Ayer ya me desahogué un poco señalando todos esos cambios absurdos cometidos en la serie de Puño de Hierro/Iron Fist que más allá de una crítica de “purista” del material original, fueron cambios que solo sirvieron para empeorar la caracterización de los personajes. Y ojala eso hubiese sido lo único malo que me encontré en esta serie que esperaba con tantas ganas, que fallos que señalar no faltan, aunque también hay alguna cosa buena que otra e incluso un par de pequeños rayos de esperanza en el futuro tanto inmediato como a largo plazo. Así que vamos a seguir analizando en esta segunda parte que es lo que me ha fallado a mí en esta serie.
Pero que feos han sido todos los posters de esta serie…
Iron Fist es una serie que ha estado plagada de extrañas decisiones, un rodaje precipitado, un despiste tremendo a la hora de encontrar el enfoque adecuado a la misma e incluso problemas de lo más básicos en los puntos donde una serie como esta más debería haber brillado. Yo de Iron Fist esperaba, y sé que no soy el único, unas peleas que superasen, o al menos igualasen a las vistas en Daredevil, coreografías espectaculares que dejasen claro por qué Puño de Hierro es el arma viviente de K’un-Lun. Pero en lugar de eso nos hemos encontrado con unas coreografías de pena que se notan artificiales, súper ensayadas y frías, sin que parezca que los golpes conecten de verdad. Tan triste ha sido este apartado que incluso cualquier cosa vista en la CW transmite más energía que lo visto aquí. Y de esto, pese a que muchos aun insisten en que se hubiera solucionado contratando actores que fuesen artistas marciales, no hay más culpables que los responsables del apartado técnico de la serie, showrunner, directores y coreógrafos, que el propio Finn Jones ha contado en alguna entrevista como muchas peleas las practicaba por primera vez apenas una hora antes de grabarlas, algo que resulta evidente viendo la serie. Que Charlie Cox no era ningún artista marcial y ya se ha visto lo que es capaz de hacer con un buen equipo detrás.
Vamos a quitarnos el mal sabor de boca (y a hacernos daño pensando en lo que podría haber sido) recordando esta pelea.
Y este es un problema que se podría haber subsanado parcialmente de no haber mediado esa absurdo enfoque (o complejos) de eliminar de la serie muchos de los elementos más visualmente fantásticos de la historia, los disfraces. Daredevil y tantas otras series y películas de superhéroes ya nos han mostrado lo que se puede hacer cuando los dobles para escenas de acción llevan ocultas sus caras y no es necesario hacer incontables cortes de plano para que no se note que los actores no saben pelear o cuando entra en acción el especialista. Una decisión que no solo ha perjudicado en parte a uno de los aspectos técnicos de la serie, sino que me ha privado de uno de los elementos que con más ganas tenía de disfrutar. Yo quería ver esa K’un-Lun mística y alienígena de los comics, ese lugar fantástico con más puntos en común con la Atlántida de Arion o la Attilan de los Inhumanos que con este pseudo-templo shaolin en la que lo poco (poquísimo) que hemos podido ver solo nos ha mostrado a un puñado de monjes genéricos y estereotipados (con túnicas amarillas y verdes, viva las migajas) Así que aquí no solo hemos tenido que decirle adiós a la jerarquía que implicaban esas coloridas mascaras que solo unos personajes clave llevaban, sino que los villanos no se han librado de dar también un paso atrás y así hemos acabado con estas dos facciones de la Mano tan descafeinadas que parecen irreconocibles.
¡Me siento estafado! ¡Ese no es mi Thunderer!
Pero lo absurdo de esto, y algo que tira por tierra la teoría de los complejos, al menos en parte, es ese momento en la serie en el que Danny Rand ve una grabación del Puño de Hierro de 1948, y este no solo tiene una coreografía mucho más cuidada que el resto de personajes de la serie, sino que viste una variante del uniforme de Puño de Hierro, mascara incluida (aunque puede que esto al final no sea más que un guiño a los fans como los trajes de Jewell y Power-Man en las series de Jessica Jones y Luke Cage). Y esto no solo desmonta lo de los complejos, sino que plantea algunas preguntas curiosas como porque a Danny no le dan un uniforme similar cuando se convierte en el guardián de la puerta de K’un-Lun. Pero como todo en esta serie parece que responde entre otras cosas a esa manía de hacer que el héroe no sea realmente el héroe hasta el final de la temporada y que es necesario verle transformarse poco a poco a lo largo de toda la temporada.
Una larga serie de problemas a la que podríamos añadirle lo que parece una dramática carencia de medios (que no olvidemos que originalmente no estaba previsto ni hacer 2º temporada de Daredevil ni serie del Punisher, y casi parece que eso haya mermado el presupuesto). A nivel técnico todo se ha visto más pobre que el resto de series, ha dado la impresión, con notable excepciones, de no estar tan cuidado como el resto de series. Algo que se ha notado por ejemplo en los decorados, donde hemos tenido ese viaje a una “China” que parecía un almacén cualquiera en Nueva York o esas montañas nevadas alrededor de K’un-Lun en las que se notaba el cartón piedra a kilómetros. Un K’un-Lun que ha sido tan pobre que de la ciudad celestial solo hemos podido ver un brevísimo plano lejanísimo en el que apenas se podía apreciar algún detalle o ese dragón Shou-Lao que ha quedado reducido a ser un par de ojos brillando en la oscuridad. Y todo eso, viviendo en una época en la que cada dos por tres Green Arrow se planta en algún templo perdido en las montañas o Flash y compañía se enfrentan a toda clase de criaturas asombrosas, esto es muy triste, porque de Netflix esperábamos mucho más.
¡Me siento nuevamente estafado!
Pero curiosamente, y pese a las muchas cosas que me han cabreado y decepcionado de este Puño de Hierro, en general creo que he “disfrutado” de esta serie un poco más que la de Luke Cage. Probablemente porque pese a que ha tenido un nivel pobre, este no se ha ido a la basura como le paso a la serie de Cage en la segunda mitad de su temporada tras la muerte de Cottonmouth y la aparición de Diamondback. Aquí el nivel ha sido pobre pero constante, y al menos no me ha costado horrores acabar los episodios como me sucedió la otra vez. Un triste y patético consuelo que no solo dice muy poco sobre la calidad (decreciente) de las producciones de Netflix, sino también de espectadores como yo dispuestos a conformarnos con migajas en una serie que ha sido la de las promesas incumplidas (esa ilusión con la que recibía en los primeros episodios cada mención a K’un-Lun y sus habitantes) y las decepciones.
Pero recordemos que todo siempre puede ser peor…
Pero como decía al comienzo aún me quedan un par de rayos de esperanza (o clavos ardiendo) a los que agarrarme. El casting en general me ha gustado bastante, y todos los problemas que les he visto a los actores son más achacables a los guiones que les han dado que a su propia habilidad. Aunque eso sí, en la larga lista de decisiones absurdas tenemos que añadir también esa de hacer que Finn Jones llevase barba y su pelo rizado natural para que… ¿no se parezca en nada al personaje? Porque aunque no le vendría mal ganar unos kilos y algo de musculo, en este rápido montaje de aquí abajo se puede apreciar cómo queda con el pelo corto y liso y afeitado y el parecido con el Danny Rand del comic es mucho más acentuado (Auqnue siempre me preguntare, sobre todo tras ver Legion, lo que podria haber sido Iron ist protagonizado por Dan Stevens, mi candidato favorito de todos los que sonaron en su di apara ser el arma viviente de K’un-Lun).
¿Tan difícil es hacer las cosas bien?
Otro de esos clavos ardiendo a los que me agarro es que no tendremos que esperar demasiado para volver a ver a Puño de Hierro, ya que este verano cruzara su camino con los de Daredevil, Jessica Jones y (¡sí!) Luke Cage en la serie de los Defensores. Y esto es una buen anoticia porque esta serie ha sido desarrollada por Doug Petrie y Marco Ramírez quienes cuentan en su currículo con haber sido los co-showrunners de la segunda temporada de Daredevil y este último fue además guionista de casi la mitad de sus episodios, por lo que me atrevo a esperar un mínimo de calidad mayor que en las dos ultimas series de Netflix. Y a esto le podríamos añadir aquellas declaraciones de Charlie Cox de que en Defensores solo su personaje y el de Finn Jones llevaran disfraces, por lo que es posible que por fin podamos ver aquí a un Puño de Hierro como K’un-Lun manda.
Crucemos los dedos para que esta sea la buena
El segundo (y más a largo plazo) rayo de esperanza consiste en que pese a los muchos problemas de la serie, aparentemente esta ha sido bastante bien recibida por los fans, aunque dada la negativa de Netflix a hacer públicos sus datos de audiencia hay que tomarse esta información con mucho cuidado. Pero si como parece al público en general le ha gustado, eso significa que la renovación no corre peligro y que con algo de suerte para la segunda temporada Iron Fist contara con un nuevo y más competente showrunner (pobres Inhumanos) y un nuevo equipo de guionistas que sepan qué hacer con el personaje. Así que ahora nos toca esperar al verano a ver si a la segunda va la vencida o si esto de Netflix se está desinflando a base de querer abarcar demasiado.