Me dice comicvine que Jim Balent tiene cincuenta y cuatro añazos, y me pregunto yo a santo de que no hemos oido hablar más de este hombre. Porque en plena era de los locos años 90, cuando la especulación hacía que emborronadores lamentables como Liefeld ganaran dinero a espuertas, Balent consiguió colarse en Catwoman y allí residió durante años, sin preocuparse de saltar a mancillar series como X-Men y trepar en el escalafón de los mejores dibujantes de la Wizard -para la cual colaboró igualmente, hasta teniendo la osadía de darcursos de como aprender a dibujar hombres y mujeres-. Para el que no lo haya captado todavía le diré que considero a Jim Balent uno de los dibujantes más lamentables de una de las peores décadas de la historia del cómic, y estaba yo muy contento de haberme olvidado de su persona hasta que, recientemente y con el repaso del Batman No Man’s Land, me volví a dar de morros con su Catwoman…
El primer trabajo de Jim Balent publicado es una historia corta sobre un ninja en Sgt Rock 397. Son cuatro páginas escritas también por el mismo en las que un ninja y un samurai se enfrentan, sin que haya ningún tipo de mujer semidesnuda en ninguna parte. Podría decirse que el tipo prometía, porque aunque le quedaba mucho por aprender, se notaba que aquel chaval tenía una buena fuente de inspiración en Frank Miller. Su siguiente trabajo sería ya tres años después en un complemento del Nexus de Baron y Rude protagonizado por un secundario de la serie, Judah. Ya no hay homenajes a Miller y el cómic que vemos es más convencional, con un Balent que se estaba banalizando a marchas forzadas…
El siguiente trabajo de Balent que veo listado son varias portadas de Scimidar en 1988, un cómic de Eternity Comics protagonizada por una señorita de larga melena y… Uh… Mirad, esto tiene demasiada tela como para no contarlo: a mediados de los ochenta un tal Scott Mitchell Rosenberg se montó una distribuidora de cómics y se puso a distribuir a cuatro editoriales llamadas Amazing Comics, Wonder Color Comics, Imperial Comics y la propia Eternity Comics. Todas estas editoriales habían sido creadas por el mismo con el objetivo de hacer un efecto llamada a otras editoriales «de verdad» y así ganarse su distribución; la cosa funcionó durante unos tres años hasta que en 1987 la revista The Comics Journal descubrió el pastel, con lo que Rosenberg cerró todas esas editoriales fantasma y creó Malibu Comics, quedándose los nombres de Eternity y las demás como sellos dentro del nuevo contenedor. Algunos de los títulos más famosos de la editorial -aparte del infame apadrinamiento de Image y el Ultraverso, que llegarían bastante después- fueron Ex-Mutants (en la que también colaboraría Balent y que es el plagio de X-Men que te imaginas) y varios títulos «picantones» como Witch o Scimidar, además de reediciones de títulos pre Comics Code como «Spicy Tales», que también llevarían alguna portada de Balent.
Sin embargo, y a pesar de que Balent llegaría hasta a dibujar un cómic completo en la Evangeline de Chuck Dixon para First -nada que ver con la Avengeline de Liefeld-, Balent no conseguiría establecerse como profesional y volvió a atravesar otro desierto creativo, especializándose ya en portadas guarrillas para Female Fantasies, Cyber Crush:Robots in Revolt -más reediciones, esta vez de 2000AD- Bambi Christmas Special y From the Darkness otra vez en Malibu Comics, serie limitada que dibujaría el mismo. El periplo por las colaboraciones puntuales -Dak Horse Presents, The Choke, entintado de Vampirella-terminaría por fin con el estallido de la burbuja especulativa en 1993, cuando Balent vuelve a colaborar con Dixon en el número 660 de Detective Comics. Poco después DC Comics lo anunciaría como el dibujante regular de Catwoman, serie en la que se mantendría siete años hasta el cierre de la misma en 2000 y con la que conseguiría el estatus de «dibujante de bad girls», un término peculiar inventado por la revista Wizard en aquellos tiempos.
Sobre la Catwoman de Jim Balent -que contaría con los guiones de Chuck Dixon, Jo Duffy y Devin Grayson- ya hablaré más durante los posts sobre Tierra de Nadie, y es que no deja de ser un cómic perpetuamente lastrado por un intento de la editorial de buscar un mercado al que el Comics Code nunca le dejaría acceder. El dibujo de Balent es un concentrado de todos los problemas de los dibujantes del momento, aquellos que supuestamente tenían que dar el relevo generacional a los que se habían largado a Image y otras independientes salidas de la nada y todavía no estaban preparados para hacerlo. Son cómics mal narrados, basados en el abuso de las (malas) poses y en general se intenta imitar el estilo de los dibujantes de moda, esos mismos que tampoco es que supieran dibujar muy bien que digamos. Si Balent hubiera seguido centrado en su fascinación por Miller, probablemente habría ido por mejor camino, pero lamentablemente no se fijó en su faceta como narrador y sí en la de sus acabados, que siempre fueron su punto débil. Sustituir a Miller por Jim Lee/Layton no es la mejor idea del mundo, y Balent tiró en esa dirección con el único objetivo de agradar; a priori la decisión fue la correcta porque eso le permitió trabajar para DC, la pena es que Balent se hundiera en la autocomplaciencia…
Balent seguiría colaborando con sus excompañeros de Malibu -uno de ellos, Brian Pulido, no tardaría en crear Chaos Comics y llenarlo de las Bad Girls de marras- y se mantendría invariable en su estilo, que a pesar de que había hecho algún que otro escarceo con la pintura, se limitaría a la línea durante toda esta etapa. Para cuando DC echa el cierre a su Catwoman y el nuevo siglo parece no tener lugar para los excesos de los 90 -ojalá- Balent decide montárselo por su cuenta y dejarnos por fin a todos en paz, creando su propia editorial -Boardsword Comics- y dedicandose por completo a Tarot: Witch of the Black Rose, serie de la que lleva hechos más de cien números y que espero que le dure muchísimos años, porque Catwoman hoy en día está muy bien como está, muchas gracias.