…
Una cuestionable (e incomprensible) decisión editorial, que quiero pensar que fue una imposición a Gillen, a la que se le añadió una segunda que casi consigue espantarme incluso a mí, sumergirse tanto en el gore hasta llegar al extremo de realizar como último arco argumental un pseudo-crossover con Crossed, el hiperviolento y sangriento comic de “no los llames zombis llámalos infectados” que se ha convertido en el buque insignia de la editorial. Lo que hasta el momento había sido un comic de ciencia-ficción que incidía en los aspectos más “hard” del género y que tocaba algunos temas bastante interesantes (aunque no originales) dio paso a una orgia de violencia y casquería que casi consiguieron espantarme incluso a mí. Una decisión que no me cabe duda que se tomó como un intento desesperado de remontar las ventas (por algún motivo que se me escapa Crossed tiene una leal base de seguidores) pero que no consiguió salvar este comic.
¿Que falta hacia esto? Sigh…
Al final este Mercury Heat quedara como un tristísimo ejemplo de cómo “sabotear“(involuntariamente) un comic desde dentro hasta el punto de la cancelación porque tú mismo te has encargado de mantener a tu público potencial a distancia. Aunque lo más triste es el pensar en lo que podría haberse convertido este comic en otra editorial y con otros dibujantes, pero como el propio Gillen ya ha dicho, no hay planes para continuar este comic. Así que este es uno de esos casos en los que no se si recomendar un comic o no, pero para los fans de Gillen que este por ahí, que al menos le den una oportunidad al primer arco argumental para entristecerse conmigo pensando en cómo podría haber sido todo esto.